"La clave del éxito no es jugar como un gran equipo, sino jugar como si el equipo fuera una familia". Stephen Curry
“En el fútbol se premia el logro y se ningunea el propósito de conseguirlo”.
Son palabras de Juanma Lillo, alguien que sabe bastante sobre ello. Absortos en una sociedad que adula a los ganadores y con una memoria histórica más bien paupérrima, el fútbol eleva a índices maliciosos tales afirmaciones.
El paradigma de todo ello lo encontramos tras la resaca de la semifinal de Champions League que enfrentó a Chelsea y FC Barcelona. Son muchos los que desde una mayor o menor objetividad han cuestionado el juego e incluso el modelo del equipo azulgrana. Expresiones como “parece balonmano, hay que chutar más, falta un 9, etc…” han sido habituales en cualquier tertulia futbolística y en las redes sociales estas últimas semanas. Pero, ¿es realmente justo poner en tela de juicio un modelo que ha dado tanto, no sólo al barcelonismo, sino al fútbol en general? ¿Estamos ante el archiconocido “cambio de ciclo”? ¿Suponen las derrotas ante Real Madrid y Chelsea un verdadero motivo de reflexión sobre el modelo Barça?
Más allá de la ingente cantidad de opiniones vertidas al respecto, dos ideas:
A partir de estos dos puntos podemos tratar de descifrar las claves de esta eliminación y el juego del FC Barcelona a lo largo de los últimos tiempos.
La filosofía Barça nace en el juego de posición que tan bien analiza Dani Fernández en otro artículo de esta web. Como resumen, sólo diremos que se trata de un estilo de juego nacido en Holanda y que aterrizó en la Ciudad Condal de la mano de Rinus Michels, siendo Cruyff su verdadero impulsor. Laureano Ruiz, Louis Van Gaal o Frank Rijkaard fueron otros entrenadores cuyo legado ha resultado fundamental para que Guardiola lo haya elevado a niveles nunca antes vistos. El juego de posición se basa en la utilización predominante del pase y la posesión para, con la mayor velocidad de circulación posible, superar líneas del rival y llegar con el máximo número de efectivos a las zonas de finalización.
Guardiola heredó un equipo en proceso autodestructivo al que ha ido evolucionando y mejorando en sus conceptos temporada tras temporada, con un éxito arrollador. Las variantes también se han ido haciendo necesarias, ante las nuevas dificultades que planteaban los equipos rivales al sistema de ataque culé. Especialmente interesantes las variantes en la 2ª y 4ª temporada de Pep al frente del equipo:
En cualquier caso, esas evoluciones siempre han respetado los principios del juego de posición, en algunos casos incluso reinventándolos, para mejorar su eficacia y seguir deleitando al mundo gracias a un fútbol de leyenda.
Hemos visto como a lo largo de esta temporada Guardiola ha preparado a su equipo para los momentos claves de la temporada, esto es, el mes de abril. El mes en el que te juegas el ser o no ser. Toda la preparación ideada por Seirul.lo desde la época de Cruyff se basa en el siguiente principio (reforzado por Pep en ruedas de prensa): ganar o no ganar finales depende de múltiples factores, pero la preparación del equipo debe ir orientada a llegar al punto máximo de rendimiento en el mes donde te juegas el disputar esos títulos (de Liga, de Copa, de Champions).
Se ha podido ver la comentadísima defensa de tres hombres; el doble falso 9; los extremos cerrados; los extremos retrasados; el doble pivote; el falso central; etc… Todo ello, con el objetivo de que el equipo dominara el máximo número de recursos para este tramo final de temporada, en el que ofrecer múltiples soluciones a las trampas diseñadas por los rivales puede ser la diferencia entre ganar o no un título.
