El fútbol, como la vida, tiene momentos buenos y momentos malos. La toma de decisiones ante las dificultades son las que nos hacen ser de una manera determinada. Lo que nos permite llegar a un puerto concreto, en consonancia del camino que hemos preferido cruzar para ello.
Esto, llevado al deporte rey, se puede materializar en la figura de un hombre al que se relativiza y minimiza en la victoria y se sacude y escandaliza en la derrota. El culpable de los males y un factor más de los éxitos. Hablamos del entrenador.
Es, quizás, el elemento de la plantilla más abstracto cuando una está en buena sintonía con el grupo, pero la diana humana perfecta cuando los resultados no acompañan. Es el que hace su trabajo por hacer jugar al equipo, pero está en el punto de mira cuando los once que saltan a un terreno de juego no muestran lo entrenado durante la semana.
A lo largo de esta liga 2013/14, uno de esos nombres que ha estado siempre en la palestra ha sido el de Paco Jémez. El entrenador del Rayo Vallecano se ha visto envuelto prácticamente desde la primera jornada en una sucesión de críticas hacia su forma de entender el fútbol que no ha cesado ni en las victorias.
¿Y cómo ve el fútbol el entrenador nacido en Las Palmas de Gran Canaria? Como algo que va más allá del mero resultadismo, efectivo pero vacío. Ya lo vaticinaba el propio Jorge Valdano: “Algunos dirán que en el fútbol sólo interesa ganar. Y otros, más cándidos, seguimos pensando que si esto es un espectáculo, también importa gustar”. Y así de romántico es Jémez.
Los hay que piensan que una filosofía así no casa con el sentimiento de lucha en la que vive el Rayo Vallecano cada temporada para permanecer en la élite. Otros creen que es un suicidio tratar de jugar bien al fútbol cuando lo primero que se tienen que dar son los resultados. Todos puede que tengan su parte de razón. Pero igual ninguno de ellos se acuerda de que el equipo de Vallecas no ha jugado Europa League porque el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) no permitió a un equipo con deudas participar en una de las competiciones más importantes del mundo.
Y sí, la temporada pasada Paco Jémez también entrenaba al Rayo Vallecano. Sus chicos también sacaban el balón jugado desde la defensa y sus hombres también marcaban gol tras jugar el balón con conocimiento y velocidad. ¿Por qué este año no está sucediendo lo que el pasado? Por un compendio de cosas que tienen su pico en el intercambio de catorce jugadores que cada verano experimentan desde la entidad vallecana. En eso, cabe recordar a los desmemoriados, Jémez no tiene mucha culpa.
Las victorias ante el Valencia en casa y la Real Sociedad en Anoeta (donde solo había ganado el Atlético allá por septiembre) dan un plus de fuerza, aire fresco y confianza a una plantilla que no ha dejado de intentar aquello que el entrenador les ha pedido a pesar de los continuos traspiés.
Y mejor que sea así. Porque dicen que de los errores se aprende. Y si este equipo ha mostrado algo es fidelidad a una idea implantada en la propia entidad desde hace ya varios años, que se ha visto acrecentada por un entrenador que ha abierto el paraguas ante la lluvia de críticas que cae en Vallecas desde que comenzó la temporada. Pero que con la llegada de la primavera parece que ha logrado escampar el temporal.
¿Se imaginan a Pep Guardiola traicionando a su idea preconcebida tras haber caído en sus primeros partidos como entrenador del F. C. Barcelona? ¿Qué habría pasado si Luis Aragonés hubiera decidido finalizar su revolución en la selección para implantar un estilo de juego único e irrepetible? ¿Tendría más puntos ahora mismo el Rayo Vallecano si hubiese traicionado su filosofía Paco Jémez? ¿Habrían ganado la pasada jornada los rayistas en un campo como Anoeta replegados en su área y pegando pelotazos desde la defensa?
Son todo preguntas hipotéticas que no pueden responderse más allá de la realidad. Y la realidad es que Pep fue fiel a sus ideales y configuró un equipo de ensueño que ganó todo lo que jugó. Que Luis Aragonés creyó en él y en los suyos para hacer jugar a una selección de una manera inimaginable. Y que Paco Jémez tiene a su Rayo Vallecano en la pelea por salvarse jugando de la misma manera desde hace dos años.
Lo decía Chris Gardner, el personaje interpretado por Will Smith, en En busca de la felicidad: “Nunca dejes que nadie te diga que no puedes hacer algo (…) las personas que no son capaces, te dirán que tú tampoco puedes…”. Y a Paco Jémez se le podrá juzgar por muchos motivos, pero nunca por ser infiel a sí mismo. Cuando traicionas tus creencias porque no casan con las de los demás, estás cayendo en el lado oscuro. Y recuerden, nadie está obligado a dar más de lo que tiene.
* Imanol Echegaray García es co-autor de InterSportMagazine.com
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