"Se llama genio a la capacidad de obtener la victoria cambiando y adaptándose al enemigo". Sun Tzu
Boca se quedó con el superclásico argentino tras derrotar 1-0 a River, y de ese modo se consolida como el único líder del campeonato argentino, tras la derrota de San Lorenzo, que hasta la fecha lo acompañaba en lo más alto de la tabla.
El partido mostró dos etapas diferentes. En la primera de ellas nos encontramos con un juego muy friccionado, sin espacios para nadie y con ambos equipos achicando constantemente y asfixiando a su oponente a partir de líneas defensivas adelantadas y mucha intensidad en el centro del campo.
En ese duelo feroz en el que transitó el encuentro durante los primeros 45 minutos, Boca sacó ventaja a partir de lo inteligente y natural de sus volantes para jugar a un toque y propiciar contragolpes con sus dos delanteros, Tévez y Palacios, descolgados en zona ofensiva. Además, el xeneize también se valió de la excelente labor de su última línea: los zagueros comieron la espalda de Alario (espigado delantero riverplatense) y no le permitieron jamás girar para quedar de cara al arco y le complicaron mucho la acción de pivotar para sus compañeros. También es de destacar la labor de los laterales, que se mostraron lúcidos para cerrar los espacios por las bandas y acompañaron a los volantes externos contrarios hasta sectores avanzados.
Tan bueno fue el funcionamiento, fundamentalmente defensivo, de Boca en la primera mitad como malo el ofensivo de River Plate. Los dirigidos por Gallardo se saltaron constantemente etapas del juego y abusaron del envío largo hacia la posición del delantero referencia: Alario. Además, los laterales prácticamente no superaron el mediocampo y los volantes no lograron interpretar el juego que planteaban los medios oponentes. Fueron responsables de que el equipo se desbalanceara durante varios pasajes.
Sin embargo, en la segunda parte el equipo local creció y se convirtió en dominador. No obstante, los de Arruabarrena generaron sus chances en jugadas de contraataque, y a River le costó mucho materializar su supremacía en los metros finales. Los millonarios crecieron a partir de que sus laterales comenzaron a empujar más arriba y obligaron al mediocampo rival a cubrir el total del ancho del campo. Además, Carlos Sánchez pasó a ubicarse por delante del mediocentro. Matías Kranevitter, con su despliegue y profundidad, sumado a la faceta más incisiva de los laterales, provocó que la visita retrocediera varios metros y ya no ejerciera una presión tan avanzada y, por supuesto, tampoco con la misma intensidad que en la génesis del partido.
River empezó a explotar las bandas y a abastecer el área de centros. Orión, portero xeneize, tuvo que mostrarse rápido de reflejos en un par de ocasiones para despejar cabezazos peligrosos. Así y todo, al local no le alcanzó con encontrar sus espacios en los pasillos laterales y careció de esa cuota de repentización y sorpresa que permitiese desarmar una última línea sólida y atenta, como lo fue la de Boca.
* Rodrigo Zacheo.
– Foto: AP
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