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El trabajo táctico de Olympiacos fue excelente durante todo el partido. Su victoria por 2-0 ante el United fue fruto de un sentido táctico casi perfecto. Míchel tenía muy claro el partido en su cabeza desde el inicio. Decidió utilizar un sistema 4-2-3-1 con un mediocampo dotado de un blindaje especial. Maniatis y N’Dinga formaron la pareja elegida como sostén del equipo en la zona ancha, prescindiendo de un jugador más técnico como el joven mediocentro Samaris, probablemente con la idea de protegerse de las acciones de Wayne Rooney en la zona de tres cuartos. La línea de tres por delante la formaron el tico Joel Campbell, el Chori Domínguez y Hernán Pérez, dejando arriba al nigeriano Olaitan. Con el conejo Saviola lesionado y Mitroglou en el Fulham tras su traspaso en el mercado invernal, la opción del africano supone movilidad permanente, pero el equipo griego pierde capacidad goleadora.
David Moyes dispuso también un sistema 4-2-3-1 con Carrick y Cleverley al mando de las operaciones, una pareja clave en el último título liguero de los Red Devils pero que hoy día se encuentra muy lejos de su nivel de antaño. No fueron capaces en ningún momento de imponerse en el partido. Sin Juan Mata, que no puede disputar la Champions porque ya jugó en la fase de grupos con el Chelsea, el Manchester United no tenía jerarquía en la zona ancha. Por delante, Valencia y Young se aplicaban en defensa por ambos costados, pero en ataque eran inoperantes; Superman Rooney no puede aglutinar todo el juego ofensivo y Van Persie estuvo muy desasistido en todo momento, además fue claramente superado, salvo en una ocasión al final del partido, por un extraordinario Manolas en la marca, que junto al español Marcano firmó un partido excelso en el centro de la zaga griega.
Olympiacos completó un inicio de partido magnífico. Sin presionar muy arriba, lo hizo a una altura suficiente para incomodar al United en la salida del balón, Vidic y Ferdinand recurrían a balones largos más cerca de ser pelotazos que pases con sentido, y con mantenerse ordenado le bastaba para no sufrir en las escasas acciones ofensivas del United. Con el balón en los pies intentó mantener posesiones largas con un Chori Domínguez muy inspirado, marcando el tempo de los ataques y entendiendo el juego. Aplicó pausa y verticalidad según fuera necesario, o una buena conducción si era menester, como en la jugada más peligrosa del primer tramo del partido, en la que recibiendo a la espalda de los medios del United terminó encarando el área y disparando con mucha intención buscando la colocación. En líneas generales el partido de Domínguez fue francamente bueno. La guinda a su gran primer tiempo fue el balón que desvió tras un tiro de Maniatis que se iba fuera, despistando a De Gea. Era el 1-0 a siete minutos para el descanso.
La reanudación no cambió el escenario. Una brillante acción individual de Campbell, con caño incluido a Carrick, la completó él mismo con un disparo de rosca lejos del alcance de De Gea. Era el segundo tanto de Olympiacos con tan solo diez minutos transcurridos del segundo acto. Tras la salida del equipo de Weiss y Djebbour, también en el mercado invernal, Campbell es el jugador más vertical que tiene Míchel para jugar en los costados, además añade a su repertorio diagonal la capacidad para disparar desde fuera del área.
Reaccionó Moyes e intentó agitar el árbol. Entraron Welbeck y Kagawa en sustitución de Valencia y Cleverley. Ambos intercambiaron la mediapunta y la banda izquierda, pero lo más significativo del doble cambio fue que Rooney retrasó su posición junto a Carrick. Desde allí se aplicó para convertirse en el mejor jugador de su equipo. En la última media hora de partido, las acciones más peligrosas del United fueron los envíos profundos y con sentido de Rooney buscando pasillos interiores y situaciones de ventaja en las bandas. Rooney, como mediocentro ofensivo, fue lo mejor de un United muy plano durante todo el partido.
El Olympiacos siguió a lo suyo y Míchel fue ajustando el equipo con los cambios. Primero con la entrada de David Fuster por Joel Campbell. El exjugador del Villarreal se fue al costado izquierdo y Herrnán Pérez cambió su posición a la banda derecha con la intención clara de favorecer el repliegue y ayudar en defensa a sus respectivos laterales, Salino y Holebas.
Minutos más tarde retiró a un cansado Chori Domínguez para dar entrada a Paulo Machado, un jugador capaz de conectar el centro del campo con la delantera, pero con más capacidad de sacrificio y con posibilidad de sorprender con un disparo lejano. El United intentó ganar metros, pero solo cuando Rooney entraba en contacto con el balón sucedía algo diferente. No obstante gozó de alguna ocasión. La mejor fue la de Van Persie en los instantes finales en el único desajuste defensivo griego de todo el partido; el disparo del delantero neerlandés con la pierna derecha se le fue arriba.
El último movimiento de Míchel fue dar entrada al paraguayo Nelson Haedo Valdez, llegado en el mercado invernal, por su compatriota Hernán Pérez. Se colocó arriba como recurso para el juego en largo en previsión del un último arreón visitante. Y el nigeriano Olaitan ocupó la banda derecha para ayudar a Salino e intentar tapar las subidas de un Patrice Evra que lo intentó con más vehemencia por su costado izquierdo en el tramo final.
Ya no se movió el marcador. Olympiacos tiene una ventaja muy significativa de cara al partido de vuelta, pero sufrirá seguro en Old Trafford para llegar a cuartos de final. Pase lo que pase, es justo destacar las virtudes que le llevaron a la victoria en este partido de idas por encima de los defectos de un Manchester United que tendrá que recurrir a la épica, porque a día de hoy el buen juego parece lejos.
* Alberto López Frau es periodista.
– Foto: AFP
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