Análisis de una expectativa
Es complicado salirse del binomio España-Estados Unidos cuando el camino ya deja entrever a lo lejos el revuelo que se va organizando en torno a la final. Ambos equipos ya están en cuartos de final después de solventar con autoridad sus partidos de octavos y ambos también han generado tantas expectativas que son varios los equipos que se plantean jugar una competición paralela, para no molestarlos.
Sentarte en primera fila y no saber si prestar atención a Cachao López o a Rubén González. Algo así le debe estar pasando a Juan Antonio Orenga, que si hubiera sido presidente del Buenavista Social Club lo tendría claro: aquí tocan cada noche los mismos cinco, los mejores, y lo hacen sin descanso hasta el amanecer.
El elenco de jugadores de la selección española es tan extraordinario como los diferentes artistas que subían cada noche al escenario en el barrio de Buena Vista. Ibaka, Sergio Rodríguez, Calderón… ninguno forma parte del quinteto titular. Orenga hace rotaciones demasiado cortas y son demasiados los minutos de jugadores importantes en fases intrascendentes de algunos partidos. La segunda unidad no está compensada y está hecha con calzador. Todo cierto. Tan cierto como que dependerá del resultado final que Orenga hiciera que llegaran rodados los jugadores importantes al momento clave de competición y que la segunda unidad haya sabido dar equilibrio en momentos clave de los partidos.
Los grupos son complejos y sus dinámicas también, solo desde dentro es posible hacer una lectura correcta de la situación. Aun así, a menudo ocurre que ciertos entrenadores eligen una táctica al inicio de los campeonatos y son poco dados a evolucionar y adaptarse a lo que ocurre en pista una vez van avanzando las jornadas. La rotación establecida por encima de la mal llamada improvisación. Son tantas las posibilidades que a uno le da por pensar que Sergio Rodríguez podría dar más descanso a Ricky Rubio, aunque eso supusiese rebajar más los minutos de Calderón y que este no coincidiese mucho tiempo en pista junto los dos Sergios. A uno le da por pensar que Ibaka podría dar más descanso a los hermanos Gasol y que debería ser una prioridad que recibiera más balones en el interior. Son tantas las posibilidades que a uno le da hasta por pensar que Orenga hace lo correcto.
Mike Krzyzewski lleva años sin generar dudas sobre sus funciones. Cuando de un campeonato FIBA se trata, la eminencia americana es él. Tan claro lo tienen al otro lado del Atlántico que los jugadores se supeditan a sus decisiones, sea cual sea su estatus.
En el equipo norteamericano pasa como casi siempre: que no están todos los que son, pero son todos los que están. Pero aquí cada cual confecciona el equipo que puede y quiere, el resto son excusas que a menudo suenan mal y a destiempo. Con todo, Krzyzewski presenta un equipo muy intenso en defensa y supeditado al colectivo, aspectos cuya ausencia solemos criticar de los equipos americanos con demasiada ligereza. Y claro, Rose, Harden, Curry, Gay…
Así, y entregándome a los brazos de las expectativas, esa posible final España-Estados Unidos quizá pueda tener algo de distinta de las anteriores. España llega con el mismo talento e ilusión que siempre, con un equipo extraordinario y curtido, sabedor de que se aproxima el ocaso de una etapa difícilmente equiparable en nuestro baloncesto, y sabedor también de que en esta ocasión las opciones estarán más igualadas que nunca y que la experiencia está de su lado y la presión y la exigencia continuarían en el lado de siempre, el estadounidense.
Nunca se sabe bien cuándo llegará una revolución que provoque el cierre de nuestro particular Club Social. Mientras, un consejo: siéntense y disfruten. Y si es en primera fila, mucho mejor.
* Pepe Navarro Barranco.
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