Tras comprar un dúplex en la avenida del éxito llegamos a creer que la burbuja inmobiliaria nunca explotaría. Que aquello de ganar, ganar y volver a ganar era el mejor estribillo con el que poner banda sonora a nuestras vidas. Subidos a la ola de la victoria vivíamos rodeado de récords y fama, de agasajos y reconocimientos. Casi sin darnos cuenta convertimos al triunfo en la única vara de medir, olvidando que en la vida todo se construye a partir de la derrota. Los dos impostores, como los definiría Rudyard Kipling, confunden aún más en los excesos. Y España vivió una fiesta que parecía no tener fin durante muchos años. Ahora pagamos las facturas de ese contrato a perpetuidad tras haber abandonado la morada del éxito. Algunos de los que mejor han conocido ese periplo nos explican cómo se llegó ahí, qué había detrás del milagro español e, incluso, cómo puede repetirse. Tienen ganas de fiesta.
“Todo comienza con la llegada de Iñaki Sáez. Él es el impulsor del modelo que se establece en la federación”, rememora Aritz Gabilondo, periodista del diario As que ha seguido y sigue muy de cerca las evoluciones de las categorías inferiores de la selección española. El entrenador vasco se convierte en responsable de la selección sub-21 en 1996. Llega procedente del Athletic Club y con una idea en la cabeza: plasmar en las categorías inferiores del combinado nacional el método de trabajo que se utiliza en Lezama. Ese método consiste en tener una serie de entrenadores, no muchos, que trabajen escalonadamente en todas las categorías y que a su vez hagan un trabajo en equipo. Esto es, que el entrenador de la sub-21 sea el segundo de la sub-19, el de la sub-19 sea el segundo de la sub-17 y el de la sub-18 sea el segundo de la sub-16. De este modo se consigue que el grupo de trabajo esté interconectado y en todos los escalones de la pirámide se trabaje en equipo.
Iñaki Sáez confiará en personas como Ginés Meléndez o Juan Santiesteban para llevar este proceso a cabo. “A la hora de ver a un jugador joven lo valoramos todo: técnica, táctica, presión psicológica y también su comportamiento dentro y fuera del campo”, afirma Meléndez para explicarnos qué buscan en los futuros futbolistas. Son ellos los que estructuran todo el fútbol base nacional con la intención de reconocer y captar el talento lo antes posible. De este modo diseccionaron el mapa de España por zonas (territoriales) con diferentes encargados que iban filtrando los nombres de los chicos de 14 y 15 años que por talento y condiciones podían hacerse un hueco en la selección. A continuación se les hacían unas pruebas y solo aquellos que las superaban pasaban a formar parte de la selección sub-16, el primer escalón de la pirámide. A finales de los 90 nadie tiene un trabajo tan profesionalizado de cantera como España. En la siguiente década, prácticamente, la situación se mantiene inalterable. Eso explica en gran parte los grandes éxitos que desde 1999 empiezan a producirse en las categorías inferiores de nuestro fútbol.
“La mejor generación de nuestro fútbol también ha sido la más trabajada desde la base”, afirma Gabilondo. Los Casillas, Xavi, Iniesta o Torres ya están presentes en los títulos de las categorías inferiores. En cualquier caso se trata de una apuesta a largo plazo, ya que se necesita tiempo para que ese trabajo que se hace en la sombra germine y florezca: “Esos niños se tienen que hacer adultos, tienen que conocer las características del estilo de juego, tienen que madurar y eso lleva su tiempo. Si pensamos en Xavi Hernández desde que llegó a la selección hasta que ganó con la selección, pasó un tiempo importante”. En cinco o seis años fija esa evolución Meléndez, para el que la clave está en moldear el talento. “Hay que educarlos futbolísticamente”.
