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Santoral / Historias

Anecdotario de Paulino Alcántara

por el 6 octubre, 2013 • 13:40

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Se llamaba Paulino Alcántara. Era un interior izquierdo filipino de tez morena y apariencia enclenque, que entre 1912 y 1927 jugó en el Fútbol Club Barcelona. Un chico de apariencia tímida que siempre llevaba un pañuelo blanco colgando del pantalón. Le apodaban Romperredes por destrozar las mallas del Estadio de Colombes en un partido internacional entre Francia y España. Todavía hoy, es el máximo goleador de la historia del Fútbol Club Barcelona si contamos partidos oficiales y amistosos. Logró nada menos que 369 goles en 357 partidos, unos números que dan la dimensión de un jugador que, contra la creencia común, no era delantero centro.

Hasta aquí, la foto fija que tiene el aficionado al fútbol sobre el cazagoles que ayudó a que no desapareciera el club azulgrana cuando estaba en plena crisis económica. Esta pieza busca ofrecer una cara desconocida de este futbolista que marcó época con algunas anécdotas que ayuden a completar la imagen que se tiene sobre una leyenda a la que la FIFA eligió como mejor jugador asiático de todos los tiempos en el 2007.

FUTBOLISTA A HURTADILLAS

Apasionado por el fútbol desde que vio un partido entre el Barça y un equipo de marinos ingleses, pasaba infinidad de horas jugando con sus amigos, entre los que estaban los hermanos Armet, míticos jugadores de los años veinte, especialmente Kinké, que está considerado el fundador de la escuela futbolística andaluza en su etapa en el Sevilla. Juntos jugaban en el estadio de Galvany, en la plaza que estaba junto al Convento de los Capuchinos que fue destruido en la Semana Trágica. Posteriormente jugaron partidos inacabables en la Plaza del Doctor Letamendi que tenían su prórroga en la cercana acera de la Universidad, que estaba alumbrada por focos municipales. Paulino tenía mala salud y los médicos le prohibieron que jugara al fútbol. Él comenzó a jugar a hurtadillas, primero apuntándose al Universitary hasta que a los 13 años logró las dos pesetas necesarias para ser socio del F. C. Barcelona. Una vez los consiguió, habló con Joan Gamper para crear el primer equipo infantil de la historia del club. De alguna forma, se puede decir que fue el fundador de la cantera azulgrana, aunque lo único que él realmente buscaba era jugar. Pidió a su compatriota Manolo Amecházurra, jugador del primer equipo, que ejerciera  de entrenador del primer equipo. Maduró tan rápido en lo futbolístico que apenas dos años después, el presidente Gamper le hizo debutar con el primer equipo en una época en la que todavía no había entrenador.

IMITANDO A PATTULLO

Cuando acababan los partidos, se quedaba a imitar a George (Jorge) Pattullo, el delantero centro del Barça de la temporada 1910-11. El escocés era un nueve espigado, un apasionado del tenis que tenía unos condiciones asombrosas para jugar al fútbol. Paulino quedó admirado con su facilidad para ejecutar voleas, una suerte futbolística que no se había visto antes en el Campo de la calle Indústria. Alcántara, persona con mentalidad férrea desde muy niño, se pasaba horas jugando contra los muros del estadio, que hacían las veces de compañero que le devolvía el balón una y otra vez. En esas paredes se forjó la leyenda del Romperredes. A buen seguro que su martilleo continuo hizo retumbar los oídos del Avi Torres y su esposa Rosa, las personas que cuidaban del campo desde la barraca anexa en la que vivían y que en la época era el improvisado vestuario del primer equipo.

VIAJE A FILIPINAS

En mayo de 1916, casi tres años después de su debut en el primer equipo, y cuando ya estaba consolidado como mejor jugador del mismo, decidió volver junto a su familia a Filipinas para completar sus estudios de medicina. Su padre era un militar barcelonés que había sido destinado en Filipinas cuando era territorio español. Cuando se perdió la colonia, toda la familia volvió a Barcelona y vivieron en la ciudad condal hasta la jubilación del progenitor. Se celebró un partido en su honor ante el Irún dos días antes de su marcha. Él mismo contaba que pasó un mal rato cuando se le obligó a dirigirse al respetable para mostrar su agradecimiento por el homenaje. El 16 de mayo se embarcaba en el Fernando Poo con rumbo a Manila. Lo que no podía esperar la familia Alcántara era la despedida que la ciudad iba a hacerles. Multitudes se acercaron al puerto a despedirle y a pedirle que volviera pronto. Incluso unos amigos suyos de Sant Feliu de Guixols se acercaron al barco en canoa y ya lejos de tierra llamaron a Paulino por su nombre. Todos los tripulantes del barco ovacionaron la ocurrencia de los jóvenes. Tras muchas vicisitudes en un viaje que duraba tres meses, el barco chocó en Picada Negra, cerca de Singapur, un lugar peligroso. Paulino cuenta que esa noche durmió sobre la tumba de un filipino muerto en España. El crucero norteamericano Pathfinder fue el que les rescató y en el que los asustados tripulantes llegaron a Manila.

