1.- Imposible conseguir más con menos. Tres goles en los descuentos, billete para la final. Un autobús triple, plantado en su área pequeña, maniatando a un Barça que ha caído sin reproches hacia dentro ni hacia fuera, víctima de una tela de araña impenetrable, dominador absoluto de partido y eliminatoria salvo en el acierto rematador, simbolizado en un Messi estrellado contra postes y defensas.
2.- Partido sin historia, historia repetida, repetición de la ida, partido de la marmota: Inter 2010; Chelsea 2012. Dominio absoluto, rival sometido, una muralla de hormigón armado, magnífico ejercicio de supervivencia de un Chelsea disminuido por la lesión precoz de Cahill y la expulsión de Terry en un gesto inconcebible en un capitán experimentado.
3.- Guardiola plantea bien el partido: abre bandas, planta un doble falso 9 con Cesc y Messi, mastica un juego similar al balonmano, de costado a costado y busca romper por el centro, zona difícil, pero por la que consigue entrar con suficiencia. Son huecos pequeños, pero consiguen entrar. Mastican, tienen paciencia y agitan. Es lo que tocaba y lo hacen. Una y cien veces.
4.- Dice Juanma Lillo en un momento dado: «El Barça no juega con dos atrás, ni con uno. Simplemente juega sin atrás porque no hay rival que le ataque«. Así habrá sido durante 180 minutos. El Barça suma 47 remates entre los dos encuentros (24 + 23), 13 a portería (7 + 6) y cuatro a los postes (2 + 2) para anotar dos goles y encajar tres, los tres en tiempos de prolongación.
5.- El esquema de juego no tiene excesiva importancia si enfrente tienes un autobús. En definitiva, se trata de la búsqueda de espacios improbables en mitad de una roca granítica. En el primer tiempo, el Barça lo intenta por dentro sin abrir en exceso hacia fuera y, sin embargo, alcanza las cercanías de Petr Cech con notable suficiencia, paciencia inmensa, oportunidades en goteo, una tras otra, Messi, Cesc, Alexis… En el segundo es más ortodoxo y mueve mejor hacia fuera para estirar al rival, pero apenas lo consigue frente a un equipo que se cierra de lujo, con Drogba ejerciendo de fenomenal segundo lateral.
6.- Defensa flotante nuevamente sobre Messi, que percute y percute con el apoyo de Xavi y Busquets, pero se estrella inexorablemente contra la pared blanca. Un golpe y otro y otro contra la cruel pared. El fútbol es acción y reacción, preguntas y respuestas, problemas y soluciones. Este Barça que llegó a ser invencible, probablemente el equipo más sólido, coherente y competitivo de la historia, padece ahora su particular talón de Aquiles: le han encontrado las respuestas y deberá construir nuevas preguntas y nuevos retos.
7.- Ida y vuelta similares. Pocos partidos han sido tan parecidos en sus grandes trazos: un puñado de futbolistas talentosos ejerciendo su manera de jugar, la misma que le ha otorgado tantos éxitos y que también conlleva su dosis de servidumbres, enfrentados a otro puñado de jugadores poderosos y formidables, comisionados para una tarea desagradable y oscura, la de destruir todo lo que el rival proponía. Mérito grande por ambas partes, protagonistas de dos historias totalmente opuestas en propósito, nudo y desenlace.
8.- Una eliminatoria decidida por milímetros y detalles. Milímetros en un pase, en cuatro postes, en diez disparos, en las manoplas de Cech, los rechaces de Ivanovic, el sudor de Ramires (autor de un golazo majestuoso), la portentosa personalidad de Drogba, un fuera de juego que llevaba a Munich, palos y más palos, incluida la conmoción de Piqué, que con su salida de balón limpiaba la primera línea inglesa. Mucho más trascendente para el juego su pérdida que las de Cahill (lesionado) y Terry.
9.- Una eliminatoria que el Chelsea ha peleado con el acierto de la roca y la eficacia del martillo. Decía Unamuno que el modo de dar una vez en el clavo consiste en dar cien veces en la herradura, pero al equipo de Di Matteo, portentoso catenaccio, le han bastado tres de tres y siempre con el reloj marcando las horas.
10.- El Barça de la ineficacia se retira con un portazo en las narices, el espíritu herido, la moral caída y la nariz sangrando. Su entrenador ha mostrado, nuevamente, por segunda vez en tres días, su verdadero rostro en la derrota: la de un deportista modélico. No, no le han salido bien las cosas a un equipo al que el viento siempre empujaba a favor. Su afición, como si de verdad hubiese asimilado el auténtico cambio histórico generado por estos jugadores, les ha ovacionado en la derrota, asumida como lo que es: una crueldad insoportable, fruto de un guionista despiadado, pero también un reto formidable cara al futuro inmediato.
y 11.- Ahora sí el Barça como institución enfrenta su verdadero desafío moderno. En la derrota, como dicta el deporte. Jamás desde la victoria, donde todo es fácil y muelle. Desde la derrota, donde habitan fantasmas y demonios. Ahora es cuando presidente y entrenador deberán decidir lo mejor para el equipo en la búsqueda de las nuevas preguntas, las que todavía no tengan respuestas entre los mejores rivales del mundo porque ni siquiera han sido pensadas.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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