La última vez que hablamos aquí del Newcastle estaba saliendo de una crisis que había durado poco más de una temporada. Una crisis que había tenido su punto álgido cuando el polémico Di Canio dio rienda suelta a su euforia sobre el césped de St James Park un 14 de abril de 2013. Un 0-3 humillante en el derbi del Tyne-Wear, en el derbi del norte. Hablamos de un derbi con poca repercusión internacional, pero un derbi tan personal y arraigado que contagia al telespectador de forma impresionante cuando se disputa. Hablamos de un derbi que se remonta al Medievo, de cuando Newcastle era gobernada por un castillo que apoyaba al Rey Carlos I y Sunderland una ciudad trabajadora vinculada más al por entonces joven parlamento inglés. Desde entonces, los astilleros de Newcastle y las minas de Sunderland se enfrentan de la única manera que no pueden destruirse, como dijo aquel: sobre un campo de fútbol. Y la felicidad de unos suele venir acompaña de la desgracia de los otros, como suele ser habitual en las rivalidades más arraigadas.
Esta temporada, las urracas del norte del Tyne han remontado el vuelo de nuevo, intentando rescatar tiempos pasados de gloria y olvidar la última temporada, donde coquetearon con el descenso de forma peligrosa hasta que certificaron su permanencia en Loftus Road, rindiéndose luego en su propio feudo a un Arsenal que peleaba por un billete para Liga de Campeones. No fue la mejor manera de cerrar una temporada para el olvido. Sin embargo, sus vecinos obreros del sur acabaron con la esperanza infundada por el extravagante Di Canio. Consiguieron una permanencia que se labró prácticamente en el derbi antes mencionado. Pero Di Canio ya no está y la euforia inicial de Gus Poyet es intermitente. Volvió a brillar en el último derbi norteño, siendo Borini el héroe italiano esta vez y cortando de golpe el ascenso que el Newcastle protagonizaba. Sin embargo, los black cats han vuelto a caer a lo más hondo de la tabla reemplazando al Crystal Palace en ese papel mientras que el Newcastle vuelve a soñar, en francés por supuesto, con Europa.
Centrémonos en el Newcastle. Aunadas la bandera británica y francesa y siendo esta portada por Loïc Remy, el equipo de Alan Pardew ha vuelto a la estabilidad. El delantero francés, que llegó en verano en calidad de cedido precisamente de Loftus Road, el lugar donde se certificó la salvación el pasado año, ha paliado todos los problemas inmediatos del equipo norteño, que sigue acusando, y lo hará en diciembre, lo limitada que es su profundidad de banquillo. Sus ocho goles catapultan a los magpies a una zona calmada de la tabla desde donde se vislumbra la zona europea con bastante claridad. El objetivo ha cambiado, los cincuenta mil espectadores que llenan jornada tras jornada St James Park lo exigen. Quieren volver a jugar en Europa. Quieren llenar su castillo dos veces por semana.
Culpa de la buena forma del Newcastle la tiene Tim Krul. El mejor portero neerlandés, a opinión personal, ha vuelto por sus fueros y su actuación en la victoria ante el Chelsea de José Mourinho es la mejor prueba posible. Los problemas de lesiones parecen haber pasado, y desde la sombra pide un puesto entre los mejores porteros de la competición. Sin embargo, los problemas en la defensa no se han paliado y Yanga-Mbiwa no acaba de adaptarse al fútbol inglés pese a todo lo que prometía en la Ligue 1. Tampoco Coloccini da síntomas de recuperar el nivel de antaño, y solo los dos laterales Santon y Debuchy aportan algo de luz, esporádica eso sí, a esta línea defensiva. Dos laterales prolíficos en ataque pero que dejan mucho que desear en el aspecto defensivo.
Además, ha aparecido un protagonista inesperado en el norte. Se trata del mayor de los Ameobi, Shola. El poderoso nigeriano de 32 años ha entrado en las últimas alineaciones de Alan Pardew desplazando a Papiss Cissé al banquillo. Su olfato goleador parece haberse agotado y solo la buena racha goleadora de Remy lo tapa, ¿pero hasta cuándo se mantendrá esta? El Newcastle necesita dos delanteros regulares, como ya se demostró en la época Ba-Cissé –dos jugadores complementarios–. Y aunque parezca increíble, Shola Ameobi está asumiendo bien ese rol.
Mientras que el sol parece querer brillar entre las nubes al norte del Tyne, en el sur llueve sobre mojado mientras Poyet intenta achicar tanta agua. De momento, los astilleros de Newcastle vuelven a estar por encima de las minas de Sunderland.
* Irati Prat.
– Foto: Shaun Botterill (Daily Mirror)
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