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"La competición no forja el carácter. Lo revela". Imanol Ibarrondo


Análisis / Fútbol

Algunas caras y un estilo

por el 19 noviembre, 2012 • 7:20

TRÁNSITO HASTA HOY

El Málaga ha caminado un trayecto muy largo a toda velocidad y sobre la incertidumbre de un dueño que viene y va. “Se hace camino al andar”, que dice la canción de Serrat. El jeque es el ejecutor de la ilusión, pero también la principal preocupación del malaguista. A las órdenes futbolísticas, un ingeniero de convicciones extremadamente claras. Pragmatismo a partir de la posesión y el talento. Jugar para ganar, pero sin afear a la afición.

La historia ha jugado a favor del Málaga. Nada que perder y todo por ganar en una ciudad que jamás ha conocido la gloria deportiva a tan alto nivel. La venta de su mejor activo, Cazorla, y los problemas fruto de una gestión, cuando menos extraña, hicieron sólido al equipo. Pasó a llamarse equipo en lugar de plantilla. Un esfuerzo para esquivar la problemática realidad a partir de aquello que proponía Esopo: “La unión hace la fuerza”.

CÓMO JUEGA

Partir de la premisa de conquistar el balón ya transmite una idea –más visual que futbolística– de lo que quiere el equipo. Una idea amable, desde luego. Pellegrini, principal artífice del proyecto, fue encauzando el esquema hasta acoplar a Joaquín como segundo punta en lo que supone un 4-4-2 con mucha movilidad y apoyos con el equipo replegado volviendo al origen del 4-2-3-1. Al fin y al cabo, cuando Saviola, Joaquín, Isco, Portillo o Eliseu se asocian y agitan una parte del campo, es imposible encasillarlos en una línea. Fútbol. Partiendo desde la idea de llevar el peso del juego, sin que dé pánico transitar –cada vez más fe en correr–, el Málaga genera posesiones de entidad cuando el rival no solapa defensa y centro del campo. Incluso poblando y ocupando las bandas, sabes que te va a dominar. Solo durante un rato Milán y Betis y Valladolid comprendieron qué tenían que hacer para sujetar el plan de Pellegrini, pero todos ellos acabaron sucumbiendo.

A diferencia de muchos, aparece e inicia por el centro, pero siempre con preferencia hacia el exterior para acabar cerca del área con una tendencia absolutamente interior que comanda siempre Isco. Monreal, Isco y Joaquín (a veces Saviola) son un triángulo que percute el flanco izquierdo para llevar la superioridad a base de triángulos. Mínimo espacio, desequilibrio individual y peligro inminente. Dos paredes y ventaja. Tras, evidentemente, haber madurado la jugada. Cuanto más a la izquierda y tardía sea le recepción de Isco, más probabilidad de peligro: 1) Su conducción es distinta. Seduce, despista y destroza; 2) Su salida interna y la amenaza de Monreal  –el más profundo– por el exterior son una constante preocupación. Por el centro, sin embargo, tiene esa riquelmización o posibilidad para pesar más, pero ser menos definitivo. Constantemente tomando decisiones entre fluir mejor o vivir feliz.

La capacidad para someter del Málaga era manifiestamente superior el año pasado. Cazorla percutía de manera pendular hasta hundir al contrario cerca del área. Allí, en un espacio reducido, era complicado encontrar una ruptura y el Málaga pecaba a menudo de horizontal. Este año no somete a ese nivel, pero sí tiene el delantero de las rupturas cortas: Saviola. En vertical es casi nulo más allá de apoyos cortos. Ya no tiene la reactividad ni el desborde, pero conserva el olfato.

Si hay dos posiciones infravaloradas en el Sistema Pellegrini son los laterales. Podríamos asegurar sin temor a caer al vacío que la longitud de ellos (y cuanto más ancho) determina el grado de fluidez y de profundidad del equipo. Precisamente una de las causas del pequeño bajón del Málaga en el último mes es la baja de Monreal –el más determinante–. Otra, la fatiga cognitiva.

DOS CARAS CASI OPUESTAS

La plantilla del Málaga era corta antes de empezar la temporada y ahora está exhibiendo la realidad. No se trata, que seguro influye, de cansancio en las piernas, sino de fatiga emocional, que influye tanto o más. Pellegrini lo explicó tras el partido ante la Real Sociedad. La Champions exige a nivel mental mucho y afecta. Pese a la teoría de la acumulación de minutos a la que se abraza constantemente la prensa.

