1.- El Granada ha ganado al Real Madrid sin realizar ni un solo lanzamiento entre los tres palos que defendía Diego López. Es decir, han sacado el mayor premio sin ni siquiera salir a buscarlo, sin comprar la papeleta en el sorteo. Esas cosas suceden pocas veces en la historia, por no hablar ya en una temporada. Hay tantas probabilidades de ganar un partido de fútbol sin tirar a puerta como que nos caiga una maceta en la cabeza paseando por el centro del Paseo del Prado. Y que el gol lo meta Cristiano Ronaldo aporta cierto toque burlesco.
2.- Lucas Alcaraz mostró en el mejor tablado posible y con una escenificación precisa lo que será este Granada a partir de ahora: organización, líneas juntas y juego directo. El granadino implantó de primeras su táctica predilecta, el 4-4-2 más puro. Esto es, doble pivote rígido con un líder, Mikel Rico, dos hombres en banda con capacidad de sacrificio y dos perros de presa como delanteros. Estos son los encargados de hacer la primera presión en solitario, sin el apoyo de los de atrás, por lo que su amplitud de recorrido es mayor y así lo es el desgaste. Aranda se siente como en casa en esa vicisitud e Ighalo ha demostrado que aprende rápido.
3.- La situación que ofrecían los nazaríes debía ser el dulce que más apeteciese saborear a un titán del tamaño del Real Madrid. El miedo rebosaba desde el inicio en el Granada, el temor a perder contra el Madrid que hace retroceder a todas las líneas, juntarse para darse calor mutuo ante la helada tormenta que la predicción futbolística había anunciado que desembocaría en la ciudad de La Alhambra.
4.- Pero como suele pasar, las predicciones no son del todo precisas y el temporal se convirtió en un cálido anticiclón. Las nubes se dispersaron, así como las ideas del Real Madrid para elaborar juego y descargar la lluvia de ocasiones sobre el marco de Toño. Ni siquiera el creador Modrić pudo despertar del letargo liguero al resto de los suyos. Al menos, ya sea por obligación o por voluntad propia, el croata participó constantemente en el juego. Se ofrecía, basculaba, levantaba la cabeza y solo veía rojiblancos por todas partes.
5.- Modrić no es Özil. No es que sea ni mejor ni peor, simplemente no es Özil. Le falta la determinación y la presencia del alemán en la zona de tres cuartos y le sobra capacidad organizativa. Si Mourinho le dice que juegue en la mediapunta, lo hará, pero tenderá a ir retrasando su posición poco a poco hasta dejar un vacío que engrosa Özil con su sola presencia. Además, Khedira estaba de resaca del Clásico, apagado, nulo.
6.- Cristiano estaba tocado, en teoría, antes de jugar el partido. Había tenido la opción de descansar, de reservarse para los gigantes compromisos venideros, pero él siempre quiere jugar, incluso cuando no debe. Empezó fuera de tono, escaso de chispa y potencia, continuó marcando donde no debía y acabó hastiado y disparando con un repetidor desde dondequiera que estuviese y en cualquier situación. Hoy decidió que quería jugar centrado, la banda le quemaba. Mourinho le aceptó el deseo metiendo a Callejón y lo liberó para que sacara su escopeta, aunque solo le quedaban balas de fogueo.
7.- Algo relativamente similar le ocurre a Di María. Desde hace muchos meses, y con la única excepción del encuentro de Mestalla de liga, el Fideo es una máquina expendedora de centros al área. Control, orientación y parábola a la olla. Da igual que haya diez rematadores que ninguno, la función de Di María siempre es centrar. No es más que una evidencia de que el argentino está muy lejos de su cima física y se siente incapaz de desbordar, de ser aprovechable como extremo profundo.
8.- Así, el primer tiro a puerta (a la correcta) del partido de ambos equipos lo hizo Cristiano en el minuto 52, media hora después del 1-0. Higuaín estaba solo y olvidado, peleándose con los centrales rojiblancos sin un objetivo fijo por el que luchar ni balón que rematar. Benzema aportaba más toque y combinación, pensaría Mourinho, hasta que vio cómo el francés agregaba poco más que el argentino. Callejón abría el campo por la izquierda, lo que servía para comprobar el despliegue físico de Torje y Nyom, nada más. Ni siquiera sufría Siqueira en su banda, algo inusual.
9.- El Granada atacaba poco, de forma puntual cuando sus delanteros se encontraban con un inesperado robo de balón que les daba ventaja numérica con los defensas del Real Madrid. Esto sirvió para que se apreciasen dos contrastes en la zaga blanca: el primero, la continuidad de las altísimas prestaciones de Raphaël Varane, que agregó a su capacidad en el corte y la anticipación varios desplazamientos largos para enmarcar; el segundo, la vara de medir equivocada que usa Arbeloa para habilitar a Aranda en la jugada que origina el córner del gol, y por el penalti innecesario que cometió sobre Ighalo que Mateu no vio.
10.- ¡Qué liga más larga le espera al Madrid! Ganó como ganó en Mestalla por un solo motivo: los blancos se crecieron ante un rival con nombre. Granada tiene innumerables sitios para visitar, un tapeo único y La Alhambra, que al atardecer es un regalo para los ojos, pero el Granada no atrae al Madrid. Se moverá por impulsos de aquí al final de la liga, jugará para ganar a aquellos rivales a los que considere importante ganar, y basta. En el resto de envites pasará de puntillas, sin hacer ruido, esperando a que lleguen esos días grandes.
y 11.- Por suerte para el Real Madrid, se le han agotado las visitas a Andalucía. Cuatro viajes a la región del sur de España y cuatro derrotas ante Sevilla, Betis, Málaga y Granada.
* Jesús Garrido es periodista.
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– Foto: Víctor Carretero (Real Madrid)
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