España es un país con gran tradición ciclista. En los últimos años, una generación ha crecido con los triunfos de Perico Delgado o Miguel Indurain, que culminaron en la época dorada de este deporte, con corredores como Alberto Contador, Alejandro Valverde o Carlos Sastre. Anteriormente, los padres y abuelos de esta generación disfrutaron con las hazañas de Luis Ocaña, José Manuel Fuente o Federico Martín Bahamontes. Pero antes que todos ellos, el primer gran ciclista español fue Miguel Poblet.
Este pionero nació el 18 de marzo de 1928 en Montcada i Reixac, el mismo año que Bahamontes, pero el toledano llegó a la élite más tarde. Pronto se aficionó al ciclismo, gracias a su padre, que poseía una tienda de bicicletas. Tardó poco en destacar, ganando con tan solo 17 años el Trofeo Jaumendreu, y rápidamente se convirtió en un gran campeón.
Precisamente la rapidez fue un factor común a lo largo de toda su trayectoria, ya que esta fue la característica que le hizo triunfar, logrando más de un centenar de victorias. Poblet era un ciclista veloz y un apasionado de las clásicas, algo que le hizo ser más valorado fuera de España que en su propio país, en el que los grandes honores siempre se los han llevado los vueltómanos.
Esto no quiere decir que Miguel Poblet no destacara en las grandes vueltas. Fue sexto en tres ocasiones en el Giro de Italia (1957, 1958 y 1959), pero lo más importante fueron sus numerosas victorias de etapa. En la carrera italiana acumuló una veintena de triunfos, convirtiéndose en uno de los ciclistas más laureados de la corsa rosa. En cuanto al Tour de Francia y la Vuelta a España, fueron tres victorias las que consiguió a lo largo de su trayectoria, siendo el primer corredor de la historia en conseguir parciales en las tres grandes en una misma temporada.
Si los caminos que abrió Poblet en las grandes vueltas fueron aprovechados por los grandes campeones posteriores, en las clásicas pocos siguieron su estela. Únicamente Óscar Freire y Juan Antonio Flecha han alcanzado un nivel similar. El ciclista catalán ganó en dos ocasiones la Milán-San Remo (1957 y 1959), donde fue superado por Freire, que acabó ganando tres. Y en la París-Roubaix, otro de los cinco monumentos, subió al podio dos veces –en 1958 y 1960–, algo que Flecha ha hecho ya tres veces.
Precisamente en 1958, solo 15 centímetros le impidieron añadir a su amplio palmarés la París-Roubaix: los que le separaron en la línea de meta con Leon Van Daele. Y un día antes de que se celebre una nueva edición de El Infierno del norte, el gran campeón inicia a sus 85 años un nuevo camino hacia lo más alto. El definitivo ascenso al podio para Miguel Poblet, el ciclista español que triunfó antes que todos.
* Ricardo Alonso-Bartol es periodista.
– Foto: EFE
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