El Málaga ha caminado un trayecto muy largo a toda velocidad y sobre la incertidumbre de un dueño que viene y va. “Se hace camino al andar”, que dice la canción de Serrat. El jeque es el ejecutor de la ilusión, pero también la principal preocupación del malaguista. A las órdenes futbolísticas, un ingeniero de convicciones extremadamente claras. Pragmatismo a partir de la posesión y el talento. Jugar para ganar, pero sin afear a la afición.
La historia ha jugado a favor del Málaga. Nada que perder y todo por ganar en una ciudad que jamás ha conocido la gloria deportiva a tan alto nivel. La venta de su mejor activo, Cazorla, y los problemas fruto de una gestión, cuando menos extraña, hicieron sólido al equipo. Pasó a llamarse equipo en lugar de plantilla. Un esfuerzo para esquivar la problemática realidad a partir de aquello que proponía Esopo: “La unión hace la fuerza”.
Partir de la premisa de conquistar el balón ya transmite una idea –más visual que futbolística– de lo que quiere el equipo. Una idea amable, desde luego. Pellegrini, principal artífice del proyecto, fue encauzando el esquema hasta acoplar a Joaquín como segundo punta en lo que supone un 4-4-2 con mucha movilidad y apoyos con el equipo replegado volviendo al origen del 4-2-3-1. Al fin y al cabo, cuando Saviola, Joaquín, Isco, Portillo o Eliseu se asocian y agitan una parte del campo, es imposible encasillarlos en una línea. Fútbol. Partiendo desde la idea de llevar el peso del juego, sin que dé pánico transitar –cada vez más fe en correr–, el Málaga genera posesiones de entidad cuando el rival no solapa defensa y centro del campo. Incluso poblando y ocupando las bandas, sabes que te va a dominar. Solo durante un rato Milán y Betis y Valladolid comprendieron qué tenían que hacer para sujetar el plan de Pellegrini, pero todos ellos acabaron sucumbiendo.
A diferencia de muchos, aparece e inicia por el centro, pero siempre con preferencia hacia el exterior para acabar cerca del área con una tendencia absolutamente interior que comanda siempre Isco. Monreal, Isco y Joaquín (a veces Saviola) son un triángulo que percute el flanco izquierdo para llevar la superioridad a base de triángulos. Mínimo espacio, desequilibrio individual y peligro inminente. Dos paredes y ventaja. Tras, evidentemente, haber madurado la jugada. Cuanto más a la izquierda y tardía sea le recepción de Isco, más probabilidad de peligro: 1) Su conducción es distinta. Seduce, despista y destroza; 2) Su salida interna y la amenaza de Monreal –el más profundo– por el exterior son una constante preocupación. Por el centro, sin embargo, tiene esa riquelmización o posibilidad para pesar más, pero ser menos definitivo. Constantemente tomando decisiones entre fluir mejor o vivir feliz.
La capacidad para someter del Málaga era manifiestamente superior el año pasado. Cazorla percutía de manera pendular hasta hundir al contrario cerca del área. Allí, en un espacio reducido, era complicado encontrar una ruptura y el Málaga pecaba a menudo de horizontal. Este año no somete a ese nivel, pero sí tiene el delantero de las rupturas cortas: Saviola. En vertical es casi nulo más allá de apoyos cortos. Ya no tiene la reactividad ni el desborde, pero conserva el olfato.
Si hay dos posiciones infravaloradas en el Sistema Pellegrini son los laterales. Podríamos asegurar sin temor a caer al vacío que la longitud de ellos (y cuanto más ancho) determina el grado de fluidez y de profundidad del equipo. Precisamente una de las causas del pequeño bajón del Málaga en el último mes es la baja de Monreal –el más determinante–. Otra, la fatiga cognitiva.
La plantilla del Málaga era corta antes de empezar la temporada y ahora está exhibiendo la realidad. No se trata, que seguro influye, de cansancio en las piernas, sino de fatiga emocional, que influye tanto o más. Pellegrini lo explicó tras el partido ante la Real Sociedad. La Champions exige a nivel mental mucho y afecta. Pese a la teoría de la acumulación de minutos a la que se abraza constantemente la prensa.
El dato lo dieron los amigos de Ecos del balón: tras partidos europeos, 1 victoria, 3 empates y 3 derrotas. La gestión para Pellegrini es extraordinariamente dificultosa. Del dato podemos sacar varias conclusiones: 1) Los suplentes no están a la altura de la idea. Habitualmente, jugadores incluidos en el molde del equipo, pero inadecuados para ejecutar el modelo al nivel de asociación de Isco, Saviola, Joaquín o Portillo. Ejemplos: Duda o Sebas Fernández; 2) El tema emocional: el desgaste mental que provoca la presión de competir en Champions merma en Liga de manera incontestable.
Curiosamente, ambas afirmadas en resultados y juego. En Cornellá rotaron Joaquín, Saviola y Portillo y Eliseu pasó al lateral –cumple, pero las lagunas en defensa son manifiestas y no domina la capacidad de elegir y aparecer–. Partido discreto en ataque, sólido atrás. Resultado: empate. En La Rosaleda, Rayo Vallecano y Real Sociedad saldaron sus partidos con victoria. Ambos tras partido europeo y ambos con el once ofensivo: Joaquín, Saviola, Portillo, Isco… Incluso con un solo mediocentro defensivo en el caso del segundo partido. Intensidad reducida al mínimo, errores impropios. Resultado: dos derrotas.
Consecuencias de un trabajo extra en una plantilla bajo mínimos, no solo en cuanto a número sino en cuanto a talento. Aunque, sin duda, la coyuntura extradeportiva afecta, aunque no tiene por qué en momentos puntuales, en términos de medio-largo plazo o en partidos posteriores a un buen esfuerzo competitivo.
* Fran Alameda es periodista.
– Foto: Málaga CF – AFP – EFE – Cordon Press
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