"Todo lo que no está creciendo está muriendo. Crecer significa aprender y transformarte cada vez en una mejor versión de ti mismo". Imanol Ibarrondo
En la Premier nunca te puedes confiar. Un día vas, por ejemplo, al campo del Leicester y sin darte cuenta te complican la vida y te pasan por encima…
Estamos en el césped del Allianz Arena de Múnich y quien habla es el máximo ejecutivo del Manchester City, Ferran Soriano. A su lado, Txiki Begiristain, director deportivo del campeón inglés, reafirma lo dicho por su superior: “En la Premier no te puedes confiar nunca. Si te confías te hacen un traje”. A la espalda de ambos, Manuel Pellegrini dirige la última sesión de entrenamiento antes de jugar en Champions contra un Bayern de Múnich resquebrajado por las lesiones. El City luce formidable, con sus poderosos Touré, Silva, Agüero, Dzeko, Fernandinho y un Kompany que, probablemente, sea el mejor defensa central europeo del momento. Una plantilla majestuosa, uno de los varios candidatos reales a conquistar el cetro continental. Txiki nos cuenta los planes de juego del equipo, el plus que puede aportar Fernando como mediocentro y valora en voz alta la extrema dificultad que deberá vencer quien pretenda proclamarse campeón de Europa. Al día siguiente, el City lo comprobará en propia carne, cuando el Bayern consiga vencerle en un partido riquísimo de matices para quienes lo vimos en el estadio, pero que, al parecer, no dejó la misma sensación en televisión. [Este es otro fenómeno digno de anotación: la ausencia de narradores in situ. ¿Puede analizarse la perspectiva real de un partido desde los estudios?].
Sigamos con el City. Este domingo ha recibido al formidable Chelsea de Mourinho, logrando un empate agónico en un partido hermoso. Releyendo al entrenador portugués encontré una definición suya interesante: “Para mí no existen los jugadores que están en forma o no lo están. Existen jugadores adaptados o no a una forma de jugar” (citado por Rafel Pol en el libro “La preparación ¿física? en el fútbol”). Mourinho aplica este principio. Más que gustar o no su plan de juego, lo cierto y real es que su equipo tiene un plan de juego. Rotundo. En enfrentamientos como el del Etihad Stadium, el Chelsea se repliega y endurece, impone un ritmo bajo y aguarda al momento oportuno para lanzar su contragolpe. Uno de ellos ha sido monumental y ha permitido a Schürrle marcar y alimentar un promedio formidable: 0.74 goles por cada 90 minutos que disputa. Después ha ocurrido la sorpresa: con superioridad numérica, el Chelsea no ha gestionado con soltura la ventaja y ha llegado Frank Lampard para empatar (Milner ha cuajado un partido soberbio). Gol de Lampard al Chelsea es lo más cercano a un oxímoron.
Pero volvamos a Leicester. Ferran Soriano lo comentó a modo de ejemplo aunque maldita la gracia que le habrá hecho a Louis van Gaal visitar Leicester… Ya disponía de Rojo, Falcao, Blind o Herrera y, sobre todo, de un Di María autor de un gol rauliano, con lo que cabía prever que el Manchester United continuaría el rumbo emprendido la pasada semana, cuando goleó al QPR. Así fue durante una hora. El 1-3 tenía tanto color rojo que lo sucedido a continuación resultó asombroso: entre los minutos 62 y 63, el Leicester igualó el partido y lo que sobrevino fue el colapso absoluto del United, demolido, derrumbado por un equipo que en sus 130 años de historia ha invertido 148 millones de euros (fuente: Jake Cohen), es decir 46 menos de lo que solo este verano ha empleado el club de Manchester.
Para Van Gaal supone otro inicio duro, durísimo. Suficiente para alimentar la actual toxicidad que recorre las aficiones y redacciones de medio mundo, más interesadas en derribar y destruir que en ser pacientes ante quienes tienen la responsabilidad de construir proyectos. Van Gaal ya empezó perdiéndolo todo en el Bayern y acabó ganando el doblete Liga-Copa y disputando la final de Champions. No parece posible que pueda repetir el doblete esta vez, pero tampoco debería enterrarse su proyecto tan pronto, no en vano recordaba Alberto Egea que ya vivió algo similar en el Barça: corría 1998 y su Barça vencía 1-3 en Salamanca, pero acabó perdiendo por 4-3. Fue un cataclismo como el de Leicester, pero aquel Barça también ganó el doblete. Ha logrado solo 5 puntos de 15 posibles, un mal registro inicial, pero el mismo que el Everton de Bob Martínez, solo uno menos que el Liverpool de Rodgers y dos menos que el Tottenham de Pochettino.
Desconozco si Ferran Soriano eligió el Leicester City al azar, pero dejemos constancia que tras ser visitado por Everton, Arsenal y Manchester United nadie ha logrado vencer esta temporada en el King Power Stadium, como recuerda Santi Retortillo. Entre los nuevos ídolos locales ya ocupa un puesto honorable Jamie Vardy, fichado hace dos temporadas al Fleetwood Town, de la Conference 5ª D, por cerca de dos millones de euros (incluidos variables), el traspaso más caro de la historia para un futbolista no perteneciente a una liga profesional. En su primer partido como titular en Premier League, Vardy le ha marcado un gol al United, dado dos asistencias y ha sido la electricidad que catapultó al Leicester para aplastar a los de Van Gaal. Sin duda, Ferran Soriano y Txiki Begiristain, entre otras fechas, habrán subrayado en rojo el 13 de diciembre: es el día que el City visitará al Leicester…
También Marcelo Bielsa empezó mal el curso y, sin embargo, encadena cuatro victorias consecutivas, del mismo modo que el Red Bull Salzburg, el supercampeón austríaco, acumula cuatro derrotas seguidas (tres en liga). Repetiré mi criterio: demasiado pronto para describir tendencias. Baste observar lo que está ocurriendo en la Bundesliga alemana, donde ningún resultado está garantizado porque hay “Leicester” por doquier. Puede parecer que para este Bayern diezmado, que está pagando un alto precio por el éxito alemán en el Mundial, empatar en Hamburgo fuera un mal resultado, pero aparecieron Mainz y Wolfsburg para derrotar a Borussia Dortmund y Bayer Leverkusen y dejar al equipo de Guardiola en cabeza, emparejado entre otros con el líder SC Paderborn 07, un recién ascendido, como el Leicester…
De todo lo visto en Alemania se repiten dos fenómenos: las dificultades del Dortmund en ataque posicional resultan estruendosas, pues si el rival se repliega los de Klopp se ahogan; y el remate del Bayern sufre deficiencias alarmantes. Ha marcado 5 goles en cuatro partidos de liga (la mitad que Leverkusen), 6 en cinco partidos si contamos la Champions. Es un balance pobrísimo para un equipo que construye juego de manera abundante y apenas sufre en defensa: el City remató dos veces contra Neuer, el Stuttgart ninguna, el Hamburg solo tres; en cinco partidos únicamente ha encajado dos goles, cinco veces menos que el Leverkusen. Ahora que Boateng, Xabi Alonso y Benatia fortifican aún más los cuartos traseros, la asignatura pendiente de los muniqueses continúa siendo el remate.
En España, los rematadores del el Real Madrid pertenecen a otro nivel, como los cabeceadores del Atlético cuando de balón parado hablamos. O como los constructores del Barça, cada día un poco mejor armados, tanto para el remate suave como para el derechazo inapelable, guiados por un Messi que vuelva a guiñar el ojo…
– Fotos: Getty Images
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