Alemania / Borussia Dortmund / Bayer Leverkusen / Fútbol
El Bayer Leverkusen enfrentaba por segunda vez en la temporada –la primera fue ante el Bayern– a un equipo obsesivamente diseñado para ejecutar una salida de balón limpia, creando superioridades desde el inicio y apoyándose en una secuencia de pases que le vaya ordenando hasta plantarse en campo contrario con ventaja posicional, lo que le permite seguir desarrollando su plan de ataque y tener muchos jugadores cerca del balón tras cada pérdida. El enfrentamiento es extraño para ambos, pues ni el Leverkusen acostumbra a desarrollar su asfixiante pressing sobre este tipo de equipos, ni Bayern y Dortmund se suelen citar con equipos que no busquen replegar bajo, cerrar espacios y contragolpear. Frente al Bayern, los de Roger Schmidt desradicalizaron su propuesta y ejercieron una presión mucho más tibia, mientras el Bayern, con Xabi Alonso de central, no buscó progresar raseando en corto sino que prefirió acumular pases horizontales hasta encontrar al mediapunta y al punta –Müller y Lewandowski– bien por arriba, bien por abajo, y dejar que fueran estos los que sirvieran el balón de cara a los interiores. Esto y los cambios de orientación a los extremos anularon por completo a un Leverkusen que acabó cayendo 3-0.
Aquella vez, ambos equipos se desnaturalizaron en cierta manera para competir. En el BVB-Leverkusen, ambos recurrieron a lo más arraigado de su identidad. Y parece temerario hablar de identidad en un colectivo cuyo líder apenas lleva tres meses ejerciendo, pero no hay más que ver cómo ha conseguido el BVB de Thomas Tuchel su pleno de once victorias esta temporada para encontrar un equipo absolutamente reconocible, donde cada jugador conoce su rol a la perfección dentro de un engranaje que no ha acusado ni bajas ni rotaciones. Y esta vez faltaba Marco Reus.
Así se desarrolló la 1ª parte:
El BVB salió en 4-1-4-1 con la intención de cargar el ataque en la izquierda donde gesta el arsenal de recursos que hasta hoy le han hecho indescifrable para el resto de rivales. Para llegar allí, los locales se armaron de paciencia en la salida de balón ante la presión hombre a hombre que ejercían los de Schmidt. El jovencísimo Weigl, siempre con la marca detrás, no dejaba de ofrecerse con una personalidad impropia de sus 20 años, eligiendo siempre bien cuándo girar y cuándo devolver a los centrales para abrirse y habilitar nuevas líneas de pase que dibujaban los interiores. Concienciado de su papel capital en el equipo, un finísimo Hummels alternaba juego en corto y desplazamientos en largo al hombre libre, acercando a los lejanos y haciendo bascular a un Leverkusen al que le costaba robar. El equipo era coral y comprometido en todas las fases de juego, y la salida de balón no era menos. Superada la intensa primera línea de presión, el Bayer era víctima. Los visitantes muchas veces ya no llegaban a presionar al poseedor, permitiendo esto las vertiginosas conducciones de Mkhitaryan y concediendo tiempo a los mediocampistas amarillos para poner balones a la espalda de la adelantada defensa rival.
En ese sector izquierdo se juntaban Schmelzer, Weigl, Kagawa, Mkhitaryan y hasta Aubameyang para crear un rondo ágil y dinámico que era preludio de una diagonal de Mkhitaryan que ponía a todo el ataque a su servicio –paredes horizontales con Gündogan, paredes verticales y dejadas para seguir jugando de cara de Aubameyang, desmarques de arrastre para limpiarle dicha diagonal…– o de un cambio de orientación a la derecha que provocara un 2 contra 1 de Hofmann y Ginter frente a Wendell.
Cuando juega Reus la posición de extremo más fijo que ocupa Hofmann se desvanece por la necesidad del crack alemán de participar más en la jugada, ejerciendo más de falso volante y dejando todo el carril para un Matthias Ginter al que Tuchel ha puesto alfombra roja para hinchar sus estadísticas (2 goles y 6 asistencias esta temporada; marca o asiste cada ¡79 minutos!) y le ha dado un espaldarazo que lo puede acabar poniendo en pole para ocupar, de cara a la Eurocopa de Francia, una demarcación en la que tras la retirada de Lahm, Joachim Löw solo ha probado jugadores –Grosskreutz, Rudy, Rüdiger y Emre Can– sacados de su posición original. Ginter tampoco es lateral en origen, pero visto su rendimiento quizá ya ni él mismo lo recuerde cuando llegue junio.
El Leverkusen, que había salido con doble ‘9’ –Chicharito y Kiessling– dejando clara su apuesta por el juego directo, vio cómo su pressing quedaba estéril ante la exhibición local, cómo todos los pelotazos de Leno los ganaba la pareja Sokratis-Hummels –el griego le amargó el partido a Chicharito– y cómo los jugadores amarillos imantaban todas las segundas jugadas. Su plan no tenía que ver con la construcción pausada de la jugada sino con robar alto y colar balones a la espalda de la defensa para que corriera Chicharito. El ex entrenador del Salzburgo quería rock ‘n’ roll en toda la cancha, pero Tuchel dijo que no, que su mitad de campo se bailaban lentas y que solo se subía el volumen pasada la divisoria. Aún así, la tuvo Chicharito un minuto después del 1-0, precisamente con una pérdida de Gündogan producto de la presión que Calhanoglu puso en bandeja al mexicano, incapaz de definir en el mano a mano. El gol local había llegado de aquella forma que desquiciaba a Bilardo –“Córner mal sacado, gol en contra”–: pasando en segundos de tener un saque de banda a favor en campo rival pegado al banderín de córner, a sacar el balón de tu propia portería tras un despeje orientado de Hummels desencadenante de una contra culminada por por Hofmann.
Así formó el Leverkusen en el 2º tiempo:
El 1-0 era la mejor noticia para un Roger Schmidt que aprovechó el descanso para dar entrada a Mehmedi y Brandt y sentar a Kiessling y Kramer pasando a jugar en un curioso 4-2-3-1 con Calhanoglu haciendo de Kramer en el doble pivote y Bellarabi jugando casi más de segundo punta que de enganche. Pero tampoco eso iba frenar el ciclón amarillo. El 2-0, que para más gloria se forjó en la derecha, resumió perfectamente lo que es el Borussia de Dortmund: ordenada salida desde atrás comandada por Hummels, construcción de la jugada con apoyos interiores de un Aubameyang camino de convertirse en el delantero total, pérdida momentánea de balón, inminente y agresiva activación de la presión tras pérdida, combinación colectiva con la intervención de cinco jugadores distintos en el último cuarto de campo y lucidez absoluta dentro del área. Pura armonía el reparto de los espacios en ataque.
Fueron tres pero pudo ser cualquier número. Todavía tuvo tiempo Januzaj de seguir acumulando minutos que le hagan asimilar lo antes posible esta nueva realidad. Se ha montado en uno de los mejores barcos de Europa para crecer, pero la competencia pinta que le va a poner en chino mandarín el obtener el protagonismo que buscaba con su salida de Old Trafford. El Dortmund va muy en serio.
* Alberto Egea.
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal