El partido de ayer en Stamford Bridge tuvo de todo. Y no es un tópico. Para hacer un análisis futbolístico conviene aislarse de todo lo que sucedió con el arbitraje, que influyó en el resultado final, pero ambos equipos mantienen sus virtudes y defectos antes y después de las expulsiones de Ivanovic y Fernando Torres.
El primer tiempo nos permitió ver dos estilos muy diferentes. Por ejemplo, un Chelsea que vuelca todo su talento en la zona de tres cuartos pero que tiene mucha dificultad para que sus mediocentros lleven la pelota en buenas condiciones hacia Mata, Óscar y Hazard, por un lado; y por el otro, los problemas que padece arriba con un Fernando Torres que está lejísimos de su mejor momento como jugador.
El contexto de juego en el que se mueve el Chelsea tampoco le beneficia en exceso. Torres siempre fue un jugador con facilidad para explotar su potencia en carrera. Ahora no es tan rápido y tampoco el equipo le busca en ese tipo de jugadas. En espacios reducidos sufre más.
La tendencia de Mata, Oscar y Hazard a ir hacia dentro y las pocas incorporaciones de Ivanovic y Cole por fuera crean a menudo un embudo en el juego del Chelsea. El que mejor lo interpreta es Mata, al que su técnico le coloca de inicio partiendo desde la banda derecha, pero que se retrasa para ayudar a Obi Mikel y Ramires en la zona de creación. El Chelsea necesita ser un equipo muy intenso, como lo fue en el primer tramo de la segunda parte; cuanto más arriba recupera el balón, más peligroso es el equipo.
El Manchester United recuperó el sistema 4-2-3-1 aunque por momentos fue un 4-4-2. Llama la atención la posición de Rooney: donde mejor rinde es detrás de un punta, pero Ferguson le obliga a jugar por todo el campo, llegar a defender a su propia área y enlazar con Van Persie.
Lo que sí hizo bien el United fue explotar las bandas. Los dos primeros goles llegaron en dos jugadas magníficas por fuera. La primera la interpretó fenomenal Rooney y en la segunda, Rafael y Valencia crearon superioridad.
En este escenario, Mata se volvió a echar el equipo a la espalda, con el gol de falta y con la forma de tirarse atrás unos metros para generar juego. Al inicio del segundo tiempo apareció Oscar para asistir a Ramires, que una de las mejores cosas que puede aportar jugando en mediocampo es su llegada.
Con el partido empatado llegaría toda la polémica con las decisiones del colegiado, Mr. Clattenburg, que influyeron en el partido. Las acciones se pueden discutir, pero el encuentro tiene un análisis táctico antes y después de las mismas.
El Manchester United, con once, y el Chelsea, con nueve: demasiada ventaja para un equipo de esa calidad. Y ahí pareció el mejor goleador que tiene el equipo, porque Chicharito lo es. Su nivel de efectividad dentro del área, y más en concreto dentro del área pequeña, es espectacular.
Es cierto que marca el tercer gol del Manchester United en un fuera de juego muy complicado de ver, pero demuestra una vez más que tiene que jugar mucho más de lo que lo hace en la actualidad.
A estas alturas, Di Matteo debería tener claras las virtudes y defectos de su equipo y buscar la fórmula de potenciar las primeras y minimizar las segundas. El United no responde a un patrón de juego claro, pero es un equipo muy peligroso por las bandas, especialmente por la derecha, y tiene jugadores de una calidad individual magnífica, aunque aún le falta jerarquía para gobernar los partidos en los que va por delante en el marcador.
* Alberto López Frau es periodista.
– Fotos: AP
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