Una consecuencia clara del desarrollo científico en Occidente ha sido la creación de fronteras artificiales entre los diferentes campos de conocimiento, que han servido para segregar y aislar a cada uno de ellos del resto. Su expansión, en lugar de ayudar a conectarlos, los ha distanciado cada vez más, dificultando la posibilidad de materializar planteamientos interdisciplinares y, sobre todo, transdisciplinares (Balagué N., Torrents. C.)
Estos últimos planteamientos se hacen imprescindibles al disponer de una visión de conjunto y poder avanzar en el conocimiento. Es ahí donde aparecen, siendo un grave inconveniente, aquello que podemos denominar como ambientes de bienestar, donde la fundamentación teórica basada en el «esto se hace así porque se hacía así» ha sido la fundamentación de la puesta en práctica durante años, aún en innumerables contextos hoy en la actualidad.
Antes de hablar sobre la fundamentación de estas palabras, he de decir que desde la Teoría general de Sistemas, un ambiente es un complejo de factores externos que actúan sobre un sistema y determinan su curso y su forma de existencia. Un ambiente podría considerarse como un superconjunto en el cual el sistema dado es un subconjunto. Puede constar de uno o más parámetros, físicos o de otra naturaleza. El ambiente de un sistema dado debe interactuar necesariamente con los seres vivos. Seres vivos que buscan un continuum bienestar.
Es muy común comprobar cómo se forman situaciones donde lo arraigado y estereotipado por las vivencias contextuales que se dieron años atrás nos proporciona una búsqueda de decisiones resultadistas que se fundamentan en recuerdos o situaciones positivas que nos hacen pensar que nos determinarán el mismo deseado desenlace, obviando la cantidad de condiciones contextuales que determinarán el futuro devenir.
En torno al deportista se rigen numerosas teorías y paradigmas acerca de su preparación, preparación válida que todos decimos saber y donde las situaciones contextuales nos ayudan a entender este complejo deporte. El fútbol no ha tenido una filosofía hasta tiempos cercanos en torno a la preparación física, sino que esta era una adaptación de la filosofía de los deportes individuales. Es aquí donde me es inevitable hacer un análisis en el tiempo y repasar fugazmente numerosos contenidos bibliográficos, siendo una traslación ilógica y perjudicial si me permiten, ya que es destacable la diferencia entre el proceso de entrenamiento de uno y otro, básicamente debido a conceptos fundamentales como la interacción grupal e incertidumbre espacial.
Hablar en futbol de fragmentación del jugador como ser complejo y multidimensional que es me hace no ser capaz de entender ese proceso de globalidad en el juego cuando se parte de una preparación individualizada, fraccionada, determinista que únicamente hace resaltar la contaminación en la que hemos estado inmersos los preparadores físicos, donde desde la comodidad y el desconocimiento metodológico hemos realizado cosas durante mucho tiempo porque sí, viéndonos instalados en los mencionados ambientes de bienestar donde nos encontramos cómodos y desde donde vemos el conocimiento futuro con miedo a que desmonten nuestra inventada fortaleza.
Una inventada fortaleza donde las conclusiones siguen siendo preguntas: ¿Qué me determina el éxito? ¿Por qué atentamos contra la insensatez de obviar tantos factores intrínsecos y extrínsecos que nos condicionan la irreal planificación así como la actual sesión? ¿Qué es el modelo sino los jugadores? ¿Y el método? ¿Nos creemos capaces de aportar algo sin conocer el juego? ¿Por qué no desarrollo según el contexto y dejo de introducir el contexto en mi persona? ¿Qué papel desempeña una preparación atlética como maximus de todo el proceso de aprendizaje en el fútbol? ¿Dónde aparecen los constreñimientos en una situación de Resistencia Anaeróbica, método interválico extensivo? ¿No seremos locos y atacaremos al colectivo profesional por decir que hay una preparación del músculo y otra del juego? Si la fuerza es astucia y la velocidad parte de la toma decisional, ¿nos dirán que no hablamos de fútbol?
Perdonen mis preguntas, pero es que la relación causa-efecto nunca fue de mi agrado. En la práctica, los principales errores se cometen en la etapa de planificación por no tener una mirada integral y no considerar las relaciones de causa-efecto siendo esta en el fútbol únicamente determinable tras evaluar las sensaciones, percepciones del día a día que determinarán qué hacer mañana y únicamente mañana, sin poder expandir el abanico planificable mas allá de ahí.
Por tanto, y sin el deseo de enturbiar este cómodo ambiente, sin ser mi intención desterrar los modismos infundados ni los discursos sugerentes, seguiré fragmentando preguntas que proporcionen claridad en este complejo mundo donde la relación estructura-jugador-convivencia-interacción determina una preparación del deportista inseparable del rendimiento colectivo en búsqueda de eficiencias específicas óptimas contextuales y no máximas descontextualizadas.
* Miguel Chamorro es licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte.
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