"La audacia tiene genio, poder y magia. Comienza ahora, ponte en marcha”. Johann W. Von Goethe
Desde luego que no tiene suerte.
¿Quién le iba a decir al delantero canario que aquel lance fortuito en una intrascendente noche de Champions iba a suponer el desarrollo de una serie de hechos que van a poner a prueba su fortaleza mental?
A los tres minutos de partido, Kolasinac, lateral del Schalke 04, arrolló a Jesé con la mala fortuna de que la rodilla derecha del madridista se encontraba flexionada y rotada, y su ligamento cruzado anterior no fue capaz de aguantar la embestida. Consecuencia: rotura del estabilizador principal de la rodilla. Esta temporada es una epidemia: Falcao, Khedira, Valdés, Sisi, Walcott… todos han compartido lesión del cruzado. Otras temporadas son los edemas óseos o los meniscos. En la 2013-2014, la estrella es la rotura del ligamento cruzado anterior.
Tras la evaluación de la gravedad de la lesión se procede a buscar el cirujano y el lugar que le reporte confianza al paciente, porque al fin y al cabo los futbolistas son pacientes. A pesar de que nuestro país cuenta con excelentes artroscopistas y que, además, la técnica quirúrgica está absolutamente estandarizada –es la misma en Madrid que es Sebastopol–, el jugador decidió operarse en Alemania, concretamente en el mismo sitio que su compañero de equipo Khedira. La decisión del alemán es comprensible ya que se lesionó con su selección, pero la del canario es cuestionable. El caso es que se operó en Augsburgo con la técnica HTH convencional. Incluso el jugador colgó en las redes sociales, una foto que describía el aspecto de la cicatriz, y la verdad es que era estupendo.
Buenos días, vamos avanzando así es ya mi rodilla hoy me han quitado los puntos saludos !!! pic.twitter.com/U52BEMssII
— JeseRodriguez10 (@JeseRodriguez10) March 31, 2014
Sin embargo, una inflamación de la rodilla operada asociada a un proceso de fiebre alta hizo saltar todas las alarmas, hasta el punto de que, en la noche del viernes, tuvo que ser intervenido de urgencia, mediante una artroscopia de limpieza para drenar el pus acumulado en su articulación junto a tratamiento antibiótico intravenoso. El germen, el de siempre, Staphylococcus aureus, que se encuentra en nuestra piel y es el responsable de la mayoría de las infecciones. Se estima que un de 20 a un 50 % de la población normal es portadora nasal de Staphylococcus aureus, personas con lesiones crónicas en la piel como la psoriasis o la diabetes.
¿Qué ha podido pasar? ¿Qué precauciones se toman durante la intervención contra la infección?
Las infecciones asociadas a procedimientos artroscópicos son infrecuentes. La mayoría de los procedimientos pertenecen al grupo de cirugías denominadas limpias, en las cuales el riesgo de infección oscila entre el 1 % y el 5 %. Sin embargo, las consecuencias de una complicación infecciosa, especialmente cuando los pacientes requieren la colocación de algún tipo de implante como los tornillos que se usan para fijar el injerto del LCA, pueden ser devastadoras. La mayoría de las infecciones asociadas a cirugía provienen de tres tipos de fuentes: el propio paciente (con su flora endógena habitual o la que adquiere en el ámbito hospitalario), el personal de la salud que lo asiste (principalmente a través de las manos, aunque este no es el único medio de transmisión) y los objetos que lo rodean. En general, las infecciones posquirúrgicas responden a múltiples factores, de manera que suele ser difícil atribuirlas a uno solo de ellos.
Las medidas de prevención comprenden diferentes estrategias dirigidas a mejorar el estado general del paciente, optimizar las características de la herida que se va a practicar en el procedimiento planeado y disminuir el inóculo bacteriano dentro de esa herida.
Para que estas medidas sean efectivas, deben abarcar todas las etapas perioperatorias:
Este riesgo se determina mediante una evaluación clínica adecuada. A través del interrogatorio y el examen físico, la evaluación está orientada a identificar:
Se debe rasurar la piel de la zona en la que se intervenga lo más cerca posible del momento de la intervención. Se instaura una profilaxis con antibiótico adecuado y debe tener un espectro de actividad frente a los microorganismos con más frecuencia responsables de las infecciones, es decir, los cocos grampositivos (Staphylococcus aureus y Staphylococcus epidermidis). La vida media debe ser de una duración suficiente como para que existan concentraciones útiles durante todo el acto operatorio, y las drogas, en lo posible, de baja toxicidad y costo. Las cefalosporinas de primera generación (cefalotina, cefazolina) reúnen estas características y son las más utilizadas en las cirugías ortopédicas y en las que involucran procedimientos artroscópicos. Si el procedimiento se prolonga más de cuatro horas, es conveniente aplicar una dosis intraoperatoria, dada la corta vida media de estas drogas.
El cuidado de la herida requiere que se encuentre cubierta entre las primeras 24 y 48 horas. Se repite el uso de antibióticos al menos durante las primeras 24 horas.
Las consecuencias de una artritis séptica son potencialmente muy graves: la destrucción del cartílago, una inflamación crónica de la sinovial de la articulación e incluso o una pérdida de movilidad en la rodilla que pueden acabar con la carrera de cualquiera.
Ojalá Jesé pueda ganar la batalla al stafilococo, un enemigo temible, tan pequeño como agresivo, tan inofensivo que hasta vive en nuestra nariz, pero que está agazapado, esperando una oportunidad en la que nuestro sistema inmunitario se debilita para pasar al ataque. Lobo con piel de cordero.
* Antonio Ríos Luna es traumatólogo, maratoniano y autor del libro “Del sillón a la maratón”.
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