La necesidad no siempre es irresistible

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La necesidad no siempre es irresistible

por FRAN ALAMEDA el 1 mayo, 2012 • 21:31

1.- En Gijón se mascaba el drama y Clemente decidió adaptar su esquema a lo que la situación exigía: dominio y ataque. Frente a esto, Lotina dictamina orden y coloca tres medios de contención. Marchena como escudo con Senna y Bruno como interiores, encargados de enlazar con Borja Valero y Hernán Pérez. El Villarreal se guía con más luz que su rival con el balón y un rigor táctico aceptable teniendo en cuenta el contexto del partido.

2.- El Sporting ofrece dos componentes muy claros desde el principio. Corazón y garra. El equipo de Clemente, asomado todo el partido al abismo, ha derrochado toda su energía y puesto la rabia de quien siente que sus oportunidades se escapan como una pastilla de jabón entre las manos. Demasiado jugadores con corazón y solo una cabeza pensante: Lora. Quizá, junto a Sangoy, el mejor jugador del Sporting hoy -y muchos otros días-. Se ha adaptado al rol del doble pivote, después ha sumado en ataque y en los últimos minutos se ha colocado como último hombre para colgar balones. Capitán con orgullo.

3.- Villarreal encuentra superioridad en la derecha y plantea gran parte del partido desde ahí. Mario y Hernán juegan sobre la línea, Senna apoya la creación por el carril interior y Valero para dar el último pase. Todo se vuelca en ese sector para mal del Sporting. El otro carril, desolado para Jaume Costa y Damián Suárez. Ambos en uno por uno. Del Villarreal no se atisbaba presencia, del Sporting se intuye que De las Cuevas, pero el mediapunta ejercía de su posición original y caía al centro, donde ha navegado perdido entre los pivotes de contención de Lotina.

4.- El Villarreal crea, genera, contragolpea… Se juega a lo que manda Lotina y gestiona con notable paciencia la ansiedad gijonesa. Fruto de este cierto dominio llega el gol del Villarreal en maniobra de fútbol completo. Asiste el interior zurdo desde dentro del área y remata el lateral derecho al primer palo. Dice mucho del estilo que se atisba, raras veces, del antiguo Villarreal.

5.- Clemente decide cargar la derecha. Vuelca a De las Cuevas y Damián ejerce de carrilero. Lotina reacciona cuando descubre que hay herida por superioridad e introduce a Ángel para tapar ese sector. Hemorragia controlada a la que Clemente reacciona ‘a su manera’: El Sporting no desea elaborar, el tiempo asesina segundos en su contra y manda a Mendy y Bilic al campo. Renuncia a De las Cuevas y Colunga para colocar a 4 delanteros repartidos a lo ancho del campo. Fútbol directo. Vertical. Puro Clemente.

6.- El Sporting decreta todo a su esfuerzo. El corazón deviene en ansiedad y ésta, a su vez, en imprecisiones, tensión y errores en conceptos simple. Gálvez -central natural- ocupa el mediocentro solo para destruir y tapar a Borja, pero éste ocupa muy bien los espacios interiores y recibe cómodamente. Trata de ir a todas partes para no ir a ninguna. Naturalmente, no conoce el oficio. Es uno de los errores por los que el Sporting se desmorona atrás.

7.- Frente a tanto corredor, un cerebro pensante: Borja Valero. Pausa las transiciones y las lanza. Retiene el balón y lo pasa. Todo en el momento justo. Sporting sufre mirando al reloj y reduce sus opciones en balones largos. Tarea sencilla para Zapata y, sobre todo, un Mussachio inconmensurable en todas las facetas. Aire, tierra y salida de balón. Ha gestionado la difícil situación emocional, ha dado cobertura y paz atrás. Necesario para sobrevivir.

y 8.- El desgaste sportinguista ha ido acompañado de mucho corazón y rabia, pero poco cerebro. Cuando el Villarreal se desangraba por su izquierda, no mató; no supo encontrar a De las Cuevas y Colunga, sus factores diferenciales en ataque y claudicó frente al fútbol del Villarreal, que hoy sí logró exponer argumentos suficientes para reconocerse. El Sporting deja su descenso bajo rúbrica el día en el que poco hay que reprocharle. Bajo el espíritu de aquella frase de Esquilo de Eleusis (“La fuerza de la necesidad es irresistible“), se sometió con la cabeza alta y el corazón triste. Pero no resistió.