Uno de los casos más curiosos en la historia del fútbol lo protagonizó Annibale Frossi. Aquejado de miopía desde que era niño, jugó durante toda su carrera con gafas, algo que no impidió una brillante trayectoria. Además, suya es una de las frases que ha pasado a la posteridad en el deporte rey: «El partido perfecto es el que termina 0-0». Nacido en Muzzana de Turgnano, provincia de Udine (Italia), el 6 de agosto de 1911, fue un extremo derecho (ala tornante en italiano) veloz y oportunista, con gran capacidad atlética y dotado de un potente y preciso disparo.
Comenzó su trayectoria en el fútbol profesional con el Udinese en 1930, llegando a jugar ocasionalmente como delantero centro y convirtiéndose en uno de los jugadores emergentes esa misma temporada. Contribuyó a lograr el ascenso a la Serie B y a permanecer en la categoría la campaña siguiente. En agosto de 1931 fichó por el Padova con el objetivo de ascender a la Serie A, y lo consigue tras finalizar en segunda posición sólo por detrás del Palermo. Tras dos años en el equipo biancorossi, en los que marca 10 goles en 47 partidos, fue requerido para hacer el servicio militar en Bari y fue traspasado al conjunto de la región de Apulia. Firmó 12 goles en 30 encuentros y retornó al Padova a principios de 1935, pero no evitó con sus 14 dianas el descenso a la Serie C. En verano de ese mismo año conoció en el barco Saturnia a Adelchi Serena, presidente del L’Aquila, que le hace una oferta con el objetivo de ascender a la máxima categoría del calcio que Frossi aceptó, pero los resultados no fueron tan buenos como esperaban y el equipo terminó en novena posición. A pesar de lograr una de las cifras más bajas de su carrera al anotar 9 goles, le llegó el desafío más importante de su carrera: fue traspasado por 50.000 liras a la Associazione Sportiva Ambrosiana-Inter (actual Inter de Milán), donde jugó entre 1936 y 1942. Allí ganó la liga en dos ocasiones, la primera en la campaña 1937-1938 al aventajar a la Juventus en dos puntos y la segunda en la temporada 1939-1940 tras quedar por delante del Bolonia. Además, conquistaron la Coppa Italia de 1939 tras vencer al Novara en la final por 2-1, el segundo tanto obra de Frossi mediada la primera parte. Era un gran equipo lleno de magníficos jugadores como el mítico Giuseppe Meazza, Pietro Ferrari, Giovanni Ferrari, Ugo Locatelli o Atilio Demaría. El bagaje de Frossi en la entidad interista fue de 147 partidos y 49 goles. Después jugó una temporada en el Pro Patria (1942-1943) en plena Segunda Guerra Mundial y colgó las botas en 1945 con 34 años en el Como.
Con la selección de Italia jugó un total de 6 partidos, logrando 8 goles. El entrenador Vittorio Pozzo lo descubrió cuando militaba en la Serie B y lo convocó para los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 en una azzurri llena de jugadores debutantes. El experimento no pudo ir mejor: consiguieron la medalla de oro y además Frossi se erigió en máximo goleador del torneo con 7 tantos. Firmó el gol decisivo en el primer partido contra Estados Unidos (1-0), marcó un hat-trick en la victoria ante Japón por 8-0, en semifinales ante Noruega anotó un tanto en la prórroga que les dio el triunfo por 2-1 y en la final, frente a Austria (2-1), logró convertir las dos dianas, incluida una en la prórroga que les convirtió en campeones olímpicos. Tras los Juegos fue convocado para un encuentro de la selección B ante Austria en 1937 que acabó con victoria transalpina por 3-2 y vistió por última vez la zamarra del combinado nacional en un amistoso ante Hungría en 1937 (2-0 con un gol suyo).
Después de dejar el fútbol en activo trabajó unos meses en Alfa Romeo y a partir de 1946 empezó su labor en los banquillos. Dirigió al Luino de 1946 a 1948 y posteriormente durante una campaña al Mortara. En 1949 fichó por el Monza, donde permaneció durante cuatro campeonatos ganando la promoción a la Serie B en 1951. Dimitió en noviembre de 1953 y aceptó la oferta del Torino, manteniéndose hasta 1956 y logrando la salvación del equipo en la Serie A. Al finalizar la temporada recibió la llamada del presidente del Inter, Angelo Moratti, y junto con Luigi Ferraro se hizo cargo del conjunto nerazzurri. Los resultados y el juego no fueron los esperados y tras 23 partidos fueron destituidos y reemplazados por Giusseppe Meazza. El Genoa le contrató en 1958 para intentar salvar al equipo del descenso, cosa que consiguió al finalizar en 12ª posición. Su siguiente club fue el Napoli en 1959. Allí impuso unas teorías muy defensivas que no fueron del gusto de la directiva ni de la afición y sólo entrenó al equipo hasta mediados de octubre, cuando fue despedido. Regresó en 1960 a un Genoa relegado a la última posición con 0 puntos por comportamiento antideportivo. Inició la siguiente campaña en la Serie B con el objetivo de ascender, pero los pobres resultados le llevaron a ser despedido en marzo de 1961 tras caer derrotados en casa 1-2 por la U. S. Alessandria. Tras más de un año y medio parado le llamó el Módena antes de la Navidad de 1962 con el propósito de evitar el descenso de categoría. Consiguió mantener al equipo en la Serie A tras quedar décimosegundo y se ganó la confianza para iniciar la temporada 1963-1964 en el banquillo. Las cosas no marcharon tan bien como meses atrás y fue despedido en febrero de 1964. Finalmente, el Módena descendió. Su ultima aventura tuvo lugar en la Triestina, en 1965 en la Serie B, con la que quedó penúltimo en la tabla. Después de eso se retiró. A partir de 1974 trabajó en la BBC como reputado comentarista y escribió con frecuencia artículos para el diario La Stampa.
Falleció en Milán, debido a una neumonía, en 1999 a los 87 años de edad.
* Alberto Cosín.
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