Diego López (Paradela, 1981) no jugará en el Real Madrid esta temporada, sino que defenderá la portería del AC Milan. Es un portero completo, alto y fuerte que se ha caracterizado siempre por su agilidad bajo palos pese a su altura, que maneja notablemente el juego aéreo y que tiene un buen golpeo en largo con ambas piernas. Lo que más sorprende es que a su edad sigue mejorando gracias a una profesionalidad y entrega absolutas en los entrenamientos y en el cuidado de la forma física. El propio Diego lo dijo en su día: “Para mí, cada minuto en el Madrid es oro”. Desde luego, así se tomó el reto que comenzó hace dieciocho meses con la lesión de quien marcaría su trayectoria en el Real Madrid: Iker Casillas.
La portería ya era un tema de conversación habitual entre el madridismo un mes antes de la lesión de Casillas, cuando este presenció un par de partidos desde el banquillo por decisión técnica de Mourinho. El caso es que en su vuelta a la titularidad se lesionó de gravedad y el Madrid tuvo que buscar portero. Encontró a Diego López, conocido para el Bernabéu y que había cuajado varias temporadas a gran nivel en Villarreal. Era una solución de emergencia, pero era una solución. Su primer partido fue, nada más y nada menos, contra el Barcelona en la Copa del Rey, papeleta que solventó con una buena actuación en un encuentro que se recordará como uno de los mejores de Raphaël Varane. Las buenas sensaciones fueron confirmadas en la eliminatoria frente al Manchester United, especialmente en Old Trafford, donde se convirtió en uno de los héroes de la ronda europea. Destacaba por una mayor seguridad aérea que su antecesor en la portería blanca y por un mejor juego con los pies que permitía al Madrid salir más rápido a la contra o gozar de mayor calidad en los envíos para el juego directo. Y por supuesto, por sus grandes paradas bajo palos. Añadía a unos buenos reflejos la capacidad de blocaje o de despeje en largo o hacia los laterales, imposibilitando las segundas jugadas que tanto daño hacen a los porteros. En definitiva, el plan de emergencia del Madrid había dado resultado. Tenían portero titular de garantías.
Si la eventual suplencia de Casillas antes de su lesión había provocado el primer terremoto mediático, con su recuperación se viviría el segundo, con Diego López como casual invitado. Durante aquellas semanas se hablaba de altas competitivas, de estados de forma, de enfrentamientos personales y de plebiscitos. No podemos saber cuánto de personal y cuánto de deportivo había en aquella decisión. Sí parece claro que la sintonía entre Casillas y Mourinho era nula, pero el propio entrenador explicó en rueda de prensa sus motivos, y tampoco se puede decir que no tuvieran sentido o que Diego no mejorara a Iker en ciertos aspectos.
“Para mí Diego López me gusta más como portero que Iker Casillas. Es simple. No tengo ningún problema personal, no es ninguna decisión con el objetivo de perjudicar a alguien; me gusta más. Me gusta un portero que juega bien con los pies, me gusta un portero que sale bien a los centros, me gusta un portero que domina el espacio aéreo. Iker es un fenómeno entre los palos, hace paradas fantásticas entre los palos. A mí me gusta más otro perfil de portero”, dijo el entrenador portugués.
Entre las trincheras de la guerra protagonizada por Mourinho, Casillas, la prensa y algunos sectores de la grada, Diego López jugó siempre por delante del capitán, el nivel desplegado fue cuando menos notable y deportivamente dio la talla en todo momento, a pesar de ese 4-1 de Dortmund en el que poco pudo hacer y que no le impidió brillar en la vuelta con un par de paradas casillescas.
Terminó la temporada, José Mourinho dejó el club y llegó Carlo Ancelotti. Mucho se hablaba de su tranquilidad, de sus buenas formas o de que terminaría con las divisiones y la tensión del madridismo. Efectivamente, nunca levantó la voz ni tuvo una mala contestación, pero su decisión provocó el tercer terremoto relacionado con este tema: eligió a Diego López como su portero titular en la liga. Los motivos eran similares a los de Mourinho, solo que sin ningún tipo de rencilla personal con Casillas. Una decisión salomónica y puramente deportiva que no hacía más que hablar genial de lo que es Diego López: un gran portero de fútbol. Sus actuaciones durante los tres primeros meses fueron espectaculares, a su mejor nivel de siempre, con paradas de todos los colores que daban puntos a un equipo que sufría defensivamente, sobre todo en transición. En el mano a mano, por reflejos, a bocajarro o de larga distancia. Un repertorio completísimo por el que empezaba a ser elogiado incluso por los más casillistas. Tenía ese aire de superioridad del que sabe que puede pararlo todo, que está en mejor forma que nadie y que es su momento en el Real Madrid. Pasaron los meses y, poco a poco, volvió a ser terrenal. El debate ya no existía y al Madrid le creaban poco peligro, factores a tener en cuenta a la hora de valorarlo. Tuvo su único fallo importante en el partido frente al Atlético de Madrid, crucial en la pelea por la liga que terminarían ganando los rojiblancos, en un tiro lejano de Gabi que se coló por prácticamente el centro de la portería. En ese tramo final, aunque sin ningún otro fallo reseñable, volvió a ser un portero normal, que paraba lo que debía y dejaba su puerta a cero con cierta frecuencia, pero que había dejado de parar lo que solo paran los mejores, lo que quizá él mismo había parado en septiembre. No obstante, en ningún momento perdió un mínimo de profesionalidad. Siguió acudiendo a todos los entrenamientos voluntarios que había, incluyendo el previo a la final de la Champions, partido que sabía que no iba a disputar. Gestos como este reflejan cómo fue la etapa de Diego López en el Real Madrid. Y así terminó la temporada, aquella en la que fue titular en su equipo de siempre por delante de un gigante como Iker Casillas.
Lo ocurrido este verano lo sabemos todos: viene Keylor Navas y tres son multitud. “A no ser que me echen, que me den una patada en el culo, voy a seguir aquí peleando por todo”. Eso decía Diego López en abril, por lo que se entiende que, más que buscar una salida, le han invitado a que lo hiciera. “Es uno de los mejores porteros que he entrenado en mi vida”, le despide Villiam Vecchi, el entrenador de porteros de Ancelotti. No está mal recibir este piropo de un hombre que ha entrenado a Buffon, Dida o Casillas. Diego López es un portero que ha rendido a un nivel sobresaliente en un clima de tensión difícilmente soportable, que siempre ha sido un ejemplo de profesionalidad, trabajo y educación. Para todo y para todos.
* Juan Zubiría.
– Foto: Real Madrid
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