"Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir". Nicolás Boileau
Toda una institución de River Plate, donde fue un jugador legendario y también un mito de los banquillos. Aún es el máximo goleador de la historia de la primera división argentina con 293 goles (empatado con Erico) y del club millonario, con 317. También vistió las camisetas de Platense, en su país; Rampla Juniors, en Uruguay; y Rangers de Talca en Chile. Nacido el 28 de septiembre de 1918 en Buenos Aires (Argentina), se desempeñaba como interior izquierdo, aunque en ocasiones cambiaba de posición con Loustau en el extremo. Jugador de exquisita técnica, habilidad y calidad, era todo un depredador del gol. Además, dentro del terreno de juego tenía un enorme carácter y una gran personalidad que la hacían ser el primero en dar la cara en los momentos más difíciles. Se le conoció con los apelativos del Feo y el Eterno.
Aprendió a jugar al fútbol en las calles de su barrio, cerca de la vieja cancha de River Plate de Alvear y Tagle. Su padre quería que fuese relojero, pero optó por el balompié, donde tenía como ídolo a Bernabé Ferreyra. Entró a formar parte del club millonario con 18 años y en 1939 ya estaba jugando con el primer equipo.
Su primer título como jugador lo logró en el año 1941, cuando River se impuso a San Lorenzo y Newell’s en la tabla clasificatoria. Un curso después, La Banda consiguió revalidar el entorchado liguero en la campaña que vio nacer a La Máquina. En el partido contra Chacarita Juniors nació un sobrenombre que se recuerda en particular por la formidable delantera que integraron Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau. Además, también jugaban en esas posiciones Deambrossi o Peucelle y en el plantel se encontraban el arquero Soriano o los zagueros Cortés y Yácono.
En 1943, River no ganó su tercer campeonato consecutivo, pero Labruna sí se coronó como mejor realizador liguero con 23 goles, empatado con Frutos (Platense) y Luis Arrieta (Lanús). Dos temporadas más tarde volvió a erigirse en máximo artillero, aunque esa vez lo hizo en solitario al marcar 25 goles. Esos tantos sí sirvieron para que River volviese a conquistar la liga de primera división tras una dura pelea con Boca Juniors. La Máquina, con los cinco famosos delanteros, únicamente llegó a disputar 18 partidos al completo a lo largo de cuatro años que tuvieron como epílogo 1946.
A partir de 1947, un nuevo y joven delantero llegó al once de River para fortalecer aún más esa parcela tras la salida de Pedernera. Su nombre era Alfredo Di Stéfano. Labruna congenió con él muy bien y ambos fueron vitales para que River obtuviese otro título esa campaña. Sin embargo, la célebre huelga de futbolistas argentinos de 1948 debilitó a River con la salida a otros países de la Saeta Rubia o Rossi y comenzó una sequía de varios años sin trofeos de relevancia.
Con una nueva generación de futbolistas, entre los que estaban Vernazza, el charrúa Walter Gómez, Eliseo Prado, Julio Venini, Sívori y Vairo, más Labruna, Carrizo o Loustau de la época anterior, River comenzó un ciclo de gran hegemonía en Argentina desde 1952 a 1957. En ese periodo cayeron cinco ligas, tres de ellas consecutivas (1955 a 1957), en las que Labruna continuó siendo protagonista y un tormento para Boca Juniors, al que marcó 16 goles en el Superclásico.
El gran interior prolongó su estancia millonaria hasta 1959, cuando con casi 41 años se marchó a jugar a Uruguay. Firmó por Rampla Juniors, equipo con en el que disputó 16 partidos y logró 3 goles para después vestir en cinco choques la camiseta del cuadro chileno de Rangers de Telca y en un par de ocasiones la camiseta de Platense en 1961, club al que entrenaba y en el que tuvo calzarse las botas ante la falta de jugadores.
Con la selección argentina fue internacional de 1942 a 1958 en 37 ocasiones y marcó 17 goles. Debutó en agosto de 1942 frente a Uruguay en un partido de la Copa Lipton en Montevideo en el que jugó los últimos cinco minutos del choque. Su segundo encuentro internacional tuvo que esperar hasta 1945, en la Copa Chevallier Boutelli frente a Paraguay. Y ese mismo año, en diciembre, marcó su primer tanto con la albiceleste ante Brasil en Pacaembú.
En 1946 fue incluido en la convocatoria de Guillermo Stábile para el Campeonato Sudamericano celebrado en su país. No jugó en el estreno con triunfo ante Paraguay, pero luego fue titular en los otros cuatro duelos del torneo. Argentina contaba con un gran equipo con jugadores como De la Mata, Méndez, Pedernera, Pontoni o José Salomón, y sumó cinco victorias en cinco partidos para levantar el título. Labruna marcó cinco goles –dos ante Bolivia y Chile y uno frente a Uruguay– y acabó como máximo goleador. El trofeo de jugador más destacado fue a parar a su compañero y amigo Pedernera.
