El torneo Conde de Godó de Barcelona nos recibe un año más con los brazos abiertos y la esencia del mejor tenis sobre tierra batida. Nombres como Andy Murray, Dominic Thiem, Alexander Zverev, Roberto Bautista o Rafael Nadal han compartido mesa esta semana en uno de los mejores banquetes que ha visto la ciudad condal en los últimos tiempos. Sin embargo, en la búsqueda de una personalidad que concediese experiencia, análisis y numerosas perspectivas, decidimos abandonar los vestuarios y subir a las oficinas, aunque nuestro destino final acabara siendo la sala de conferencias de prensa. Justo aquí nos reunimos con Albert Costa (Leganés. 1975), actual director del torneo y ex número 6 del mundo. El que fuera campeón de Roland Garros a principios de siglo nos atiende con un entusiasmo impropio de alguien que lleva 10 días de auténtica locura. Su carrera, su actual cargo y el enigma de la Copa Davis rodean la charla con un de los mejores jugadores de la historia de nuestro tenis.
No sé si era mejor hablar contigo ahora o a principio de semana.
Una semana muy dura, pero mucho mejor ahora (risas).
Repasando tu carrera se da una cosa muy curiosa. Comienzas en el Godó (1993) y acabas en el Godó (2006). Ni Clint Eastwood te hubiera diseñado un guión mejor.
Fue el primer torneo que me invitó a jugar como profesional y pude hacerlo además con 17-18 años, ahí empezó mi carrera. Más tarde, en 1997, tuve la suerte de ganar el torneo, era como un sueño. De pequeñito siempre venía aquí a ver los partidos o por la televisión, para mí fue algo muy especial ganarlo. Por último, tuve el privilegio de que me hicieran un homenaje el día de mi retirada en 2006. Mi trayectoria está muy ligada a este torneo: empecé aquí, terminé aquí y encima pude ganar.
Sin embargo, te costó ganar aquí tu primer partido. ¿La presión de jugar en casa?
Diría que sí, porque en otros torneos ya ganaba rondas y aquí tuve tres años (1993-1995) que no fui capaz de ganar ninguna. Lo curioso es que luego en el 96 me meto en cuartos de final y en el 97 salgo campeón.
Ganaste 12 títulos, fuiste número 6 del mundo y te colgaste una medalla olímpica. ¿Se valora todo esto desde fuera?
Yo estoy muy orgulloso de la carrera que hice, muy contento. A veces pienso que podía haber hecho más, seguramente sí, pero si no lo hice es porque ni mi cuerpo ni mi cabeza estaban preparados en ese momento. Pero bueno, ganamos la primera Copa Davis, gané Roland Garros, gané aquí en Barcelona, también la medalla olímpica junto a Álex Corretja… si me lo hubieran preguntado cuando era pequeño me hubiera conformado con menos de la mitad.
Fue una época bonita porque había muchos españoles, cada semana os jugábais algún título. De tus doce títulos, ocho se los ganas a compatriotas. ¿Cómo se mantiene la amistad pese a la rivalidad?
Ferrero, Corretja, Moyá, Berasategui… son amistades que empiezas desde juniors siendo unos críos, cuando empezábamos a entrenar con 14-15 años. Amistades que duran para toda la vida. Lo llevábamos bien, cuando entrábamos a pista queríamos ganar a muerte, eso está claro, en los entrenamientos igual, ni ahí queríamos perder. Pero luego del partido nos íbamos a tomar algo juntos, viajábamos todas las semanas, las familias se conocían, etc. Sabíamos separar perfectamente la amistad de la competición.
Tu primer título lo ganas en Kitzbühel (1995) ante Thomas Muster, que venía de ganar 11 finales consecutivas y era el número 1 del mundo ¿Puede ser el primer momento en el que te das cuenta del nivel que tienes?
Me di cuenta en Rolad Garros de ese año cuando perdí en cuartos de final ante Muster, que ganaría el torneo, y tuve opciones de ganar en un encuentro durísimo a cinco sets, ahí vi que podía llegar a la cima mundial. Mi objetivo siempre fue ser top10 aunque uno siempre sueña con ser número 1, pero ahí no llegué porque mi cabeza y mi tenis no eran lo suficientemente buenos. Luego en Kitzbühel me vengué de Muster, otra vez a cinco sets y en su casa, digamos que ahí ya me convencí de que podía lograr cosas muy grandes.
En el 98 ganas Hamburgo, haces final en Roma y llegas a cuartos de final de Roland Garros. Por la tendencia, ¿pensaste que aquel era tu momento?
En ese momento era cuando mejor estaba. Gane Hamburgo pero luego la final de Roma no la pude jugar porque en el último punto de la semifinal ante Berasategui me caí y me lesioné la muñeca. Al día siguiente no pude jugar la final de Roma, tenía una distensión que ni podía no coger la raqueta. Fue muy duro tener que darle la mano en el vestuario. Luego llegó París donde ya pude jugar pero no estaba cómodo, había perdido aquellas buenas sensaciones. Ese año era de los favoritos para ganar Roland Garros, cosa que no se dio en 2002, aunque sí que estaba más maduro y venía mejor físicamente.
