"Hay que recordar que quienes escriben para los imbéciles siempre tienen un numeroso público de lectores". Arthur Schopenhauer
Dimitri Rybolovlev fue una de las mayores apariciones en el mundo del fútbol del año pasado. Situado entre los cien hombres más ricos del planeta según la revista Forbes, el multimillonario empresario ruso emprendió un proyecto innovador al comprar el Mónaco, uno de los clubes más importantes de Francia pero que se encontraba situado en descenso en Segunda División. Los más de 60 millones que gastó en dos meses le valieron para ascender a la Ligue 1 con total autoridad.
Tras el ascenso, Rybolovlev sorprendió al fútbol europeo protagonizando una serie de fichajes que nadie imaginaba meses atrás. No eran jugadores cualquiera, sino estrellas de la talla de Radamel Falcao, Joao Moutinho o el prometedor James Rodríguez. El magnate ruso fichó todo lo que pudo fichar y no gastó más dinero porque en medio de todo el mercado Ranieri frenó el carro. El italiano se molestó con algunos fichajes que no había pedido, como el de Sergio Romero para la portería o el de Isimat Mirin o Borja López en defensa.
La temporada pasada, Ranieri ya dio síntomas de que a pesar de que el Mónaco tenía una plantilla con numerosas estrellas, el nombre no te obligaba a salir de inicio cada fin de semana. De una tacada se cargó a Jakob Poulsen, Barazite, Tziolis y Edgar Salli, jugadores de renombre para la Segunda División francesa que apenas tuvieron protagonismo en Primera. Igual pasó con Ibrahima Touré, que había sido el máximo goleador del equipo las dos últimas temporadas y pichichi de la Ligue 2, y que pese a tener el sitio asegurado a principios de temporada apenas jugó en el tramo final del año, en el que el Mónaco se jugó el ascenso a la Ligue 1. En medio de tanta estrella surgieron varios jugadores interesantes de la productiva cantera monegasca. El más llamativo fue el de Ferreira-Carrasco, un belga de origen español que con su pierna derecha se ganó a Ranieri durante toda la liga, siendo decisivo con goles y asistencias. A ellos, jugadores como Jessy Pi, Tisserand o Layvin Kurzawa dieron evidencia de que para Ranieri le da igual que cobres 5 millones de euros al año o que hayas costado 30: si no te ganas el puesto entrenando no juegas.
Kurzawa es un lateral izquierdo francés de 21 años que está sorprendiendo por su excelente temporada. Su padre tiene sus orígenes en ultramar, mientras que su madre es polaca, algo que fue clave en su decisión de jugar al fútbol. Fuentes afirman que a Kurzawa le ofrecieron un contrato para fichar por el Lech Poznan cuando tenía 12 años, pero ante su falta de físico desestimaron esta opción y su familia decidió que se formara en el Frejus ST Raphäel, equipo de la localidad donde trabajaba el padre del jugador.
Tras varias temporadas despuntando como delantero, a Kurzawa se le ofreció la posibilidad de ir al Aix de Provence, uno de los centros de formación más prestigiosos de Francia. En este centro de formación se produce un cambio de posición clave en su carrera. Kurzawa era un delantero muy rápido y versátil, pero le faltaba cuerpo y eso provocó que se le retrasara a jugar en la banda, y con un excelente resultado. El mismo Kurzawa explicaba hace unos meses que ese cambio le quitó la presión de tener que marcar goles y que sintió la responsabilidad de jugar más liberado y con más tranquilidad, algo que según afirman en su primer club no tenía, donde fallaba muchas ocasiones clarísimas de gol.
