Mertesacker, aroma de líder

por AGUSTIN GALAN el 13 marzo, 2014 • 23:00

Los pronósticos se cumplieron. El Bayern está en los cuartos de final de la Champions League; el Arsenal, eliminado en octavos una vez más; Arsène Wenger, criticado por su falta de éxito; Özil, señalado por crítica y público; y nadie ha reparado en Per Mertesacker. El trabajo y la evolución que presenta el central alemán desde que fue fichado procedente del Werder Bremen es una obra de superación difícilmente presente en el fútbol actual.

Asentado como el tercer capitán del equipo, el brazalete ha llegado a él por la autoridad que ejerce en el vestuario, un respeto que comenzó a ganarse desde que firmó su contrato el último día del mercado de fichajes de agosto de 2011. Ese día, junto a Mertesacker firmaron André Santos, Yossi Benayoun –cedido– y Mikel Arteta. Estos cuatro fichajes han supuesto un curioso ejemplo de darwinismo futbolístico, ya que tanto el central como el centrocampista español son dos de los tres capitanes del Arsenal –el primero sigue siendo Thomas Vermaelen–, mientras que de André Santos tan solo se recuerda un intercambio de camisetas con Robin van Persie y de Benayoun, una etapa más en una carrera de profesional errante que merece ser analizada con más profundidad en el futuro.

Era una etapa dura para el club gunner, que una vez más asistía a la partida de su jugador referencia, en este caso Cesc Fàbregas, y dejaba a Arsène Wenger con un proyecto que rehacer, unos jugadores que amoldar y una afición cercana al desánimo. El 8-2 recibido contra el Manchester United no hizo más que aclarar que aquella temporada iba a ser una larga travesía por el desierto en la que había que empezar desde lo más bajo, sin posibilidad de competir por títulos, el rasero por el que se mide la fina línea que separa el éxito del fracaso en el mundo del fútbol.

Sin embargo, dentro de la que está considerada como una temporada mala, Mertesacker tuvo su protagonismo particular. Ver a un central de 1,98 metros, lento y de movimientos muy marcados, resultaba chocante en un equipo que suele jugar con la defensa adelantada y es amante de la fluidez. Las jugadas de estrategia pasaron a ser un filón para el Arsenal, pero defensivamente no fueron pocas las veces en las que ese gigantón de 27 años quedó retratado ante los explosivos delanteros de la Premier League. La sensación que quedaba situaba a Mertesacker en la línea de defensas de dudoso legado como Sébastien Squillaci o Johan Djourou, apartándolo de la estela de Tony Adams, el icono que ha quedado en la historia como defensa de referencia en el conjunto gunner. Koscielny y Vermaelen, tampoco libres de pecado, fueron los asideros a los que el Arsenal se agarró en defensa para sortear una de las temporadas más complejas, que terminó con una nueva clasificación para la siguiente Champions League, la cita a la que Wenger no falta desde que está en Londres. Mertesacker, por su parte, tenía tareas pendientes de cara al futuro.

Llegó la temporada 2012/13 y todo había cambiado. Mertesacker ya lucía como el tercer capitán del equipo, era una referencia en un vestuario que tenía que volver a enfrentarse a la salida de la estrella de turno –Van Persie fue el encargado de volver a sumir en el desencanto a su afición– y esta vez también sobre el terreno de juego. Los rudimentos de la Premier League ya no lo pillaron por sorpresa, se le notaba más confiado y ejercía de líder en la defensa, corrigiendo la posición a sus compañeros sin dejar de ser consciente de sus limitaciones. Socorrido por la velocidad de Sagna y Koscielny cuando perdía la posición y apoyado en Arteta para dar una salida de balón limpia al balón, Mertesacker comenzó a ser una figura habitual a la que la grada comenzaba a respetar. Esta vez, la temporada personal de Mertesacker sí estuvo por encima de la colectiva, que terminó igual que la anterior, con el cuarto puesto y poco más.

Llegados al curso actual, Per Mertesacker es, si no el único, sí uno de los pilares sobre el que se sostiene un Arsenal que por fin está mostrando colmillo competitivo. La trayectoria londinense en la Champions League se ha repetido respecto a temporadas anteriores, pero sería injusto obviar la mayúscula actuación que el ‘4’ firmó en Múnich, multiplicándose en ayudas a sus compañeros, cortando balones incansablemente durante noventa minutos y evitando una goleada más de los bávaros en su casa, algo que pocos equipos pueden decir. La actuación de Múnich no fue una novedad, sino solo una más en un año en el que está siendo vital para asegurar resultados gracias a su fiabilidad, que lo ha situado como el defensa más regular y eficiente de la Premier League.

Vermaelen está azotado por las lesiones y sus mejores años con la camiseta del Arsenal pertenecen al pasado, lo que deja la capitanía en la práctica en manos de Arteta y Mertesacker. Tanto uno como otro no necesitan llevar un brazalete que les cubra el bíceps para sentirse líderes, y en el caso del alemán su labor se aprecia al observar la adaptación a la liga y la vida inglesas de sus compatriotas Lukas Podolski y Mesut Özil, o con la reprimenda pública que se llevó este último cuando se marchaba melancólico del Etihad tras perder ante el Manchester City, rival directo. Por mucho que Özil tenga el cartel de estrella y haya costado 50 millones de euros, por solo los 11,3 que supuso Mertesacker, el valor que este tiene para la entidad, para sus compañeros –su papel ha sido vital en el rearme moral de Olivier Giroud– y para los aficionados es incalculable.

* Agustín Galán es periodista.

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