EL PRIMER GOL AZULGRANA EN LES CORTS

A inicios de los años veinte, la pujanza del F. C. Barcelona es tal que el campo de la calle Indústria –el que dio nombre a los culers– se había quedado definitivamente pequeño. La junta directiva presidida por Joan Gamper se pone manos a la obra, de forma que en diciembre de 1921 se aprueba la compra de terrenos para la construcción de un nuevo campo y en febrero de 1922 se coloca la primera piedra. En un periodo récord de tres meses y con una generosa aportación del propio presidente, el campo nuevo ya está en pie. Se trata de una finca hoy delimitada por la Travessera de les Corts y las calles Numància, Marquès de de Sentmenat y Vallespir. Su capacidad inicial es de 30.000 espectadores, cifra muy respetable para la época. La inauguración solemne se celebra el 20 de mayo de 1922 –setenta años exactos antes de la final de Wembley– con un encuentro entre el F. C. Barcelona y los pross escoceses del Saint Mirren. Paulino tiene el honor de marcar el primer gol de un jugador barcelonista en el flamante coliseo azulgrana. El primer tanto del encuentro lo logra el escocés Thomson, poco antes del descanso. En el segundo tiempo, un gol en propia puerta del defensor Birrell pone la igualdad en el marcador, hasta que Alcántara, rematando un balón bombeado de cabeza por Gràcia, consigue la ventaja definitiva. El joven capitán, que con apenas 25 años de edad lleva más de diez en el primer equipo, añade un nuevo hito en su currículum.

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LA PÉRDIDA DE LA CAPITANÍA

La temporada 1923/24 se cierra de forma agitada para el F. C. Barcelona. En el partido de desempate de las semifinales del Campeonato de España el equipo cae derrotado frente al Real Unión de Irún por 6-1, lo que desemboca en un terremoto sin precedentes en la entidad azulgrana. Durante el verano, Alcántara reflexiona sobre los acontecimientos que están ocurriendo en el club y decide dimitir de su cargo de capitán del primer equipo. Pero no recibe respuesta alguna por parte de la junta directiva de Gamper, por lo que continúa ejerciendo el cargo de forma indefinida. Meses más tarde, y con el club inmerso todavía en un sinfín de conflictos internos, tras la disputa de un encuentro del Campeonato de Cataluña frente al débil F. C. Martinenc que finaliza con un mísero empate, Paulino estalla y tiene una fuerte discusión con el presidente Gamper. Se muestra crítico con la gestión del primer equipo y acaba por sugerir irónicamente al propio Gamper que sea él quien haga de capitán. La respuesta del presidente también es agresiva y las consecuencias de ello se comprobarán tan sólo unas horas más tarde. La junta directiva convoca una reunión de urgencia, con tanta premura de tiempo que algunos de los pesos pesados de la plantilla no pueden asistir. Son los casos de Samitier, Platko, Carulla y el propio Alcántara. En el curso de la reunión, los representantes de la directiva comunican a los jugadores que han decidido despedir a Alcántara del cargo de capitán y que deberán proceder a escoger a su sustituto. Fruto de la votación pertinente resulta escogido el defensa Planas, así como Samitier, que actuará de vicecapitán. Se pone así punto final a un dilatado período en que el filipino había sido la cara visible del once azulgrana.

AL RESCATE DEL EQUIPO

La temporada 1924/25 toca a su fin y al F. C. Barcelona se le presentan por delante los encuentros decisivos del Campeonato de España. Es importante hacer un buen papel para intentar dejar en el olvido el desastre de la temporada anterior, en que el desempate de las semifinales concluyó con un deshonroso 6-1 a favor del Real Unión de Irún. La primera fase del campeonato se ha superado sin problemas, pero en semifinales ha aparecido un auténtico hueso, el Atlético de Madrid. En el partido de ida, jugado en Les Corts, los azulgrana vencen por tres a dos, pero en el encuentro de vuelta es el Atlético el que se lleva la victoria por dos tantos a uno. El reglamento de la competición obliga a disputar un partido de desempate en campo neutral para decidir quién logra plaza para la final. El fantasma del desempate de la temporada anterior planea sobre Barcelona y quien más quien menos teme que la historia se repita. Por otra parte, hacía tiempo que corría el runrún de un posible retorno del mítico excapitán Paulino Alcántara, que llevaba casi medio año alejado del club por discrepancias con la junta directiva. Así pues, se dan las circunstancias precisas –junto con la insistente presión de la afición y de la prensa– para que se propicie un acercamiento entre el F. C. Barcelona y Alcántara. Durante el largo período en que el filipino ha estado fuera del club se ha dedicado en exclusiva a su profesión de médico en su clínica de urología, de forma que casi no ha entrenado e incluso ha ganado algunos kilos. Pero nada de eso es óbice para frenar el regreso: la ilusión puede más. El 3 de mayo de 1925 se consuma el regreso de Alcántara a los terrenos de juego, siendo su labor transcendental para que el equipo venza al Atlético en el desempate y posteriormente al Arenas de Getxo en la final del Campeonato, logrando así un nuevo título –el sexto– de campeón de España.

* Ángel Iturriaga Barco, escritor e historiador, y David Valero Carreras, escritor y actuario. Ambos han escrito la novela biográfica “Paulino” (Edicions Saldonar), que saldrá a la luz durante el mes de octubre.




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