En mitad de uno de los playoffs más apasionantes de los últimos años, a Adam Silver, el nuevo comisionado de la NBA, le ha llegado su primera patata caliente desde que asumiera su puesto tras la retirada de David Stern.
Las declaraciones que han visto la luz de Donald Sterling, de una trascendencia sin parangón en la historia moderna de la liga, tienen revuelta a media competición y, por extensión, a la opinión pública del país. El propietario de los Clippers, reincidente en este tipo de comportamientos, no solo enfrenta a una minoría absurda frente a la mayoría lógica de la liga, sino que enfrenta el poder económico contra los valores sagrados de la institución, una guerra en la que la liga debe demostrar su madurez como institución.
Hay que reconocer que la NBA ha sido uno de los grandes espacios de expresión de la cultura afroamericana en EE. UU. desde su nacimiento y ha contribuido a normalizar la igualdad racial en el país. La liga ha actuado, de manera consciente o inconsciente, como ejemplo de tolerancia y convivencia entre razas. Afortunadamente, el talento no entiende de razas.
Sucede que, en el fondo, no hay nada que discutir. Si alguien pedía a las grandes estrellas de la liga una respuesta ejemplar, estas ya se han pronunciado. Sometidos a los dilemas de carácter homófobos o racistas, los jugadores y entrenadores de la liga han respondido de manera intachable. Las palabras racistas de Sterling han obtenido una contestación inmediata, desde lo metafórico –esa foto de fondo negro de DeAndre Jordan en Instagram– hasta el rechazo absoluto, encabezados por sus dos grandes referentes baloncestísticos: LeBron James y Kobe Bryant.
James: “No hay lugar para Donald Sterling en la NBA”.
Bryant: “No podría jugar para él”.
El asunto ha trascendido hasta la Casa Blanca. Obama ha aprovechado para fortalecer un discurso esencial en el día a día norteamericano, quizás el más importante de la historia de EE. UU.:
“Cuando personas ignorantes quieren mostrar su ignorancia, en realidad no hay nada que decir más que dejarlos hablar. Constantemente tenemos que estar en guardia hacia las actitudes raciales que nos dividen en lugar de aceptar nuestra diversidad como una fuerza. Estados Unidos sigue luchando con el legado de la raza, esclavitud y segregación, que todavía persisten: los vestigios de la discriminación”.
Adam Silver debe actuar con determinación y buscar la manera de apartar a Sterling de un cargo de responsabilidad en la liga, por muy propietario que sea y millones que tenga en sus cuentas. Cualquier otro mensaje sería un paso atrás en cuestiones de tolerancia racial y un agarradero para los macarras de la moral. Sus palabras son sencillamente inaceptables y la actuación fulminante de Adam Silver mandaría un mensaje de firmeza no solo a los protagonistas de uno de los deportes más seguidos del país, sino también a la sociedad americana y, por ende, a todo el mundo. Con el racismo, tolerancia cero.
* Javier López Menacho.
– Foto: Noah Graham (Getty Images)
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