Crónicas 2015-2016 / Internacional / Champions League 2015-2016 / Fútbol
1.- El primer partido del Barcelona sin Messi era interesante por dos aspectos. En primer lugar, para visualizar cuál era la reacción del equipo con su mejor jugador –y prácticamente su sistema de juego– en la grada. A esto se unía que el rival era el Bayer Leverkusen, caracterizado por su presión en campo contrario –también tras pérdida– y extrema intensidad. Justo el contexto en el que Messi, a la primera que tiene, suele matar los partidos –hay excepciones, como en Vigo–. Sin el argentino, ningún culé emergió como faro en el que asentar el juego.
2.- El Bayer Leverkusen es ritmo. Arriba y abajo. Los alemanes llevaban la línea defensiva casi al campo contrario, presionando en 4-4-2 con Chicharito y Bellarabi tratando de dificultar la salida de balón a Piqué y Mascherano. Uno de los objetivos de Schmidt era no dejar espacio a Alves y flotar a Mathieu en la izquierda. El Barcelona se contagiaba del ida y vuelta de su rival, la distancia entre las tres líneas era mayor de lo habitual y ni siquiera Andrés Iniesta, que generalmente buscaba la pared con Luis Suárez, era capaz de ordenar al equipo con balón.
3.- Durante los primeros 35 minutos, el Barcelona fue un caos. Se intentaba adaptar a un ritmo de juego al que no está acostumbrado y en el que, sin Messi como enlace en la transición ofensiva, tiene muchas dificultades para ser preciso. Los nervios se acentuaron cuando en el minuto 20 Papadopoulos pudo rematar tras un córner de Çalhanoglu y una mala defensa al primer palo de Suárez y Mathieu -poca actividad-, y de Ter Stegen en el área pequeña. El alemán, en cambio, tuvo dos intervenciones de mérito en la primera parte.
4.- Con el 1-0, los de Roger Schmidt olieron la sangre del enfermo, no se dejaron intimidar por el escenario y llevaron su plan habitual, incluso cuando ya ganaban. Bellarabi era un martillo que interpretaba a la perfección el lado por donde caer, generalmente sacando a Piqué de sitio y batiéndose con él en velocidad.
5.- El contexto era ideal para medir la capacidad de respuesta del Barcelona con una situación delicada –perdiendo en casa y sin su mejor jugador–. Los últimos 10 minutos fueron algo mejores, atacando más tiempo en posicional y limitando, al menos, las salidas del Bayer Leverkusen. Pero no había precisión en el último pase ni en los pocos remates que hubo (sobre todo por parte de Sandro Ramírez, ahogado en la derecha pero oportunista dentro del área).
6.- Tras el descanso, Luis Enrique centró la posición de los tres delanteros y adelantó a Mathieu y Alves, dejando todo el carril para ellos. Pero no eran una amenaza real: Dani Alves no ha vuelto de su lesión al nivel del año pasado y Mathieu está tan apático como en sus peores tiempos en Valencia. Viendo que los primeros 15 minutos no cambiaban nada, el entrenador asturiano iba a dar entrada a Jordi Alba por Rakitic. Pero Iniesta, dolorido del bíceps femoral, pidió el cambio. El cuento del circo y los enanos.
7.- Entró Munir por Sandro y Sergi Roberto por Rakitic, pero el juego del Barcelona no mejoraba. Desde atrás adelante: Mascherano conducía para dividir pero no encontraba líneas de pase, Busquets y Rakitic recibían siempre de espalda y Neymar, intermitente, abusaba en exceso del juego individual.
8.- El Barça era todo menos posición y orden, aunque con el paso de los minutos Luis Enrique consiguió activar el carril izquierdo (Jordi Alba) y el central (Neymar). Pero los culés no aprovechaban el previsible bajón físico de los visitantes, hasta que Çalhanoglu perdió el balón y un remate de Munir tras centro de Jordi Alba fue despejado por Leno. Sergi Roberto, atento al rechace, igualó el partido. Un gol propio del encuentro que se estaba viendo en el Camp Nou, con un Barcelona preso de la imprecisión y el nerviosismo. Un nerviosismo que se volvió en euforia cuando Munir puso la pausa dentro del área que sus compañeros no eran capaces de encontrar, y Luis Suárez el acierto de colocar el balón en la escuadra hasta en sus peores partidos. La victoria era tan valiosa en lo estadístico como en lo psicológico.
9.- En lo positivo se debe destacar el nivel de Sergi Roberto –autoestima por las nubes–, la aportación de Sandro y Munir en un contexto complicado y la extrema competitividad de unos jugadores que se agarraron a un partido que tenía todos los condicionantes para acabar en tragedia. Excepto contra el Levante, todos los encuentros oficiales que ha ganado el Barcelona han sido por la mínima, muestra inequívoca de lo justo que ha empezado el plantel de Luis Enrique la temporada y de lo duro que será el presente cercano sin Messi, pero también del orgullo y la capacidad para competir del conjunto blaugrana hasta en sus peores momentos.
y 10.- Solo con actitud no bastará. Sin Messi, el Barcelona tiene que ofrecer alternativas basadas en el juego. Priorizar más que nunca la salida de balón desde atrás y las recepciones de pase de los interiores entre líneas, hoy ausentes, ahogados por la presión alemana. Cuidar al máximo los detalles hasta que Messi, principio y final del juego, vuelva a vestirse de corto.
* Ismael Ledesma.
– Foto: EFE
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