La construcción del modelo de juego del Barça no obedeció a ningún plan prefijado, sino que fue el resultado de numerosas aportaciones, algunas incluso contradictorias entre sí. El proceso duró décadas. Se inició en los años 70 y ha alcanzado su madurez en estos tiempos actuales. No hubo nadie que llegara con un libro de estilo bajo el brazo y dijera: “¡Hágase!”. Se fue haciendo. Los hombres clave les sonarán. En el Camp Nou, Michels, Cruyff, Van Gaal, Rijkaard y Pep. En la cantera, Laureano Ruiz, Tort, Benaiges, Alexanko y docenas de técnicos y scouts anónimos. Más que lineal, resultó un proceso lleno de altibajos aunque siempre existió un hilo conductor: hacía falta construir una “ideología” futbolística. Este hilo no se desenredó en ninguna reunión de gurús, ni de sabios del balón, sino que fue apareciendo a base de prueba y error y, por lo general, resultaron tan provechosas las crisis como los períodos de estabilidad, los técnicos que aportaron matices nuevos como los que se apartaron del modelo, los presidentes que creyeron firmemente como los que dudaron. El modelo, en fin, fue fruto de aluvión, hijo de resultados y guinda de todos los pasteles. A base de aciertos y éxitos, de errores y tropiezos, de reflexión y correcciones, entre muchos erigieron idea, modelo, estilo e idioma futbolístico.
El Barça tiene ahora una ideología que envuelve cuanto hace. En momentos de viento a favor, el rendimiento del equipo sublima el modelo. En los días de golpes bajos, el modelo pasa a ser sujetador de veleidades, paravientos en la zozobra. Ante la duda, la idea fundamental. Hay un riesgo, por descontado: convertirse en talibán de la idea, despreciando todo lo ajeno y externo. Quien mejor apreció dicho riesgo fue Pep Guardiola, que profundizó en el modelo al mismo tiempo que reclamaba la aportación de otras ideas, encarnadas en Mascherano, Keita o Abidal. Modelo abierto en lugar de ideología cerrada.
En seis meses, el modelo ha sujetado por dos veces al club y al equipo. Cuando se marchó Pep y al enfermar Tito. Y en otras múltiples pequeñas ocasiones, es decir, en todos los partidos: en los buenos ratos, para fortalecerse; y en los malos, para remontar. El éxito del futuro residirá en el equilibrio. Ni el modelo puede superar cualquier adversidad, ni tendría sentido renunciar a sus fortalezas. Cuando llegue el día -que llegará- en que Xavi, Puyol, Iniesta y Messi se retiren, quizás el jugador más interesante no resida en La Masia y haya que encontrarlo fuera; quizás un día el entrenador más adecuado no sea el ayudante del ayudante. Y si esa acaba siendo la mejor decisión, habrá que tomarla sin reparos, al igual que deberá plantearse cualquier retoque al modelo de juego si es para elevar su competitividad. A cambio, desde Zubizarreta hacia abajo todos deberán velar por preservar uno de los bienes más importantes: una manera sensata y coherente de hacer las cosas y un modo de jugar específico y singular. Un modelo construido en décadas, un patrimonio imprescindible.
– Foto: Javier Soriano (AFP)
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal