El partdo del Shakhtar ante el Sevilla fue tan condicionante para la eliminatoria como esperanzador para los intereses de los afcionados ucranianos. Quizás, contra pronóstico, la firmeza de los de Lucescu no se esperaba. Al menos en tan gran medida. Siendo los dominadores de la posesión del balón, el discurso del partdo siguió la idea que más agradaba al Shakhtar, de tal manera que fueron los encargados de proponer juego a partir del balón. En ese contexto, donde el Sevilla se encuentra cómodo replegando, la superioridad del Shakhtar se manifestó en el marcador. No obstante, varios fueron los aspectos que reprodujeron carencias que lleva arrastrando el equipo en la presente temporada.
El más contraproducente, sin embargo, se reprodujo en mayor medida en el partido anterior a la visita a Nervión. Una de las principales circunstancias que tiene que preparar el Shakhtar con mimo es la salida de balón. Siendo una incógnita cómo será el planteamiento del Sevilla, con o sin balón mayoritariamente, la capacidad de los ucranianos en esa faceta del juego siempre ha sido una de sus aptitudes principales. Ante el Dinamo de Kiev se vio, de manera recurrente, incapacidad para generar juego desde la línea defensiva. Cierto es que tanto Kucher como Rakitsky, presumibles titulares ante el Sevilla, no fueron de la partida. El segundo, perfilado en el flanco izquierdo, posee recursos para desplegar la construcción del juego mediante pases entre líneas y envíos largos, rompiendo metros de presión del rival.
La ubicación de Ordets y Kryvtsov se realizó de manera muy amplia, con el claro objetivo de ensanchar el campo. Así, las opciones que tenían para continuar con la transición se presentaban en zonas laterales y centrales. Esto es: con los laterales y mediocentros. Y, precisamente por la colocación de los segundos, existieron deficiencias en el transcurso de la generación de juego. Stepanenko y Malyshev, formando doble pivote, nunca estuvieron escalonados en el terreno de juego. Siempre muy juntos, pareja en horizontal, su aporte se vio minimizado porque ninguno de los dos se incrustaba entre los centrales, abiertos, y las marcas del Dinamo se producían en bloque lineal.
Por ello, hasta cuatro efectivos se juntaban en la primera línea de construcción de juego con el balón, no estando ubicados de manera óptma. Complementariamente, esto provocaba que Kovalenko, mediapunta del equipo, tuviera que retroceder muchos metros, incluso hasta campo propio, para poder entrar en contacto el balón. Tanto Miguel Veloso como Garmash eran los encargados de seguir la marca de la joven promesa del Shakhtar para evitar su partcipación en el juego. Las opciones de combinación, por tanto, eran los jugadores situados más cerca, sin posibilidad de ruptura de líneas de presión.
La salida por las bandas, además, fue deficiente, sin ofrecer opciones ni apoyos. Muy pegados a la cal, la defensa del extremo o lateral rival hacía que tuvieran que retrasar inmediatamente el balón hacia los centrales. La permuta en la zona central del mediocentro de esa zona no era posible por la ubicación antes mencionada, sin libertad para avanzar porque el desempeño del juego se producía en la parcela del terreno de juego del Shakhtar. Vías de actuación tapadas o inexistentes por la disposición territorial de los jugadores de Lucescu.
Los desequilibrios se produjeron tras la recuperación de balón, fallos de la defensa rival y ataques con espacios por delante. De hecho, el repliegue del Shakhtar tras anotar el primer gol dio una idea de lo que se puede ver en Nervión. Si se establece ese planteamiento, al menos de manera inicial, se erradicarán los problemas mostrados en la salida de balón, ya que no se prevé que el Sevilla repita una disposición en bloque medio, como en el partdo de ida. No obstante, lo positivo del resultado para los españoles hace pensar en una exhibición de ritmo pausado, a tenor de los intereses de Unai Emery. “Debemos jugar como en la primera parte del partido de ida. Lanzamos contraataques, pero fallamos: en ocasiones erramos el último pase, en otras hubieron errores en los movimientos. Pero ese es el estilo de juego que causa problemas al Sevilla, y no les debemos tener el balón”, estableció Facundo Ferreyra en la previa del partido.
Sea con una fórmula o de otra, sin descartar ambas a lo largo del encuentro, el acierto del Shakhtar tiene que ser elevado, sin la concesión de balones perdidos en la primera fase del juego ni espacios en zonas centrales, como ya ocurriera en el primer duelo. Algo de lo que, dentro del vestuario, son conscientes. “En la segunda parte no pudimos presionar a los oponentes de la misma manera. Además, Banega realmente causó la diferencia: recibió el balón, distribuyó pases… Banega cambió signifcativamente el partido”, afirmó el argentino. Hasta 81 pases realizó el jugador del Sevilla, omnipresente en el centro del campo, con un 84 % de acierto. Ante el Dinamo, ni Yarmolenko ni Derlis González, que jugó los segundos 45 minutos, pudieron disfrutar de esas situaciones. Un avance. Ante el Sevilla, sin embargo, la complejidad aumentará.
* Carlos Álvarez Villacé.
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