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Toni Kroos (Greifswald, 1990) ya es jugador del Real Madrid. Que su precio no nos lleve a engaño: es uno de los fichajes del verano. A sus 24 años ya es campeón de Europa en una temporada de triplete y campeón del mundo. Y siendo protagonista en esas dos gestas. El club merengue ha fichado al segundo mejor centrocampista de la temporada en Europa, y junta de esta manera al que seguramente sea el mejor centro del campo del mundo. Su carrera es corta en años, pero larga en éxitos, y pretende seguir aumentándolos en el Real Madrid.
Su primera actuación individual que llamó la atención de todo el mundo del fútbol se produjo en las semifinales de Champions entre el Bayern y el Madrid, con Jupp Heynckes en el banquillo y en el estadio que ahora vibrará con su fútbol. Estamos acostumbrados a que la mayoría de mediapuntas gocen de un gran último pase, que atesoren una gran calidad, que sean habilidosos, incluso regateadores, y que tengan una aceptable cuota de gol. Kroos era atípico, ya que sí gozaba de un buen último pase y un fantástico tiro exterior con ambas piernas, pero su peso en el juego era mucho mayor que el de la mayoría. Recorrido en los cuatro sentidos, siendo su lugar preferido el costado izquierdo, recibiendo sin problemas en la banda o en la base de la jugada, aprovechando cualquier espacio que cediera el rival para poder recibir con comodidad y buscar el próximo pase. Porque sí, Kroos necesita ese espacio, ese segundo para maniobrar, ya que no tiene el juego de espaldas o la chispa que sí tiene, por ejemplo, Luka Modric. Tampoco el regate era una de sus virtudes, aunque sí podía batir líneas en conducción o con controles orientados, pero que eran más puntuales que frecuentes. Con esas características se fue haciendo grande, y con él, su equipo, que arrasaría a todos en la temporada del triplete. Era una apisonadora. Física, táctica y técnicamente sobresalientes, con profundidad en un banquillo muy bien dirigido. Un conjunto con varias claves, siendo una de ellas nuestro protagonista. Toni era el mediapunta-interior perfecto, el que permitía que la línea entre el 4-3-3 y el 4-2-3-1 fuera difícil de definir o el que activaba a Ribéry ofreciéndole espacios interiores. Ayudaba en la salida de balón, en todas las transiciones ofensivas, y también se esforzaba en defensa con un buen físico y una capacidad táctica mejorable, pero suficiente como para ser competente. Ya fuera al contragolpe, con salida rápida desde atrás, en estático o con juego directo, él estaba en la jugada. El Bayern manejaba todas las variantes, y por lo tanto Kroos también. O viceversa.
La última evolución de Kroos llegó con Guardiola y su innegociable estilo de juego. No tendría mediapunta al uso y necesitaría interiores que aseguraran la posesión, que dieran muchos pases y fallaran poquísimos, que tuvieran paciencia en la construcción y mordieran en la recuperación. Que generaran ventajas a partir de tener la pelota, al fin y al cabo. El destino de Kroos era cristalino: él era el hombre. Con la lesión de Schweinsteiger y una serie de probaturas para acompañarle, el único fijo durante toda la temporada resultó ser él. Estamos hablando de uno de los mejores conjuntos de Europa, dirigido por uno de los mejores entrenadores y que construye sus equipos con el centro del campo como eje. Se adaptó a lo que se le pedía mostrando una nueva faceta algo más conservadora, menos decisiva en cuanto a goles y asistencias al estar más alejado del área, pero con una responsabilidad sobre el juego aún mayor. La transición ofensiva dio paso al ataque estático y la velocidad a la posesión. Con este nuevo rol fue uno de los mejores jugadores del año, siendo constante y regular, marcando los tiempos de un Bayern Múnich de grandes vuelos. La cruz de la temporada, la eliminación contra el Real Madrid, también mostró algunas de las carencias de Kroos, que no fue capaz de corregir ni recuperar la posición para evitar los fulgurantes contragolpes merengues. Y no es por una baja forma física, ya que eso lo tiene, sino de colocación sobre el terreno de juego. También se vio apurado cuando le buscaban arriba, aunque fuera tímidamente, ya que juega tan cómodo de cara como incómodo de espaldas. Si esto ya era un problema cuando jugaba en la mediapunta, ahora todavía más, porque las posibles pérdidas serán mucho más peligrosas en la medida en la que se produzcan más cerca de su guardameta. Por otra parte, al alejarse del área rival nos perdimos parte de su buen golpeo directo a portería, aunque ganamos el desplazamiento en largo que ya tenía anteriormente y que ahora utiliza con mayor asiduidad al encontrarse más lejos de los receptores de sus pases. En la evolución no pierde virtudes, sino que las adapta.
La carrera de Kroos se entiende a través de sus entrenadores y lo que querían de él. Heynckes lo utilizaba como un mediapunta ciertamente atípico, y Guardiola lo fue retrasando hacia la base de la jugada. De lo vertical a lo horizontal. Y en ambas situaciones cumplió con nota y se convirtió en un jugador clave para su equipo. Esto, entre otras cosas, es lo que nos hace pensar que Kroos en el Real Madrid será lo que Ancelotti quiera que sea, desde centrocampista avanzado con llegada al área hasta su definitiva conversión a mediocentro. Estamos hablando del hombre que convirtió a Pirlo en uno de los mediocentros de la década, y de un futbolista con actitud y aptitud sobradas para ello. También llama la atención la grandeza que envuelve al alemán, que le hace ser líder de la campeona del mundo o de Europa, presentarse ante el mundo con un partido brillante en el Santiago Bernabéu o ser nombrado el MVP de un partido para la historia del fútbol. Con la incorporación de Toni Kroos puede decirse sin miedo a equivocarse que el Real Madrid es mejor que ayer, que el campeón de Europa sigue sumando, que ha fichado puro fútbol.
* Juan Zubiría. Web: desdelazonamixta.wordpress.com
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