Desde Pelé a Maradona, pasando por Cruyff, Beckenbauer o Di Stéfano, a los grandes del Olimpo futbolístico el ego les ha salido desde siempre por las orejas y la boca. Los elegidos para la gloria suelen creérselo y sentirse divos. Messi es la excepción que confirma la regla. El argentino es lo que es porque aún no lo sabe y salta al campo como si del potrero se tratara. La Masia impulsó esa esencia y la hizo competitividad. Tito Vilanova explica en «Senda de Campeones» : «Deben aprender que son del Barça y hay que ganar por el Barça«. Cristiano Ronaldo continúa la senda de los Pelé y Maradona, es de la misma especie. Al portugués le gustan las luces, que le miren y para ello le pone acento a su excepcional calidad futbolística.
La existencia de un Messi en el planeta fútbol ha potenciado la voracidad de Cristiano Ronaldo. Si la perfección existe en fútbol, está muy cerca de lo que es Cristiano Ronaldo como futbolista. Ese competir incesante contra el argentino le ha convertido en un jugador hiperbólico y onmipresente. Los enfrentamientos cara a cara han sido asignatura pendiente para el luso. Salvo en la final de Copa, el pulso individual se lo ha llevado el héroe menos fornido pero más comprometido con el juego grupal.
«AQUÍ ESTOY YO»
Sin embargo, todo parece haber cambiado de la noche a la mañana tras el Clásico del sábado. El tiempo de la inmediatez en el que vivimos se refleja a la perfección en el mundo del fútbol y su ética de lo frenético. Después de la tormenta siempre llega la calma. Nunca mejor dicho, ya que así celebró el tanto ante los culés. El golpe en la partida que le faltaba. «Aquí estoy yo«. La victoria del Real Madrid ha catapultado a CR7, sin lugar a dudas el hombre más decisivo de la Liga . Como si estuviera escrito, su gol en el Camp Nou, donde como Mourinho nunca había vencido, le sirve para superar el registro goleador de 53 goles del año pasado. Sus números son una burrada. Para que nos hagamos una idea, el brasileño Ronaldo marcó 103 goles vestido de blanco en cinco campañas y Cristiano lleva 140 en tres.
A pesar de las críticas recibidas por propios y extraños tras el Clásico de la primera vuelta, José Mourinho ha estimulado el potencial y posiblemente también la arrogancia de CR7. Va en su mentalidad y carácter; sentirse bueno le hace mejor. Para retadores no hay otros como ellos dos. Uno de los mejores escritores de fútbol en la actualidad, John Carlin, escribió por entonces (mediados de diciembre de 2011): «A pesar de tener menos talento innato, Rafa Nadal juega contra Federer sin que le acosen los demonios de la envidia. Eso debería hacer CR con Messi«. Dio en la clave con su análisis. Cristiano Ronaldo ha vivido la evolución pertinente en fases para luchar el trono al actual Messi, el PaleoCristiano estaba verde, el NeoCristiano se pulió y triunfaba hasta que emergió la figura del argentino y el PostCristiano se ha curtido a través de la derrota y, como Nadal, ha tirado de casta sin olvidar la calma que otorga el saber que uno se encuentra en el camino indicado, como reclamó su celebración del gol de la Liga. Era cuestión más que futbolística e individual: una cuestión psicológica y de equipo. Sin trivotes ni fantasmas y con paso firme, Cristiano Ronaldo fue Rafa Nadal en la pista arrollando al rival. Ha tomado ventaja en la carrera de campeones pero aún queda el Grand Slam más importante, la Champions League, para saber quién liderará este curso la ATP del fútbol.
* Alfonso Loaiza es periodista. En Twitter: @FonsiLoaiza
– Fotos: Ángel Martínez – Helios de la Rubia (Real Madrid)
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