Con la memoria que tenéis los tenistas, seguro que recuerdas tu camino en aquel Roland Garros de 2002.
Por supuesto. Le gané en primer ronda a Gasquet, en segunda a Davydenko, en tercera a Gaudenzi, en octavos a Kuerten, Cañas, Corretja y Ferrero.
Es una barbaridad, no hay una ronda fácil.
Gasquet era muy jovencito y aun así empecé perdiendo 6-3 el primer set. Estaba nervioso y la gente muy emocionada en la pista Suzanne Lenglen, aunque luego acabé ganando fácil. Con Davydenko partido muy duro. Gaudenzi, a priori el jugador que menos conoce la gente, venía de ganar un torneo la semana anterior en Sänkt Polten, un italiano muy duro. Después llega Kuerten, vigente bicampeón, y le ganó en octavos. Estaba muy tranquilo física y psicológicamente conmigo mismo, afronté el torneo sin presión y con mucha motivación, sentía dentro que si alguien me quería ganar tendría que hacer un partidazo. No lo consiguieron.
Cuando alguien gana un Grand Slam, sobre todo si es el primero, lo normal es pensar que luego pueden llegar otros. O al menos otros títulos, independientemente de la categoría. Sin embargo, aquel fue tu último trofeo como profesional.
Es raro, sí. Hice muy buenos torneos, como la semifinales en Miami ganando a Federer, pero no volví a ganar ningún título. Creo que cuando gané Roland Garros, aparte de pensar que ya me podía morir tranquilo, sufrí un pequeño bajón mental por haber cumplido mi sueño, un bajón de exigencia. Luego al año siguiente jugué muy bien, semifinales en Roma o en Miami, pero no llegué a ganar.
El tenis a veces resulta un poco injusto cuando ves que una carrera entera puede depender de un partido. Incluso un de un punto. Si tú juegas un partidazo en la final de Roland Garros 2002 pero pierdes el último punto, nada sería igual. Albert Costa no sería Albert Costa.
A veces es un poco injusto pero el deporte es así. El que gana la medalla de Oro en natación y el segundo se queda a tres centésimas pues imagínate. Pero el tenis suele ser un deporte muy justo, si trabajas y mejoras a diario te da lo que mereces.
Montecarlo 2003, lugar donde conociste a Rafa profesionalmente. ¿Realmente llegaste a pensar que aquel chico podía ganarte?
Estaba en un momento muy bueno de mi carrera, era el número 6 del mundo y venía de hacer semifinales en Miami. Allí le gané a Federer y perdí con Agassi. En Montecarlo le gano a Davydenko, que venía de ganar Estoril en buena forma, pero le superé 6-1 y 6-2. Me sentía súper bien, estaba jugando mi mejor tenis y entonces me toca Rafa Nadal en segunda ronda. Había oído hablar de él pero claro, era la primera vez que le veía en un torneo profesional. La gente me decía, “cuidado que este chico juega muy bien y apunta a ser un súper campeón“. Salí a la pista y le iba ganando 2-0, 15-40. Ahí pensé, ‘no es tanto’. Paré un poco de piernas y entonces empezó a jugar muy agresivo, se hizo bastante de noche con la pista muy lenta, hasta que me di cuenta que no le podía desbordar. Me ganó el partido (7-5, 6-3) y entendí lo que aquel chico iba a llegar a ser. Estando yo en un gran momento, siendo número 6 del mundo y que me gane es muy significativo. Es de otra pasta.
Él habla mucho de esa victoria como uno de los puntos de inflexión en su carrera.
Es que lo es, creo que se trata del primer gran partido que gana él. Supongo que él saldría a la pista pensando que lo tenía muy difícil, con 16 años ser capaz de ganarle a un top10 al que respetas y al que vienes de ver ganando en Roland Garros… hay que tener un carácter y una mentalidad muy especial. Sin duda es el mejor deportista español de toda la historia.
Ahora eres director de este magnífico torneo, ¿cómo llegas hasta aquí?
La junta directiva que entra en el club, propietario del torneo, me llama y me propone ser director. Al ser jugador de este club desde los 14 años me ofrece el puesto y le digo que sí, me motivaba mucho, es algo diferente a lo que estaba acostumbrado a hacer y por ello le estoy muy agradecido.
¿Qué funciones tiene el director del Conde de Godó?
La función más evidente es coordinar todas las áreas, junto a mi director de prensa, agente de protocolo, una persona que se encarga de los jugadores, etc. Hay muchas áreas que coordinar, aunque yo me encargo más de las puramente deportivas: la ATP, que todos los horarios cuadren, atender a los medios y todas las peticiones de los jugadores. Son muchas cosas, me mantienen todo el día trabajando pero nada de esto sería posible sin el pedazo de equipo que tengo detrás. Si solo fuera yo no habríamos ni arrancado.
Supongo que una de las tareas más difíciles es la de atraer a os jugadores para que jueguen el torneo.