A Kurzawa le llegó una oferta del Mónaco a los pocos meses de entrar en el centro de formación. No dudó ni un segundo en aceptarla. El Mónaco le ofrecía jugar en las mejores categorías inferiores del fútbol francés, además de acomodo para su familia, que en esos momentos pasaba por una situación económica muy delicada. La progresión de Kurzawa fue tal que Guy Lacombe le hizo debutar en el 2010 en un partido de Coupe de la Ligue. Sin duda, ese año fue clave para Kurzawa. Pasó a jugar de lateral izquierdo y se erigió como uno de los jugadores jóvenes más potentes de Europa al ganar la Coupe Gambardela en 2011 con el Mónaco (la copa juvenil más prestigiosa de Francia). El problema fue que el equipo descendió a la Ligue 2 y en medio de tanta crisis se olvidó de los canteranos y optó por veteranos, como el retornado Ludovic Giuly o el defensa Andrea Wolf, jugadores que decidieron rebajarse el sueldo para salvar al club.
El representante de Kurzawa le buscó una salida al lateral principalmente porque veía que en el estado en que estaban los monegascos no iba a tener protagonismo. Entonces fue cuando Rybolovlev llegó al club, fichó todo lo que se propuso y Ranieri le prometió minutos a cambio de paciencia. Kurzawa confió en el italiano, pero en la primera temporada de este al frente del equipo en el banquillo solo jugó cuatro partidos y su protagonismo distó considerablemente de lo que Ranieri le había prometido. Era algo normal para el público, ya que tanto Tzavellas como Kagelmacher estaban a un nivel muy por encima del que atesoraba Kurzawa. Tras el ascenso, Kurzawa decidió quedarse en el Mónaco pese a que llegaron jugadores de altísimo nivel para la defensa como Abidal, Carvalho, Fabinho o Isimat-Mirin. Pero con lo que no contaba Kurzawa era con las salidas de Tzavellas y Kagelmacher a pesar de haber sido claves la misma temporada. Otra decisión de Ranieri que cambió el devenir del lateral izquierdo por completo.
Desde el inicio de temporada, Ranieri le ha dado a Kurzawa unos galones que ni el propio jugador podía imaginar en verano. En vez de lateral izquierdo parece un delantero, debido a la insistencia con la que se incorpora al ataque durante los noventa minutos. Tiene siempre la tranquilidad que proporciona jugar con uno de los mejores mediocentros a la hora de realizar las coberturas a los laterales (Toulalan), lo que aumenta aún más su proyección en ataque. Prueba de su agilidad, velocidad e insistencia son los cuatro goles con los que ha contribuido esta temporada. Además de ello, es el tercer jugador del equipo que más pisa el área rival tras James y Falcao. Los números están ahí, pero Kurzawa no es solo ataque. En defensa es muy difícil sobrepasarlo debido a su potente tren inferior. Repliega a la perfección y con su rapidez tiende mucho a recuperar la posición en muy pocos segundos. Eso ayuda mucho a un lateral izquierdo que sube y baja constantemente la banda. A Kurzawa lo único que le falta por mejorar es su físico. Tiene un cuerpo poco desarrollado y eso en una liga como la francesa se paga caro. Quizás por esta razón su superioridad no ha sido tan abrumadora como dicen los datos. Ranieri siempre ha defendido que hay que ser paciente con él, porque podemos estar ante el heredero de Evra en el Mónaco, protagonista de una las etapas más gloriosas del club del principado.
El Mundial se acerca cada vez más y los expertos en fútbol francés dictan que Kurzawa debe estar en él sí o sí. Una decisión muy complicada para Didier Deschamps, que si tiene que ser justo debe llevar al lateral del Mónaco, quien ha realizado una temporada a la par o incluso superior que la del propio Evra y Clichy, quien parece que ha perdido la titularidad en detrimento de Kolarov en el Manchester City. La proyección de Kurzawa hace aventurar que en poco tiempo podremos disfrutar de él en la selección absoluta francesa. Su objetivo es ser el lateral izquierdo de Francia en la próxima Eurocopa de 2016, que se celebra en casa.
* Andrés Onrubia.
– Foto: Icon Sport
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