Entró por la puerta de atrás en Vallecas el pasado verano, con una expectación bajo mínimos, para reforzar una de las demarcaciones en las que el Rayo cojeaba tanto en términos cuantitativos como cualitativos. Álex Gálvez llegaba gratis tras vivir en sus propias carnes el descenso del Sporting de Gijón a la Liga Adelante, aterrizaba en uno de los equipos donde la situación económica delimita bastante los objetivos deportivos y que posee una idiosincrasia bastante particular entre sus hinchas.
Sus primeros pasos en el alocado pero lógico sistema ideado por Paco Jémez fueron titubeantes y sembraron dudas sobre su posible rendimiento. No fue el comienzo soñado por nadie, pero hubo un antes y un después para conseguir su particular metamorfosis. Hablar de Álex Gálvez es hablar en gran medida del crecimiento exponencial del conjunto madrileño y su mejora competitiva a lo largo de todo el 2013. La inclusión de Roberto Trashorras en el doble pivote conjuntado con Javi Fuego dio más estabilidad sin balón al Rayo Vallecano y fue quizás el elemento que ayudó al central andaluz a dar ese paso de gigante para convertirse en el mejor central de toda la plantilla en la mejor temporada de la historia: el mejor Rayo Vallecano en 90 años de historia, como recordó Jémez a todos sus futbolistas y sus respectivas familias en la última jornada liguera.
Tras finalizar su notable 2013 llegaron los elogios y los flirteos con clubes más grandes. El interés del Borussia Dortmund para hacerse con sus servicios es un grato reconocimiento para un futbolista que ha progresado de manera notable dentro de uno de los proyectos más revitalizantes y que ha dejado mucho showtime dentro de la liga. Abandone o no el barrio de Vallecas, ya sabe que forma parte de la historia del club junto con sus compañeros, convirtiéndose en uno de los jugadores cuya explosión más ha sorprendido a su alrededor.
En este apartado el elemento más diferenciador que posee Alejandro Gálvez es su altura. Rondando el metro noventa, su envargadura inicial le permite tener unos centímetros extra de ventaja frente a sus oponentes y convertirlo en un jugador con la virtud del dominio del juego en el aire. Unido a su altura, tiene un notable dominio del timing a la hora de ejecutar los saltos. Principalmente Gálvez es un central complejo de superar en duelos aéreos (60 % de acierto) y un elemento de peligro para cualquier jugada a balón parado.
Tiene un físico bastante corpulento, sin estar definido al 100 %, que sabe usar de manera loable para cargar al rival y sacar beneficios de manera reiterada. Le ayuda a ganar bastantes pugnas individuales y a ser un central bastante correoso en la marca, aunque a veces tiende a excederse demasiado. También posee una velocidad suficiente para jugar en la máxima categoría del fútbol español, lo que unido a su composición física da como resultado un defensa central completo y casi predilecto para ajustarse de manera sobresaliente a las especiales condiciones que exige el esquema e idea de juego desarrollados por los pupilos de Paco Jémez.
Lo más positivo para el central granadino ha sido llegar a un equipo con las particularidades tácticas del Rayo Vallecano. En un conjunto que siempre ha querido ser protagonista desde el balón y crecer a partir de ese aspecto, con una defensa bastante adelantada que siempre deja espacio en la retaguardia, se convierte en un imperativo un central que sea dominante por arriba para tratar de drenar posibles transiciones rivales mediante desplazamientos en largo y que sepa acudir bien a las coberturas o posibles anticipaciones durante los partidos. Gálvez ha destacado precisamente por ser un central notable en estos tres aspectos y un futbolista idóneo para futuros proyectos deportivos donde se quiere gestionar todo mediante el esférico.
Dentro del 4-2-3-1 innegociable para Jémez desde la inclusión de Trashorras en la base de la jugada, Gálvez no paró de crecer como jugador del Rayo Vallecano. La moderación en la idea de Paco Jémez le dio un contexto idílico a Gálvez para afrontar las situaciones menos favorables con unos mecanismos de seguridad mínimos, como eran la capacidad de sacrificio de Javi Fuego y Trashorras. Se mostró como un central ideal para un entorno tan especial y explotó sus cualidades hasta la saciedad para convertirse en el defensa que más seguridad otorgó a su afición en los últimos seis meses de la temporada.
Fue el cómplice perfecto para Jordi Amat a la hora de formar el dúo de centrales del Rayito durante la pasada temporada. Los defectos del central catalán eran las virtudes de Gálvez y viceversa. Su entendimiento dentro del partido fue una de las claves para la sobresaliente temporada del conjunto madrileño. Fueron los guardianes de una idea que al principio de la temporada solo recibía críticas por lo inestable que era el equipo franjirrojo tras perder el balón. Desde la mejoría defensiva, el aumento competitivo del bloque fue in crescendo. El impacto táctico de Gálvez fue fundamental para que el Rayo batiera récords en la máxima división del fútbol español.
El aspecto que más tiene que mejorar en un futuro a corto plazo. En muchas ocasiones le cuesta ser un claro iniciador de juego desde la retaguardia, no tiene el don de detectar a compañeros más liberados o que están en posición más favorable para iniciar un ataque posicional. Su mayor virtud en el apartado técnico no es encontrar a un receptor a poca distancia suya; digiere y procesa de manera lenta en demasiadas ocasiones.
Sin embargo, sí que tiene un desplazamiento en largo medianamente eficaz y del que abusa en gran porcentaje (65,18 % de acierto). Golpea en largo y encuentra a compañeros en largas distancias con asiduidad, elemento importante en un equipo que cuenta con buenos futbolistas que viven con el nitro puesto gran parte del encuentro como Lass Bangoura. Es un notable habilitador para futbolistas de este corte, debido su capacidad para saltar líneas rivales desde atrás.
Otro de sus mayores defectos reside en su carácter, elemanto más psicológico que técnico pero que influye negativamente en su juego. A veces tiende a excederse y ser demasiado bronco con el rival. En 28 partidos disputados, 4 saliendo desde el banquillo, vio 11 tarjetas amarillas y fue expulsado en una ocasión. Le falta frialdad en momentos puntuales.
* Paola Cid.
– Foto: EFE
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