Posteriormente tuvo otro paréntesis de cuatro años sin ser seleccionado hasta que volvió en 1950 en un doble enfrentamiento contra Paraguay. Además, también viajó con la expedición argentina que realizó un par de giras por Europa en 1951 y 1952. Argentina perdió ante Inglaterra en Wembley y ganó a Irlanda (con un gol de Labruna), España o Portugal (dos goles).
El siguiente gran torneo en el que participó fue el Campeonato Sudamericano de 1955. Veterano, con 37 años, pero todavía era clave para Stábile y fue vital para que Argentina conquistara el trofeo en Chile. Tras los triunfos ante Paraguay, Ecuador y Uruguay, con un triplete que llevó su firma, y el empate frente Perú, todo tuvo que decidirse en la última fecha ante el equipo anfitrión. Con el Estadio Nacional de Santiago a reventar, un gol de Rodolfo Micheli en el minuto 60 quebró las esperanzas locales y la albiceleste se coronó campeona.
Un año después volvió a otro torneo continental en Montevideo en el que consiguió dos goles contra Chile, pero Argentina acabó en tercer lugar al perder ante Brasil y Uruguay, que le sucedió en el palmarés. Pocos meses después dio inicio la clasificación para el Mundial de Suecia. Labruna participó en la doble victoria contra La Roja en Santiago y Buenos Aires y en el triunfo por 4-0 frente a Bolivia.
Viajó a tierras escandinavas en la convocatoria de Stábile, pero el Mundial fue de infausto recuerdo para la albiceleste (fue conocido como el desastre de Suecia). Con Carrizo, Corbatta, Vairo, Rossi o Dellacha en la alineación, Argentina perdió en el debut ante Alemania Occidental. Luego, ya con Labruna en el césped, venció a Irlanda del Norte por 3-1. Sin embargo, con la posibilidad de acceder a la siguiente ronda, una derrota contundente por 6-1 ante la República Checa en Helsingborg desencadenó una ola de críticas a todo el equipo nacional. Labruna, que por entonces contaba con 39 años, no volvió a jugar con la selección.
Tras su retirada de los terrenos de juego realizó informes técnicos de los rivales para Néstor Rossi, entrenador en ese momento de River. Su periplo como entrenador comenzó en Platense y luego en 1966 firmó por Defensor de Belgrano, al que hizo campeón de la Primera B, pero no logró ascender en el torneo de reclasificación. Su éxito llamó rápidamente la atención de River Plate, que lo fichó como su entrenador para las dos siguientes temporadas, pero no obtuvo los resultados esperados.
A continuación tomó las riendas de Rosario Central, con el que conquistó el Nacional de 1971 con hombres como Aimar, Colman, Pascuttini, Poy o Gramajo, y después pasó por Chacarita, Racing y Talleres de Córdoba hasta que regresó al club de su vida en 1975. En esta ocasión las cosas le fueron mejor y en su primer curso en 1975 hizo historia con River tras 18 años de sequía. Los millonarios consiguieron el doblete de Metropolitano y Nacional de ese año en un plantel con Fillol, Passarella, Perfumo, Más o Morete. Meses después lucharon por la Copa Libertadores, pero en la final les derrotó el Cruzeiro de Zezé Moreira por un global de 5-3.
En la campaña siguiente no hubo nada que celebrar, pero en 1977 otro Metropolitano se sumó al palmarés de la entidad porteña. En 1979, ya con Luque, el Beto Alonso, Pavoni y el charrúa Alfredo de los Santos en el equipo, alzaron de nuevo tanto el Metropolitano como el Nacional tras vencer a Vélez y Unión de Santa Fe respectivamente. En 1980, Labruna ganó su último gran entorchado como entrenador al lograr River el Metropolitano con nueve puntos de ventaja sobre Argentinos Juniors y diez sobre Talleres y Platense. Abandonó River en el año 1981 y poco antes de su fallecimiento entrenó durante un breve espacio de tiempo a Argentinos Juniors, con el que eliminó a River y Boca en el torneo Nacional.
Falleció el 19 de septiembre de 1983 a los 64 años. Se encontraba en un hospital recuperándose de una operación cuando sufrió un ataque al corazón y murió en los brazos del célebre arquero argentino Ubaldo Pato Fillol. En 1950 participó en una película de título Cinco grandes y una chica y tras su muerte el poeta Rodolfo Garavagno le dedicó un poema llamado Un picado en el cielo.
* Alberto Cosín.
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