El dato lo dieron los amigos de Ecos del balón: tras partidos europeos, 1 victoria, 3 empates y 3 derrotas. La gestión para Pellegrini es extraordinariamente dificultosa. Del dato podemos sacar varias conclusiones: 1) Los suplentes no están a la altura de la idea. Habitualmente, jugadores incluidos en el molde del equipo, pero inadecuados para ejecutar el modelo al nivel de asociación de Isco, Saviola, Joaquín o Portillo. Ejemplos: Duda o Sebas Fernández; 2) El tema emocional: el desgaste mental que provoca la presión de competir en Champions merma en Liga de manera incontestable.

Curiosamente, ambas afirmadas en resultados y juego. En Cornellá rotaron Joaquín, Saviola y Portillo y Eliseu pasó al lateral –cumple, pero las lagunas en defensa son manifiestas y no domina la capacidad de elegir y aparecer–. Partido discreto en ataque, sólido atrás. Resultado: empate. En La Rosaleda, Rayo Vallecano y Real Sociedad saldaron sus partidos con victoria. Ambos tras partido europeo y ambos con el once ofensivo: Joaquín, Saviola, Portillo, Isco… Incluso con un solo mediocentro defensivo en el caso del segundo partido. Intensidad reducida al mínimo, errores impropios. Resultado: dos derrotas.

Consecuencias de un trabajo extra en una plantilla bajo mínimos, no solo en cuanto a número sino en cuanto a talento. Aunque, sin duda, la coyuntura extradeportiva afecta, aunque no tiene por qué en momentos puntuales, en términos de medio-largo plazo o en partidos posteriores a un buen esfuerzo competitivo.

DEBILIDADES Y FORTALEZAS
  • Dependencias: Aunque los resultados digan que hasta ahora el Málaga ha funcionado con y sin bajas, la realidad nos cita en partidos donde han faltado Isco y/o Joaquín, los jugadores diferenciales. Athletic y Espanyol pueden corroborarlo. Los habituales suplentes (Duda, Seba, Roque…) comprenden el modelo, pero chirrían en su ejecución. Estricta cuestión técnica. A las bajas de Toulalan o Monreal, el Málaga se ha repuesto en mayor o menor medida, pero sobreponerse a Isco y Joaquín es inalcanzable. Sin ellos, no hay diferencia. Es más, sin Isco al Málaga le sería realmente complicado dominar el ritmo del partido. El malagueño es de una dimensión enorme. Ha dejado de influir solo cerca del área para pisar todos los peldaños de la jugada. Inicia, aparece y da el último pase.
  • Nadie en la espalda: El Milán destapó un déficit de este Málaga que ya apuntaba a causa de lo farragoso en el inicio de la elaboración. Con la defensa empujando a Montolivo y Ambrosini hacia delante, Isco y Joaquín tendían a recibir muy pocos metros por delante del centro del campo. La consecuencia es que el Málaga no genera peligro con sus hombres diferenciales a tanta distancia del área. Y la causa de no que no existiera el peligro real y el Milán conviviera felizmente es que no tiene la capacidad de atacar el espacio (largo) que ofrecía Rondón. Ni a Cazorla para filtrar por encima. Fue Iturra quien se acercó y Joaquín quien ya había leído que mejor recibir en carrera que al pie. Los rivales reducirán los metros a Joaquín e Isco y alguien debe estirar. Sin que la defensa corra hacia su portería, no habrá espacio ni diferencialidad ofensiva.

  • Segundo año: El grueso del equipo continúa, la idea continúa y todos se la creen y le dan una pizca de carácter. Ese gen competitivo que le ha ofrecido el camino sufrido hasta llegar a la Champions. Que el modelo sea intrínseco a los jugadores ya es un paso enorme al que le une la implicación colectiva como principal fortaleza. Remar en la misma dirección. “Juntos para ser eternos”, que dijo Apuleyo en el s. II d.C.
  • Línea y fase defensiva: No se trata de la línea únicamente, aunque hay matices destacados en comparación con el año pasado. El doble pivote de contención con más presencia es vital para transitar. El estado de forma de Camacho e Iturra permite a uno de ellos presionar un escalón por delante  –física y escalonadamente– y al otro recoger lo que el primero no barre. El nivel de intensidad crece. Gámez y Monreal se lo han creído en sus posiciones y se han consolidado. Incluso tienen más obligaciones ofensivas que defensivas. Y el salto de calidad definitivo viene en Demichelis y Weligton, el talentoso y el corrector. Coinciden en su expedición aérea y mezclan la capacidad de leer e iniciar del argentino con la agresividad y corrección del brasileño. Amén, por supuesto, de un Willy Caballero en excepcional forma.

 

* Fran Alameda es periodista.


– Foto: Málaga CF – AFP – EFE – Cordon Press




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