"Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir". Nicolás Boileau
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Martino está imponiendo en Barcelona una geometría diferente en la disposición de los jugadores a la que Guardiola y Vilanova nos tenían acostumbrados. El Barça actual ha pasado de la formación de triángulos –incluso cuadrados o pentágonos– interiores para buscar la asociación y desarrollar este escalonamiento en las zonas exteriores. Nos encontramos con un equipo mucho más amplio y que trata de buscar la profundidad por el carril de los teóricos extremos, si bien no desarrolla el típico juego de centros desde línea de fondo a la cabeza del ariete.
Esta idea alcanza su culmen cuando los laterales doblan y los interiores se acomodan ligeramente tirados hacia el costado. Ahí, lateral, extremo e interior tiran de la velocidad intrínseca del juego culé para progresar alternando su posicionamiento de manera bastante provechosa. Esto conduce a que la presencia de Messi sea menos constante pero igual de demoledora, aunque tiende también a entrar en la dinámica de cambio de posiciones en las bandas cuando se encuentra desconectado del juego. Y cuando entra en ella, generalmente define. De todo ello ya habíamos hablado anteriormente, por lo que hoy buscamos profundizar en este aspecto para ver cómo consigue Martino la mejor versión ofensiva de su equipo.
Por la derecha, la anarquía de Dani Alves, el temple en el pase de Xavi y la capacidad de desmarque interior-exterior de Alexis forman un circuito de desequilibrio muy grande para el rival cuando los jugadores están inspirados y muestran una actitud agresiva, porque el Tata ha construido un Barça más vertical cuando quiere –que no es siempre– alcanzar la meta contraria.
En la izquierda, de momento, Neymar no cumple las expectativas. En general esto ocurre porque el lateral izquierdo no suele tener un comportamiento tan alegre como el de Dani Alves en la otra orilla del campo, lo que cierra la opción del extremo a vivir más suelto. Y por ello esta banda suele ser menos provechosa ofensivamente para el Barça hasta que Iniesta visita su jardín particular, que se concentra en el pico derecho del área rival.
Esta situación es independiente de que juegue como extremo o interior, aunque parece claro que jugando más adelantado su posición le acerca más a su zona de desequilibrio. Sin embargo, Martino utiliza a Iniesta como un acordeón, lo cierra o abre según sea la idea que pretende que desarrolle el Barça. De esta forma es normal ver a un Iniesta extremo jugando muy metido por dentro como un apoyo más para la teórica posesión defensiva y a un Iniesta interior jugando abierto para generar superioridades en la banda.
La posición de partida que el Tata asigna a Iniesta no define su rol, sino que este viene determinado por la actitud que vaya a tener el equipo. Si Iniesta se abre, el Barça tiene la intención de agredir, mientras que si Iniesta se cierra la mentalidad es mucho más conservadora. Ver donde busca las recepciones el de Fuentealbilla es la más clara identificación de las pretensiones que tiene el Barcelona en ese partido.
El mejor Barça es sin duda aquel en el que Xavi recibe el primer pase y orienta la salida hacia alguno de sus laterales, dado que últimamente los culés se enfrentan a dos delanteros que no permiten el inicio del juego por el centro, y que tiene a Iniesta ubicado en el último tercio del campo y abierto ligeramente a la izquierda. La diferencia con respecto a Neymar –cuando juega de extremo– es importante, ya que el brasileño no tiene esa pausa que proporciona Iniesta para juntar rivales y luego descargar el balón hacia su extremo o lateral.
Aunque quizás el mejor Iniesta es ese que parte como interior, que juega muy profundo y abierto y que tiene la posible doble ruptura del lateral y extremo de su lado o la doble opción de asociación para buscar una pared con cualquiera de ellos dos.
La pena es que hemos tardado en recuperar la mejor versión del manchego. Lo bueno es que parece que ha llegado en el momento en el que debía estar en mejores condiciones, porque es evidente que el mejor Barça tiene a Iniesta como concentrador de rivales en el pico del área derecho rival. Martino lo sabe y está tratando de potenciar al máximo este factor.
Es cierto que el Barcelona necesita resolver más cuestiones, pero para un equipo de bandas prioritariamente, volver a encontrar a un Iniesta en estas condiciones es una auténtica bendición.
Andrés ha vuelto y lo ha hecho para dominar desde el pico del área. Y el Barça lo agradece y celebra. ¿Será suficiente con esto? No lo sabemos, pero sí que podemos decir que el factor desequilibrio que tiene asociado Iniesta puede proporcionar un impacto en el juego ofensivo culé muy importante que no ha sido aprovechado durante gran parte del año. Ahora, cuando todo se define, llega la hora de sacarle el máximo provecho.
* Miguel Canales es creador del blog ‘Táctica Barça’.
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