Nápoles y Fiorentina se midieron en San Paolo en un duelo por todo lo alto, tercero contra cuarto de la tabla, dos plantillas de calidad pero físicamente en horas bajas. Ambos conjuntos venían de caer en la Europa League ante Oporto y Juventus, y entre el cansancio y las lesiones no brindaron un partido de mucha calidad. Se medirán de nuevo en la final de Coppa Italia.
Los primeros instantes del encuentro fueron los clásicos que se ven en San Paolo. Empujado por su afición, el equipo de Benítez fue a por todas desde el pitido inicial. La Fiorentina no estaba cómoda con el balón, tratando salir desde atrás, pero finalmente enviando balones largos en busca de Mario Gómez. Montella fue inteligente, como en la gran mayoría de las ocasiones, y situó en la banda izquierda a Cuadrado. La idea era evidente: atacar los espacios de Révellière. Pero no le salió bien, no lograba tener la posesión ante la presión en su campo del Nápoles. Esa presión que inicia Higuaín y tras él los demás jugadores. A la media hora de juego se decidió el encuentro, tras una torpe entrada de Ghoulam en la frontal del área sobre el joven montenegrino Bakic y terminó con la expulsión del lateral argelino. Ante esta situación no tardó en reaccionar Benítez: con Maggio lesionado, Callejón jugó de lateral derecho y el francés Révellière pasó al lateral izquierdo. La idea del técnico español era clara, evitar mediante Callejón la velocidad de Cuadrado.
Insigne era el único que tenía cierta luz, encaraba y abría espacios para sus compañeros. Higuaín, tras dejarse el alma en el duelo ante el Oporto, falló ocasiones y estuvo más pendiente del árbitro que del propio balón. No fue la noche del nueve argentino. En la segunda mitad Montella dio entrada a Ilicic tras la lesión de Bakic y a Matri por Gómez. El tanque alemán se resintió de su rodilla, quedó detrás de su cuerpo y le impidió continuar el partido. La Fiorentina, sin tener el control del encuentro, buscó el gol con más timidez que atrevimiento mediante algún disparo de fuera del área o algún falló bastante claro de Matri. El Nápoles aguantó sin renunciar a seguir haciendo daño en los espacios que dejaba el conjunto viola. Higuaín, bastante enfadado, fue sustituido por Behrami con las intenciones claras de amarrar el empate. La peor noticia, más allá del resultado final, fue la lesión de Mertens, que dio descanso a un trabajador Insigne. Tras pactar ambos equipos un empate que servía bastante poco al conjunto visitante, llegó un magnífico centro de Pasqual y un gol de cabeza con todo a favor de Joaquín. El español trabajó como casi ningún compañero en labores defensivas y concluyó un notable encuentro dando los tres puntos a los toscanos. La Fiorentina sigue subida al tren por alcanzar la plaza Champions, mientras el Napoli debe hacer buenos los siete puntos de renta.
* Iñaki Lorda.
– Foto: Ansa
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