Conocida la fórmula del éxito, son muchos los que ponen sus ojos en nuestro país, incluso antes de que los resultados alcancen el escalón de la absoluta. Las categorías inferiores se convertirán durante mucho tiempo en la mayor muestra de orgullo de nuestro fútbol, el mejor bálsamo a los sinsabores de la absoluta, y eso no deja indiferentes a los rivales. Son muchos los que desde su creación han pasado por la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, han compartido métodos y horas de trabajo con nuestros seleccionadores y han intentando exportar el modelo español a sus equipos nacionales. Hasta España llegaron técnicos, por ejemplo, de Japón, que partían de cero en cuanto a conocimientos y estructura y que prácticamente plagiaron el sistema. Otra de las habituales en Las Rozas es Venezuela, quien incluso alquila las instalaciones para hacer allí concentraciones de su selección. Incluso Alemania, toda una tricampeona del mundo (entonces) miró a España con interés
“Yo le digo a la federación que le han dado la fórmula secreta del fútbol. Ellos no tenían ningún modelo de cantera y se han ceñido a lo aprendido en España. Los resultados han terminado llegando, curiosamente primero en las inferiores y posteriormente en la absoluta”, reflexiona Aritz Gabilondo sobre todo lo aprendido por Alemania y sus técnicos en los largos períodos de tiempo que pasaron en nuestro país. Meléndez destaca por encima de todo la curiosidad y la humildad de un país que lo ha ganado todo en el mundo del fútbol y que quiere aprender nuevas fórmulas para ganar: “Fueron muy listos. Sabían que éramos los mejores en categorías inferiores y sabían que si imitaban nuestro modelo tendrían éxitos a medio plazo”.
Poco a poco la profesionalización y mejora constante fue haciendo más competitivo el fútbol de cantera. En esa carrera hacia la globalización del balompié se hacía más difícil destacar y por tanto ganar. En 2009 llegan los primeros éxitos de Alemania en las categorías inferiores, cinco años después de implantar el modelo español. Un lustro más tarde son campeones del mundo. Al igual que ocurrió con España, una década parece tiempo suficiente para que el modelo comience a dar sus frutos.
Cuando los títulos y los éxitos alcanzaron el último eslabón de la cadena, cuando los triunfos llegaron a la absoluta, los focos se trasladan de la base a la cúspide. La victoria de la selección española en la Eurocopa 2008, en el Mundial de Sudáfrica o en la pasada Eurocopa de Polonia y Ucrania centra la atención de todos. Mientras, en las categorías inferiores se desata una competitividad feroz y el liderazgo de España se va diluyendo poco a poco. Todavía habrá éxitos sonados, como la doble victoria en la Eurocopa sub-21 (2011 y 2013) gracias al talento de jugadores como Thiago Alcántara, Javi Martínez, Isco Alarcón, Ander Herrera o Juan Mata, que alternan el penúltimo y el último eslabón de esa cadena sin inmutarse.
No obstante, si miramos más abajo, al vivero de la sub-16 y sub-17, la fuente de talento y resultados parecía agotarse. “Ya había sensación de alarma internamente en la federación ante los resultados de esas categorías. Sobre todo con los más pequeños: los sub-17 llevan cuatro años sin clasificarse para el Europeo que luego da acceso al Mundial de su categoría”, apunta Gabilondo antes de repasar algunas de las selecciones que últimamente han superado a España: “En los últimos años, equipos como Croacia o Bélgica, que han dado una gran salto cualitativo, o selecciones menores como Georgia han eliminado a España de los torneos. Quizá no se esperaban encontrar tanta resistencia en unas edades que tenían muy controladas”. Desde la federación saben que hay muchos factores que intervienen a la hora de conseguir la victoria y defienden que su forma de trabajo no ha cambiado. El propio Ginés Meléndez despeja las dudas dejándonos un argumento para reflexionar en esa etapa de transición: “En 2011 ganamos la final del Europeo sub-19, pero pocos saben que nos hicimos con el premio al fair play. Lo mismo ocurrió en 2010 cuando perdimos la final del Europeo sub-17. Esos premios para mí también son importantes. Estamos formando personas”.
