Salvo que uno de los dos caiga noqueado, ya no habrá reposo para Barça y Madrid hasta final de temporada. Cada tres días se producirá un nuevo combate a distancia e incluso cara a cara (en la Liga y también en Champions si ambos llegan a la final). En las próximas cinco semanas a partir de hoy -y hasta el 29 de abril- ambos equipos disputarán 7 partidos de Liga y, quizás, hasta cuatro de Champions: en total, 11 encuentros en 37 días. Como promedio, un partido cada 80 horas, lo que supone un reto de dimensiones colosales para los dos mejores equipos del momento.
Aunque habrá otros factores que influirán en el balance final, incluido el aleatorio azar que también interviene, este factor se adivina crucial para la atribución de los resultados definitivos de Liga y Champions. Jugar cada tres días equivale a hacerlo en condiciones inferiores a las idóneas. Como saben, en realidad no son tres días exactos, pues la confección de calendarios y sorteos genera alternancias entre ciclos cortos (3 días entre partidos) y ciclos largos (4 días). Al Barça, por ejemplo, le coinciden dos ciclos cortos de inmediato, pues deberá jugar contra el Athletic Club sólo 72 horas después de hacerlo contra el Milan y 72 antes de volver a enfrentarse al equipo italiano (peor lo tendrá el Athletic, desde luego, con sólo 48 horas). Un ciclo corto a estas alturas es muy relevante -sobre todo si hay viaje por medio- pues fisiológicamente la recuperación completa se halla fijada en cuatro días. Tener sólo tres significa enfrentar el siguiente encuentro sin recuperación plena. Hacerlo dos veces seguidas puede repercutir significativamente en el rendimiento o, incluso, aumentar el riesgo de lesión.
En estas condiciones críticas que afrontarán los dos grandes rivales, todos los factores pueden resultar cruciales: la profundidad de la plantilla “útil”; la gestión de las rotaciones; el desgaste emocional que supongan los partidos, por lo que conllevan de merma física; la calidad táctico-técnica del equipo; el acierto en la prevención y recuperación de lesiones; o la propia experiencia y costumbre de los jugadores para afrontar tantos partidos de manera continuada; todos estos factores serán decisivos en el resultado final. Probablemente, esta circunstancia pasará desapercibida a los focos pues hay tanto ruido alrededor que será muy difícil percibir semejantes matices. Pero los cuerpos técnicos respectivos conocen la trascendencia del hecho. Once partidos posibles en 37 días; 14 en 8 semanas si alcanzan la final de Munich (15 en 9 semanas el Barça, por la Copa)… Un esfuerzo colosal y hercúleo que puede inclinar y sentenciar a favor de uno u otro. No lo menosprecien: jugárselo todo cada 72 horas es un reto fuera de lo común.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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