Copa del Rey 2013-2014 / España / Fútbol / Crónicas 2013-2014
1.- Echando una vista al panorama futbolístico mundial, cuesta encontrar un equipo que juegue durante todos los noventa minutos a un nivel de exigencia física más alto que el Atlético de Simeone. Quizás el Chelsea de Mourinho, pero por ser de Mourinho, realmente. La intensidad salta a la vista si ese equipo no tiene la posesión del balón, y ni Chelsea ni Atlético la suelen querer. Sí la quiere el Madrid de Ancelotti. Y, sin embargo, es intenso.
2.- El híbrido posesión-intensidad de esta ida de semis nos puede desubicar si atendemos a lo acontecido en San Mamés hace apenas tres días. Hagamos un pequeño esfuerzo de memoria. El Athletic de los cinco centrocampistas anula la capacidad creativa blanca, se adueña asimismo del balón, crea ocasiones y roba rápido. En el Bernabéu, el Atlético de los cinco centrocampistas se muestra como lo diametralmente opuesto: permite y sufre la magnificencia del tándem Xabi-Luka, se muestra inoperante con una pelota que parecía quemar en sus pies, no encuentra al Casillas de los récords y le roban rápido.
3.- Más por menos. Pura matemática. El once del Cholo hacía intuir un teórico 4-4-2 con Gabi y Koke de pivotes, Arda en la izquierda, Diego muy libre y Raúl García con Costa. Para que entre Ribas, sale Tiago. Pero Tiago, o en su defecto Mario Suárez, no está casi siempre ahí porque no estuviese Diego, sino porque su papel es infinitamente más importante que el que iba a desarrollar el brasileño hoy. Sin Tiago, Xabi-Luka ha vivido en la concupiscencia de una bacanal de carne y goles en la que resaltaba la descolocación de Koke.
4.- La fogosidad madridista iba a explotar desde el inicio y el Atlético aguantó bien los primeros minutos de exigencia alta, sin que por ello consiguiese desplegarse con comodidad. Alguna salida rápida sacó hasta que al cuarto de hora Diego se difuminó como una bocanada de humo en el aire de verano. Si no pasaba la pelota por Diego, las arrancadas de Costa no existían, ergo el peligro colchonero no podía existir más que en Godín y su cabeza.
5.- Y cuando no salía nada de eso, debía aparecer la susodicha intensidad característica, pero no es lo mismo presionar al Madrid con Khedira-Illarramendi que con Xabi-Luka. Hoy el Madrid jugó con un 4-3-3 muy abierto. Alonso era el pivote y Di María y Modric abrían muchísimo el campo, dejando mucho espacio en el medio, zona donde más y mejor presiona el Atlético. Éste irremediablemente tenía que abrirse para buscar la pelota en los costados, generando así espacios como el que aprovecha Pepe en el primer gol, que se encuentra una autopista de peaje vacía (adjetivo reiterativo para ese tipo de vías de circulación).
6.- Es posible que haya sido la primera vez que veamos para qué sirve Di María de interior. Es interior para los grandes partidos, para sacar del baúl de los recuerdos el perro de presa hambriento e incansable que lleva dentro, el enamorado de la pelota que hace lo imposible por recuperarla y el que rememora sensaciones cuando se pega a la línea de cal. Dos asistencias, gol y reconciliación con el Bernabéu por fin sellada.
7.- El ataque organizado del Real Madrid no era para montar un guateque y celebrarlo, sin embargo su disposición con los interiores tan abiertos no era esa, la de tener la posesión paciente hasta encontrar el resquicio oculto que les hiciese llegar al gol. La fuerza del Madrid residía en la acumulación de gente de calidad en las bandas. Di María y Cristiano en la izquierda, Modric y Jesé en la derecha, para machacar a Juanfran y, sobre todo, a Insúa, hundido por un Jesé escandaloso.
8.- El perjudicado, Benzema. Con la ausencia del ataque en estático, Benzema no puede asociarse a su gusto y pasa desapercibido, sin que sea, en absoluto, demérito suyo, sino un precio del sistema. Sin embargo, su presencia es suficiente para que Godín y Miranda no puedan permitirse caer a banda para ayudar a su lateral, si surge la necesidad. La intensidad en la presión del Madrid y la imprecisión del Atlético hacían echar de menos a Higuaín, más pillo en estas situaciones para aprovechar errores rivales para marcar. Repito, sin que por esa añoranza quite méritos a Benzema. Es el estilo, no el jugador.
9.- Jesé no sólo ha conseguido deprimir a Emiliano Insúa, sino que también ha dado más sensación de peligro para el rival que incluso Cristiano Ronaldo. Las apariciones del canario cerca del área de Courtois acababan en algo siempre, sin excepción. Más por la derecha, pero Juanfran también lo sufrió en un uno contra uno soberbio dentro del área cuando Jesé se encontraba en el perfil zurdo. Eso sí, como el desmarque en su gol no hay nada. Parte desde la derecha, cerca de la banda, en diagonal hacia casi la esquina izquierda del área chica a la velocidad de una centella. Servido el gol por el virtuosismo esporádico de Di María. Fastuoso.
10.- La sensación que dejan los dos goles de rebote del Real Madrid, al menos personalmente, es similar a la sacada del 4-0 del Bayern al Barça el curso pasado. Varios de aquellos goles bávaros no debieron subir al marcador, pero la superioridad aplastante era tal que a pesar de su ilegalidad, no desentonaban globalmente. Al Madrid le ha pasado algo similar. Ha sido mucho mejor con la única objeción de la fortuna en sus dos goles, que al final tienen la misma valía que el mejor gol del siglo.
11.- Cebolla Rodríguez entró para aliviar la carga a Insúa en la izquierda y liberar a Arda para buscar algún contragolpe que diera un gol e ilusión de cara al Calderón. Diego desapareció primero sobre el césped y luego fuera de él, directamente, por lo que el enlace con Costa se perdió definitivamente. El Atlético estaba desconectado, sin confianza y esto llevaba a la descoordinación de las líneas, precipitación y fallos que hacía años que no se cometían. Ni Sosa ni Adrían cambiaron el guión.
12.- La pájara rojiblanca no amilanó las aspiraciones blancas, al contrario, las encorajinó. Desde el primero hasta el último madridista recuperó al menos un balón durante el partido, la mayoría muchos más de uno. El que más, Modric, con ocho, seguido de Di María con siete pelotas rescatadas. Siempre llegaba uno de blanco a un balón dividido, cada dos pases colchoneros, un merengue surgía por la espalda para arrebatar la posesión.
y 13.- Y a partir del robo, el Madrid demostró la madurez de la que ya hemos hablado aquí. Una madurez todavía joven, pero que crece gradualmente hacia unos niveles que se prevén altos, altísimos. Mantuvo la posesión con clase y cabeza, sin riesgos innecesarios y sin olvidar el objetivo del gol. Así se ganan eliminatorias.
– Foto: Elisa Estrada (Real Madrid)
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