Algo que poco importa cuando la derrota adquiere tintes de fracaso ante la oportunidad perdida. Es lo que ocurrió tras confirmarse el fiasco de la sub-21. La actual campeona de Europa de la categoría no podrá defender su título y tampoco estará presente en los próximos Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. El clima no era el más adecuado tras el decepcionante mundial realizado por la absoluta, también en tierras brasileñas. La resaca del éxito se había prolongado tanto que nadie quiso dar un paso al lado, nadie optó por marcharse con la foto de la copa a casa, todos persistieron para seguir saliendo en ella. “Alemania acaba de ganar el mundial y hombres importantes suyos han abandonado la selección (Lahm, Mertesacker, Klose). Eso no sucedió cuando ganó España y era el momento ideal para algunos jugadores”, reflexiona Gabilondo. Eso supuso un tapón en la cúspide de la pirámide que inevitablemente afectó a jugadores como Thiago, Koke o Isco, que habrían tenido hueco en los planes de Del Bosque en la pasada Eurocopa. “Ahora la renovación que se quiere hacer es a marchas forzadas y eso trae consecuencias. No ha importado debilitar a la sub-21 para que la absoluta gane un partido en Luxemburgo y se han cometido despistes terribles como la amarilla de Morata. Es un error olvidarse ahora de las categorías inferiores al igual que tener prisa porque alcancen la absoluta”, se lamenta el periodista de As. Desde la federación coinciden en que la paciencia y cumplir con los tiempos es clave en cualquier proceso de cambio.
Pero hay más causas que han menoscabado el rendimiento de las categorías inferiores. Ese equipo de trabajo basado en la estructuración de los técnicos sufrió un duro golpe cuando Julen Lopetegui abandonó el cargo para fichar por el Oporto. Son muchos los que en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas veían al seleccionador sub-21 como el candidato mejor preparado para sustituir a Del Bosque en la absoluta. Una sucesión natural que el inmovilismo en la absoluta también truncó. La inesperada marcha de Lopetegui dejó huérfana a una selección en plena clasificación para la Eurocopa y supuso el ascenso de Albert Celades desde la sub-16 a la la sub-21. “Creo que es un técnico capacitado, que puede aportar mucho a los jóvenes porque conoce todos los secretos del estilo. Yo no le considero el máximo responsable de la eliminación”, asegura Aritz Gabilondo. En la federación la confianza en él es máxima. No ocurre lo mismo con los clubes. Las fricciones entre estos y la federación han aumentado, por lo que el trabajo en las categorías inferiores también se ha visto entorpecido. Para convocar a algunas de las estrellas emergentes de nuestro fútbol hay arduas negociaciones detrás. Ahí, una figura como en su día fue Fernando Hierro, se echa de menos.
Este contexto es abono ideal para las dudas. ¿Está caduco el modelo de juego de España? Aritz Gabilondo lo tiene claro: “Con este modelo hemos estado más cerca de los títulos y hemos ganado. Es cierto que no hay fórmula secreta, pero si algo ha hecho bien España en estos años ha sido descubrir su identidad. Por ahí debe profundizar”. Meléndez también profundiza sobre la sostenibilidad del modelo: “Ahora todo el mundo quiere derrotar a España, por eso es más difícil. La estructura de las selecciones inferiores es buena y creo que los éxitos llegarán siempre que se persiga el desarrollo del jugador y no solo se miren los resultados”. En esa misma dirección apuntó José Saramago cuando dijo que “la derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio, la victoria tiene algo negativo, nunca es definitiva”. Lo que sí resulta perenne son las hornadas de talento que siguen brotando por los campos de España. Toca ajustar la maquinaria para mejorar el rendimiento. También ampliar la perspectiva para comprender que el triunfo es, simplemente, un piso en alquiler, no la casa de tus sueños.
* Emmanuel Ramiro es periodista.
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal