"Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir". Nicolás Boileau
La pretemporada es un momento excelente para que los técnicos puedan trabajar con algunos jóvenes canteranos que buscan aprovechar su oportunidad ante la ausencia de algunos de los jugadores importantes de los equipos que se incorporarán más tarde a los entrenamientos debido a sus compromisos internacionales.
Los primeros partidos amistosos son su carta de presentación para aficionados y rivales, en ellos intentan demostrar todas sus habilidades acompañadas de una dosis extra de ilusión, esfuerzo y sacrificio. Son conscientes de que un rendimiento positivo durante estos encuentros les permitirá poder continuar disfrutando de la confianza del entrenador y alargar su sueño de formar parte del primer equipo.
Los internacionales se van incorporando y los canteranos poco a poco van desapareciendo de las sesiones y amistosos; sin hacer ruido van volviendo a sus respectivos equipos, donde sus entrenadores esperan que la experiencia vivida se convierta en una motivación tanto para ellos como para los compañeros con los que se reencuentran.
Esta situación aparentemente sencilla debe ser tratada con muchísimo tacto, ya que cada jugador es un mundo y no todos reaccionan de la misma manera ante ella.
En el momento en que el jugador se sube a este ascensor que le permitirá llegar a lo más alto, las sensaciones son fantásticas y únicas, pero cuando vuelve a montarse para bajar son completamente distintas, pudiéndose mezclar satisfacción por lo conseguido con muchas emociones negativas al ver cómo, quizás, hemos perdido la oportunidad con la que siempre habíamos soñado.
Cada joven futbolista convivirá con la situación de una forma diferente, aunque los técnicos deben ser los responsables de que estos reciban una información clara desde el principio que evite problemas en el futuro.
El jugador debe conocer su prioridad de cara a la temporada que se le presenta antes de iniciar los entrenamientos con el primer equipo, siendo importante que esta provenga de los máximos responsables a nivel deportivo.
Esta simple conversación es lo que le jugador necesita para poder centrarse en los entrenamientos y acabar de un plumazo con posibles malas interpretaciones que podrían convertirse en una pesada losa para el futbolista.
Su objetivo para la temporada ha sido marcado y todo lo que pueda llegar debe ser tomado como un premio, que dependiendo de las circunstancias puede ser mayor de lo esperado.
Con el jugador de vuelta a su rutina también será importante que los técnicos inicien su trabajo en la sombra dialogando sobre cuáles son los aspectos que tiene que potenciar cada futbolista para que en el futuro pueda consolidarse en la primera plantilla.
Establecer al futbolista en una posición determinada, mejorar alguna habilidad técnica o bien corregir alguna carencia táctica pueden ser algunos de los aspectos que se discutan para conseguir el objetivo deseado con la joven promesa, sin olvidar realizar un trabajo psicológico que le ayude a alcanzar su meta.
Estas pautas deberán venir marcadas por los técnicos del primer equipo quienes deberán liderar el proceso contando con la colaboración de aquellos entrenadores que vayan a volver a trabajar con las jóvenes joyas que necesitan ser pulidas.
Es importante que la línea de trabajo marcada sea respetada y que ninguna situación haga que cambien las decisiones tomadas, ya que, por ejemplo, la búsqueda de un resultado positivo en un partido determinado no podrá justificar poner en peligro el desarrollo de un jugador al que todos desean ver en un periodo corto de tiempo dando el salto al primer equipo.
Aunque debe quedar claro que el trabajo de cuerpo ténico de la primera plantilla no debe acabar aquí, ya que sus tareas de seguimiento sobre el joven son imprescindibles para poder valorar el rendimiento del futbolista. Este detalle será clave para que a su vez el jugador sienta que nunca ha dejado de formar parte de la primera plantilla y que los entrenadores se preocupan por su evolución, facilitando a su vez la vuelta a la normalidad.
Es evidente que esta formula supone un aumento considerable de las tareas del cuerpo técnico, pero no debemos olvidarnos de que estos jugadores fueron los que nos ayudaron a iniciar los entrenamientos; sus ganas e ilusión fueron importantes para que jugadores ya consolidados se vieran identificados, aunque solo fuera durante unos días, con esos jóvenes que les ayudaban a recuperar sensaciones y motivaciones perdidas. Toda esa pasión con la que trabajaron merece que sea correspondida.
Aunque pueda parecer una obligación solo de los equipos profesionales, no debemos olvidar que este proceso debería suceder a todos los niveles independientemente de las edades. En ocasiones, tendemos a pensar que estos movimientos con niños no necesitarán ninguna explicación, cometiendo, de esta forma, un grave error que puede tener fatales consecuencias para el jugador.
* Enrique Durán es Director Técnico de fútbol base de los Mamelodi Sundowns de Sudáfrica. Anteriormente fue coordinador de la FCB Escola.
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