Aunque florece junto a la ribera del Manzanares, la semilla nació en Málaga. En medio de una tempestad futbolística y un partido insulso. El debut de Simeone fue una señal, un vistazo inmaduro hacia el futuro. El equipo, entonces, fue aguerrido, se asomó al límite del reglamento, pero tuvo carácter y se ordenó en el repliegue. Sin duda, era una señal inequívoca de lo que pretendía El Cholo: combatir, ordenarse y golpear. Con Falcao, evidentemente, todo es más sencillo. Su evolución, como dicen los resultados, los análisis y las sensaciones, ha sido de sobresaliente. El inicio de temporada le ha colocado, con base en su fútbol, entre los diez –siendo generoso con el resto– mejores equipos del continente. La única duda que retumba en las cabezas atléticas, manifiestamente comprensible en función de otras temporadas, es su continuidad. Pero a diferencia de otros años, ya no se habla de que la mentalidad o la irregularidad puedan aparecer. Simplemente, está, porque al Atleti le pesan los años caminando entre la mediocridad, pero la fuerza mental pasó de debe a haber. Y le permitió competir en situaciones límite.
Prefiere neutralizar antes que proponer. Y para desactivar al rival, El Cholo propone un 4-4-2 con habituales ayudas al sector fuerte del rival. Lo cual se convierte muy a menudo en un 4-5-1 con Falcao para obstruir la salida de los centrales rivales. Fijamos nuestra atención en el repliegue medio porque es la seña de identidad más clara del Atleti. El repliegue medio tiene dos funciones muy claras: correr con praderas libres y obstruir el ritmo constructivo del rival a partir del segundo pase de no seguridad. Al mínimo riesgo del rival –ya sea por el carril central o en las bandas– aparece superioridad atlética. En calidad y cantidad. A veces, ni tan siquiera se precisa esta situación. El rival renuncia a tener calma para acabar perdiendo el balón por sí ‘solo’. Y todo es más fácil cuando roba: volar, arañar y golpear. El partido de la Supercopa de Europa contra el Chelsea es una de las máximas expresiones de la idea.
Con balón (y sin espacios), el Atlético no es tan brillante. Diríamos que no es una de sus fortalezas, pero cumple cada vez mejor. El estado de forma de Mario Suárez permite soltarse a Gabi –su habitual acompañante– más que antes de la llegada del Cholo, cuando el doble pivote era casi horizontal y replegaba más cerca de la defensa. Así, la baja de Diego duele menos. Porque arriba ya son uno más. No obstante, Falcao se vuelve imprescindible. Más aún cuando el Atleti debe generar. Es el mejor delantero del mundo –con picos más bajos que Drogba, pero más persistente– en apoyos. Simeone elige que su equipo genere a partir de las bandas porque conoce de sobra a sus centrocampistas, no demasiado válidos para combatir un repliegue posicional poblado. Y sumamos a los interiores: Arda y Koke (o Raúl García), que poseen tendencia hacia dentro, pero siempre desde fuera. Dos consecuencias favorables: 1) Se reduce el riesgo de las pérdidas, aunque estas puedan crecer –aspecto que no importa demasiado transitar–; y 2) Panorama ideal para Falcao: apoya y descoloca a los centrales para la llegada desde atrás. O bien fija, donde, seguro, es superior en 1×1 al 95 % de los centrales del mundo.
La gestación de la jugada a partir de las bandas se produce mediante dos factores interesantes para aquellos que consideran al Atlético un equipo defensivo. Simeone ha introducido de forma natural a los laterales en el primer escalón y en el penúltimo: ser profundos y llegar a línea de fondo. Incluso jugar por dentro. Ellos pesan y generan superioridades para poder arrancar. En el centro, Falcao agita y el interior de la banda contrario llega a apoyar a la altura del balón, mientras el otro lateral expande el campo en el otro sector. Espacios ocupados y banda con superioridad. A partir de aquí, peligro. Sin ningún tipo de predilección por posesiones largas o cortas. El objetivo, marcar. Pero no de forma desesperada. Por tanto, queda de manifiesto que este Atlético, principalmente el de inicio del curso 2012-2013, es algo más que repliegue y transición. Y aún falta que vuelva Adrián.
* Fran Alameda es periodista.
– Fotos: Atlético de Madrid – EFE
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