"Hay que recordar que quienes escriben para los imbéciles siempre tienen un numeroso público de lectores". Arthur Schopenhauer
Luis Enrique tiene al equipo donde quería tenerlo. Su trayectoria táctica no ha cambiado desde el primer día, priorizando el juego directo y la activación de Messi por encima de cualquier otro propósito. A lo largo de la temporada ha ensayado y modificado numerosas variantes, pero siempre dentro de la misma concepción de juego, bastante distinta a la ejecutada en el último lustro. Llegados prácticamente a la mitad de abril ya no caben nuevos ensayos, sino que hay lo que hay: un equipo tenso e intenso, propenso a hacer llegar el balón muy rápidamente a Messi para que este decida cuál es el paso final. Un equipo luchador y motivado, aunque anoche no mostrara su mejor versión en este aspecto, muy bien adiestrado para competir como haga falta.
Dado que en el fútbol los momentos son siempre breves y gaseosos, también las sensaciones que desprenden los equipos lo son. De una semana a otra, quien parece formidable puede pasar a mostrarse menos sólido, incluso torpe. En los últimos días, el Barça ha dejado una sensación extraña, quizás porque en Vigo sufrió una barbaridad ante un rival igualmente intenso y ante el Almería ha vencido a partir de dos jugadas individuales, muy parecidas ambas, que nacieron, crecieron y finalizaron sin más intervención que la del autor del gol, Messi el que abría la lata, Luis Suárez el que consolidaba un marcador posteriormente ampliado sin dificultad.
Estas sensaciones de juego apelmazado tienen nulo valor en este punto del curso. En abril ya no hay margen para cambios de trayectoria táctica y lo que queda pertenece exclusivamente al terreno emocional y volitivo. A querer competir por todo a partir de la voluntad y el compromiso grupal. Si en el plan de juego del Barça se pueden encontrar grietas, no sucede lo mismo en la capacidad de competir, la voluntad de luchar y el ansia de vencer. En estos tres apartados, Luis Enrique tiene al equipo en su máximo nivel y probablemente sea lo que más importe cuando hay tanto en juego.
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