Islandia y Croacia se medían en un encuentro algo ensombrecido por los Portugal–Suecia o Francia–Ucrania, pero poseía un morbo previo a lo que sucedió en Reykjavik. Ante todo, Islandia está ante la mejor oportunidad para meterse en un Mundial y, por lo tanto, en el mejor hito de su historia. Los visitantes, por su parte, con un buen plantel para volver a una cita a la que faltaron en Sudáfrica. Sueños fervientes encontrados en un lugar y un partido demasiado frío.
Lass Lagerbäck mostró a su público que el sueño del Mundial comienza con una buena proposición de fútbol y, sobre todo, de ataque. Islandia es lo que es y tiene lo que tiene. Sin más. Por ello, no se apuntaló –sería una temeridad– y salió con todo el potencial ofensivo del que dispone, y el mejor de toda su historia. Gylfi Sigurdsson, Gunnarson, Gudmundsson, Finnbogason y Sigthorsson se juntaron sobre el terreno de Laugardalsvöllur para imponerse, de alguna manera, a la majestuosa selección croata.
Niko Kovac, que se estrenaba como seleccionador, quería dominar el partido desde el centro del campo, de ahí los dos centrocampistas que sacó: Rakitic y Modric. Talento en gran estado de forma, pero con poco oficio en la posición en la que se requería. Sólo Gunnarsson, para los islandeses, era el único mediocentro puro del partido, algo que ayudaba en el repliegue para los locales.
El partido, durante la primera parte, fue una proposición de intenciones más clara para Islandia. Al menos, asustó a Pletikosa con una jugada de Gudmundsson que tuvo que despejar la zaga croata. Lagerbäck quería aprovechar su fuerte, pero faltaba conexión entre la medular y la punta de la lanza. Sigurdsson se ofrecía y buscaba una salida para Gunnarsson, más limitado y pendiente de las arracadas que lanzaba Modric con el balón y a las ayudas a Skulason para la marca a Perisic, el mejor del encuentro o, al menos, quien más lo intentó.
El encuentro estaba trabado. Croacia no salía con limpieza de su campo e Islandia no conectaba con Finnbogason y Sigthorsson. Los de Kovac insistieron por el perfil zurdo con Pranjic y Perisic para llegar a la portería de Halldorsson, el costado más profundo del colectivo nacional. Srna, acostumbrados a sus galopadas, apenas apareció. Antes de acabar la primera parte, Gudjonhsen salió al terreno de juego por la lesión de Sigthorsson, cuya baja en Zagreb se torna sensible para los islandeses.
Tanto el final de la primera parte como el comienzo de la segunda se convirtieron en los tristes sucesos de Reykjavik. Tras lo de Sigthorsson, Skulason fue expulsado tras agarrar a Perisic, que se marchaba enfilado hacia la portería de Halldorsson, en cuyas manos estaba el sueño de Islandia.
El monopolio croata se consolidó con la expulsión y con la creatividad de Modric y Rakitic en la medular. Todo se acentuó, desde la búsqueda de posición más centrada de Perisic hasta las subidas de Srna buscando un buen balón para Mandzukic y Ölic, que sustituyó a Ilicevic. El perfil diestro sería plenamente para el jugador del Shakhtar.
Mientras tanto, Islandia aguantaba y Halldorsson paraba durante los cuarenta minutos de desmesurada exposición por la inferioridad numérica. Rakitic y Olic se las vieron con el guardameta islandés. La mejor oportunidad fue, para variar, de Croacia. Mandzukic cedió de cabeza para Perisic que no consiguió ver puerta con su potente disparo. Pudo ser la consagración del jugador.
Undiano Mallenco pitó el final en el Laugardalsvöllur y no pareció un resultado agridulce para los combinados, que sí para el espectador que no pudo ver goles en Reikiavik. Croacia e Islandia se las verán en Zagreb en el estadio Maksimir, sede habitual de la selección croata en sus partidos internacionales. No obstante, con el 0-0, el conjunto islandés visitará a su rival sin demasiada presión de la que ya hay. Abogarán, seguramente, por la frase del “morir matando”.
Por el contrario, Croacia debe defender su plaza y evitar que Islandia anote algún gol para no propiciar un partido no apto para cardiacos en el Maksimir. Este encuentro de vuelta de la repesca tiene más pinta de ser un duelo a todo o nada, es decir, un partido único para ambos. Una final que lleva como trofeo un sueño común.
* Guillermo González es periodista.
– Foto: AP
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