Ancelotti ante el reto imposible

por el 7 agosto, 2014 • 10:55

 

Por primera vez en la historia del club, el Madrid afronta en una misma temporada las seis máximas competiciones futbolísticas a las que puede aspirar un club europeo. A lo largo de la historia nueve clubes en catorce campañas distintas intentaron la utopía de conquistarlas todas, pero la dificultad del reto fue insuperable incluso para equipos que en su momento parecieron invencibles.

Lo que para el club blanco es un hecho sin precedentes, para su técnico Carlo Ancelotti supondrá una reedición de la campaña 2003/04, en la que también como campeón de Champions y Coppa Italia planificó la temporada en busca de ese grand slam futbolístico. Aquel Milán de los Maldini, Pirlo, Kaká, Seedorf o Shevchenko ganaría con holgura el Scudetto –único de Ancelotti en los ocho años que estuvo en el banquillo rossonero– y conquistaría la Supercopa de Europa ante el Porto (1-0), pero las derrotas por penaltis frente a la Juventus en la Supercopa y frente a Boca Juniors en la final de la Intercontinental disputada en Tokio, sumadas a la dolorosa remontada del Superdepor en Riazor –cayendo 4-0 tras el 4-1 de la ida en San Siro– y al humillante 6-1 global (1-2 en San Siro y 4-0 en Roma) que le endosó la Lazio en semis de copa dejaron un sabor agridulce en la que había sido una temporada notable a pesar de lo estrepitoso de las eliminaciones.

Sin embargo, y aun jugando las mismas competiciones, entre aquel AC Milan 2003/04 y este Real Madrid 2014/15 la diferencia en el número de partidos puede ser abismal. El hecho de que entonces la Serie A solo contara con 18 equipos o que la Supercopa de Italia y la Intercontinental se decidieran a un solo partido provocó que el Milan terminara la temporada con 53 encuentros a sus espaldas, un caramelo comparado con los 64 que puede llegar a jugar un Madrid, que ya viene de una campaña con 59 partidos más un mundial.

En cuanto a carga de partidos, los 69 que disputó el Chelsea 2012/13 (producto de disputar una competición más –la League Cup– y de caer eliminado en Champions y salir rebotado a una competición tan larga como la Europa League) se llevan la palma. Ese Chelsea, como el Barça 2006/07 o el Inter 2010/11 dan fe de cómo una temporada tan ambiciosa puede desvirtuar las posibilidades objetivas de un equipo, incrementar la fatiga cognitiva –el profe Dani Fernández (@DaFdez) explicó perfectamente dicho concepto en este Magazine–, elevar las expectativas a niveles irreales y reventar equipos –acabando con ciclos gloriosos– que el año anterior se habían salido del mapa.

Pep Guardiola es el único entrenador que ha emprendido este reto en tres temporadas distintas saldando cada una de ellas con cuatro títulos, y junto al Ajax de Van Gaal en 1995/96 –que solo cedió ante la Juventus de Marcello Lippi en la final de Champions y ante el modesto Cambuur de la Segunda División neerlandesa en octavos de final de copa– y el Manchester United de Ferguson en 2008/09 –que ganó cuatro títulos y disputó dos finales y una semifinal acumulando 66 partidos– es el que más cerca estuvo de firmar la temporada perfecta. El de Santpedor sí fue capaz de firmar el año perfecto en 2009 conquistando las seis competiciones en un año natural, récord histórico que conserva en exclusiva.

Cabe destacar un par de casos en los que a pesar de planificar la temporada con estos seis torneos en el horizonte (que eran siete sumando la League Cup) diferentes circunstancias impidieron que así fuera: el Liverpool 1977/78 y el Manchester United 1999/00.

El equipo de Bob Paisley –que acaba de ganar la primera Copa de Europa de su historia– no encontró fecha en su saturado calendario para disputar la Copa Intercontinental frente a Boca Juniors –la acabaría disputando el Borussia Mönchengladbach de Udo Lattek, subcampeón europeo que caería derrotado ante los argentinos–, pero esto no eclipsaría una temporada sobresaliente. Los de Anfield revalidaron la Copa de Europa, conquistaron la Supercopa de Europa aplastando (6-0 en el partido de vuelta tras el 1-1 de la ida) a un Hamburgo que le acababa de birlar al genial Kevin Keegan, compartieron la Charity Shield con el Manchester United (0-0) y solo se vieron frenados por la que sería su bestia negra en los años venideros: el Nottingham Forest de Brian Clough, que recién ascendido a la First Division (entonces primera división inglesa) se proclamó campeón de liga superando a los de Paisley, a los que vencerían de nuevo en la final de la League Cup.

La creación del Mundial de Clubes iba a obligar al Manchester United en 1999 a tener que elegir por problemas de calendario entre dicha competición y la mítica FA Cup. Los de Ferguson se decantaron por el mundialito y renunciaron a disputar el torneo copero, decisión controvertida que causó un gran revuelo en Inglaterra, por lo que supone dicha competición centenaria para el fútbol inglés. Los Red Devils ganaron la Premier League y la Copa Intercontinental, cayendo ante el Real Madrid en cuartos de final de Champions, ante la Lazio en la Supercopa de Europa, ante el Arsenal en la Charity Shield y frente a Necaxa y Vasco de Gama en la fase de grupos del mundialito. La fatiga acumulada de los largos viajes –el 30 de noviembre jugaban en Tokio la final de la Intercontinental y a finales de diciembre llegaban a Brasil para disputar el Mundialito– y la acumulación de partidos dejarían en notable una temporada que presumía mucho más.

Tampoco entra dentro del cuadro porque en aquella campaña 1972/73 la Supercopa holandesa no había nacido todavía –se crearía en 1991–, pero el Ajax dirigido por Stefan Kovács, que en 1971 había sustituido al mítico Rinus Michels al frente del club de Ámsterdam siguiendo su filosofía del fútbol total, y liderado en el campo por Johan Cruyff hizo la que seguramente sea la mejor campaña de un equipo que ha afrontado todas las competiciones posibles –aunque en este caso solo fueran cinco–. Aquel inolvidable equipo ganaría su tercera Copa de Europa consecutiva, revalidaría la Eredivisie, superaría al Glasgow Rangers en la final de la Supercopa de Europa ganándole en Escocia y en casa, y se proclamaría mejor equipo del mundo venciendo a Independiente de Avellaneda en la final de la Intercontinental.

La calidad y profundidad de la plantilla madridista y la notable gestión de grupo que ha llevado a cabo Ancelotti hasta ahora son, en definitiva, avales más que suficientes para acometer con ilusión una temporada de esas que carga el diablo.

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* Alberto Egea.





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