Me encargo yo junto a la figura de Fernando Soler (IMG). Entre los dos somos los que nos ponemos en contacto con todos los jugadores. Se habla con el jugador, su entrenador, su entorno, lo bueno es que la mayoría ya conoce el torneo y el que viene suele repetir. Aparte de que les damos todas las facilidades, estamos hablando de uno de los mejores torneos del mundo sobre tierra batida. La ciudad de Barcelona también ayuda muchísimo para que también quieran venir sus familias.
¿Se caería el torneo sin la presencia de Rafa Nadal?
Para nada, este torneo tiene 65 años de historia. Evidentemente el jugador más importante que ha pasado por nuestras pistas es Rafa Nadal y lo va a ser siempre, nos ha ayudado una barbaridad para que, en los últimos años, hayamos crecido mucho. Piensa que las audiencias de televisión o la vente de entradas depende muco de quién venga y aquí Rafa nos ha ayudado muchísimo. Por aquí han pasado algunos de los mejores jugadores del mundo como Lendl, Borg o Wilander, grandísimos jugadores que forman parte de esta historia. El día que no esté Rafa se notará el impacto pero el torneo va a sobrevivir y va a tener una larguísima duración, eso seguro.
¿Se puede crear cultura de tenis a estas alturas? En Barcelona rebosa pero, ¿y el resto de España?
Barcelona siempre ha sido la cuna del tenis, sobre todo hace 40 años, ahora ya salen jugadores de todo el territorio. En Valencia habéis tenido a a Ferrer o Ferrer, Almagro de Murcia, etc. Van saliendo de diferentes sitios pero aquí en Barcelona se da que hay más cultura de tenis que en otros sitios. Hay muchos clubs y eso es básico, los años previos a los Juegos Olímpicos ayudaron mucho para encontrar estas escuela que trabajan tan bien la base.
Te tengo que preguntar por la Copa Davis. Estuviste tres años como capitán y ganaste dos Ensaladeras. ¿Cuál fue el secreto?
Fue una etapa muy bonita. Cuando me retiré, mi obsesión era ser capitán de Copa Davis, realmente pensaba que lo podía hacer bien. Una vez me nombraron tuve la suerte de que tenía un gran apoyo de los jugadores, que antes habían sido compañeros míos y guardaba una gran relación. La diferencia con ahora es que mi mayor problema era tener que decirles que no. Contaba con un abanico de ocho jugadores muy buenos y tenía que dejar a cuatro fuera, ese era mi problema. Una vez consigues tener un equipo habitual como eran Nadal-Ferrer-Verdasco-Feliciano, además jugando muchas eliminatorias en casa, te daban muchas posibilidades de ganar. El problema era gestionar a gente como Nico Almagro que era top10 y no jugaba, o Juan Carlos Ferrero, que jugó todas las eliminatorias hasta llegar a la final y la final no la jugó. El éxito se hallaba en el compromiso de los jugadores.
Casi igual que ahora… ¿cuál es la solución?
Todo pasa por la ITF. Debería haber un cambio de planteamiento, empezar a jugarse los partidos a tres sets, como mínimo hasta la final, dar pasos para facilitar a los jugadores que no tengan que jugar tantas eliminatorias durante el año en Copa Davis, sino tendrán problemas.
¿Qué piensas sobre hacer las convocatorias obligatorias?
No puede ser, no existe. ¿Obligatorias? Si dices que estás lesionado ya está, no te pueden obligar. Aparte no dan puntos ATP, hay que hacer una revisión de arriba a abajo con todo esto y hablar mucho con los jugadores para encontrar una fórmula mejor.
Los jugadores suelen dar soluciones, exponer quejas, señalar lo apretado del calendario… pero en vuestra época existían las mismas condiciones y no fallabais a una sola eliminatoria.
Bueno, una parte que me he dejado es que a veces se muere de éxito. Los jugadores que, de vez en cuando, fallan en eliminatorias son jugadores que igual han ganado tres o cuatro Copas Davis. Piensa que Federer ha ganado una, Djokovic ha ganado una, Murray ha ganado una y Rafa ha ganado cuatro. El compromiso de Rafa con la Copa Davis ha sido brutal pero el físico da para lo que da. SI tú quieres alargar tu carrera al final tienes que tomar decisiones. Si ya has ganado cuatro títulos con la selección española, mucho más ya no se te puede pedir.
Con todos los jugadores españoles que ha tenido la historia, ¿serías capaz de ordenarme a los cinco mejores? Puedes ponerte tú.
A ver, vamos a pensarlo bien […] El primero Nadal. Por importancia y sin conocerme los currículos de todos, el segundo diría Santana. Orantes Ferrero y Moyá.
¿Si pudieras añadir solo uno más?
Bruguera, doble campeón de Roland Garros, bicampeón de un Grand Slam. Yo le pondría por delante de Ferrer, que nunca ha ganado un Grand Slam pero ha tenido una carrera brillante y ha coincido en el momento más difícil de la historia. Merece un reconocimiento por haber jugado con los mejores de siempre y ha estado ahí muchos años complicándoles la vida.
* Fernando Murciego es periodista.
Twitter: @fermurciego
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