El fútbol de circulación de balón fugaz, con robo rápido tras pérdida, con continuos balanceos sobre las defensas rivales, la búsqueda incesante de pasillos y superioridades, no ha estado en algunos partidos al nivel de años anteriores. Cabe recordar que esta ha sido una temporada especialmente difícil en el equipo azulgrana, con la desgraciada situación de Abidal, la inoportuna baja de Villa (que tanto ha acusado el equipo), las continuas lesiones de jugadores claves (Alexis, Piqué) o la enfermedad de Tito Vilanova. Todo ello no ha sido excusa para que el equipo haya llegado al último mes con posibilidades reales de hacer otro “pleno” a final de temporada. ¿Qué ha ocurrido entonces? Como bien dice Pep, centrémonos en el juego.
Chelsea año 2009. Inter año 2010. Chelsea año 2012. Real Madrid año 2012. Estos han sido, fundamentalmente, los equipos que han conseguido someter al FC Barcelona en las 4 temporadas en las que Guardiola ha sido el entrenador de la primera plantilla. Cierto es que el Chelsea del 2009 no logró su propósito merced al “Iniestazo”, pero sería también injusto reconocer su mérito al frenar la maquinaria azulgrana en aquella eliminatoria. Todos ellos, sin embargo, muestran un denominador común: equipos Top, dispuestos de manera ultradefensiva y con un poderío físico envidiable. ¿Es el antídoto definitivo al juego de posición?
Este estilo de juego, como hemos comentado, se cimentó en una cultura futbolística muy diferente a la actual. Incluso la alegre y liberal Holanda, cuna del mismo, no podía imaginar una propuesta más defensiva que el propio Catenaccio que por aquellos años dominaba en el fútbol italiano. El Catenaccio se podía batir (al menos ideológicamente) con el juego de posición por dos motivos fundamentales: la existencia de un líbero que rompía el fuera de juego (y por tanto, vulnerable mediante la velocidad de circulación y los pases al espacio) y los marcajes al hombre (que podían superarse a través de las paredes, los cambios de ritmo y la calidad individual en el 1×1 de los jugadores).
Sin embargo, sus creadores, incluso sus perfeccionadores (Cruyff), no intuyeron años atrás que un equipo de nivel mundial podía afrontar un partido con la principal misión de encerrarse cerca del área rival con todos sus hombres y esperar sacar rédito a las escasas opciones de contraataque que pudieran existir por las distracciones y/o errores del rival.
La realidad nos ha enseñado que sí, que el reto del equipo que deja Pep es superar a estos súper-equipos con estructuras defensivas excelentemente formadas. La pregunta entonces, es clara: ¿Cómo hacerlo?
El juego posicional del Barça hasta ¾ de campos es excelso. De un nivel descomunal para los que conocemos la dificultad que supone someter a cualquier rival, incluso con la superioridad moral que se ha ganado este equipo, en su propia área durante tantos minutos de juego. Ahora bien, los problemas nacen, ante estos equipos ultradefensivos, en la fase de finalización. En la zona donde se deciden partidos. Rivales que, mediante defensas flotantes sobre Messi, anulan la posibilidad de jugada individual del astro argentino. Que se preocupan por cerrar espacios y pasillos interiores para evitar llegadas de 2ª línea de Cesc, Xavi o Iniesta. Que entregan los laterales del campo porque saben que, ante la ausencia de rematadores puros, el Barcelona solo puede emplear esas zonas para generar amplitud. Que defienden dentro de su propia área porque ahí Alexis carece de espacios para lanzar desmarques y los extremos no pueden tirar diagonales.
Las soluciones no son matemáticas. El fútbol no es una ciencia, y si lo es, inexacta. Hay muchas y variadas, pero en cualquier caso, expondré las que bajo mi opinión son más factibles de acuerdo al modelo de juego del FC Barcelona que, bajo ningún caso, replantearía. Se trata de evolucionar los anticuerpos ante las defensas creadas por los rivales.
– Incidir en la velocidad de la circulación de balón en zona de finalización. Ningún jugador corre más que el balón. Para ello, necesario un nivel rozando la perfección del juego posicional (movimiento con y sin balón).
– Búsqueda de situaciones para el disparo de media distancia, incidiendo en la profundidad defensiva necesaria para recoger las segundas acciones que cualquier rechace pueda generar. Está claro que si el equipo no lo ha hecho, es porque Pep confía más en la calidad de sus jugadores que en la posibilidad de que los rebotes favorezcan al rival, pero no deja de ser una acción que incrementaría la riqueza del ataque azulgrana.
– Generar situaciones de 1×1 para que los extremos puedan buscar línea de fondo y centro lateral, haciendo necesaria la figura de un 9 rematador. No se trata de Plan B para colgar balones desde zonas alejadas (Alexanco en el Dream Team, Keita o Piqué en el actual), sino de disponer de especialistas en la plantilla capaces de finalizar el volumen generado de juego por banda.
– Explotar la llegada por sorpresa de los laterales jugando con defensa de 4. Alves no tiene desborde en estático, pero sí en carrera. Ejemplo de jugador que sufre en estos partidos de máxima exigencia con defensa de 3 o haciéndolo de extremo puro.
– Acentuar el ataque por bandas incrementaría las posibilidades de éxito en las combinaciones de los hombres interiores intentando superar las murallas rivales: triangulaciones, paredes, pases aéreos o incorporaciones de 2ª línea.
– En ciertas situaciones (por ejemplo, tras el 2-0 en la eliminatoria ante el Chelsea), dominar la posesión unos metros más atrás, invitando al rival a salir más. Temporizar más los partidos para provocar el engaño al rival. Con metros al espacio, explotar las cualidades de jugadores como Alexis, Tello o Cesc.
– Emplear de nuevo, en un continuo intercambio de posiciones, a Messi en banda. Si hay un jugador desequilibrante en el mundo es él. El desorden que provocaría podría ser finalizado por otro, descargándole de la responsabilidad finalizadora que ha padecido (o disfrutado) este año.
En cualquier caso, no hay que olvidar que el fútbol es un deporte. Como tal, no siempre gana el mejor y el azar influye decisivamente. Cruyff lo definió del siguiente modo: “El fútbol es un deporte de errores. Quien menos falla, gana”. ¿Estaríamos hablando de lo mismo si uno de los 4 tiros al palo de la eliminatoria ante el Chelsea va dentro? ¿Si Valdés hubiera medido mejor su salida en el córner que da origen al primer gol del Real Madrid en el Clásico? El azar influye.
En ese aspecto, podemos observar el gol de Ramires en el Camp Nou. El modelo de juego del Chelsea, tras la llegada de Di Matteo, no contempla la incorporación de los laterales a zonas de finalización. Además, Ivanovic, habitual lateral derecho, no posee nivel técnico ni recursos adecuados para ello. El gol nace por un cúmulo de casualidades: Ivanovic, lateral titular, actuando de central tras lesión de Cahill. Y Bosingwa, su sustituto, también en el centro de la zaga tras expulsión de Terry. Solo el azar explica que un jugador de las características físicas de Ramires (veloz) y técnicas (gran definición) se encuentre con esa situación ante Valdés (ningún especialista en la cobertura del FCB por bajas de Piqué y Abidal).
El fútbol, en conclusión, es de los futbolistas. Y mientras el balón sea redondo, por fortuna, el desenlace de los partidos será siempre impredecible.
La marcha de Pep Guardiola es ahora el epicentro del universo blaugrana. Ideólogo absoluto de este equipo de leyenda, autor de las evoluciones más brillantes imaginadas en el juego de posición, su adiós no es una buena noticia para el fútbol. Pero más allá de su figura, el trabajo en las instalaciones de la Ciutat Esportiva Joan Gamper no cesa y Tito Vilanova puede ser un gran sucesor.
El futuro es de los Sergi Roberto (la evolución 2.0 de Xavi, más rematador, más llegador), de Montoya (el futuro 2 de La Roja), Gerard Deulofeu (el extremo puro), Jean Marie Dongou (el killer estajonovista) y de todos los futbolistas a los que, al fin y al cabo, el juego pertenece.
* Martí Cifuentes es entrenador del Juvenil A de la UE Rubí. En Twitter: @mcc14
– Fotos: EFE
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