Turín tiene esa magia singular de las ciudades bañadas por los ríos. El Po parece marcar el tempo de un equipo que se ha convertido en el ejemplo económico y deportivo a seguir por el resto de clubes italianos.
El frío proveniente de los Alpes trae un recuerdo agridulce a la Vecchia Signora. El cambio del gélido ambiente de Delle Alpi al acogedor y más adecuado Juventus Stadium fue el inicio de una reconversión de un club que tras los amaños y apuestas ilegales tocó fondo con su descenso a la Serie B. Hoy en día nos encontramos con una Juventus equilibrada en lo económico, en lo social y, lo que es más importante, en lo deportivo. En esta última faceta hay un nombre que sobresale por encima del resto: Antonio Conte.
La temporada pasada nos encontramos con un equipo equilibrado en cuanto a talento y trabajo táctico. Candidato a altas metas en la Champions, se encontró pronto con un equipo muy parecido al suyo, pero mejorado hasta el extremo. La eliminatoria frente al Bayern dejó ver que al equipo de Conte aún le quedaba trabajo para llegar a ser campeón de Europa, pero que estaba en el camino adecuado. Simplemente estaba en el lugar equivocado y con el rival menos indicado, pero ese Bayern era el espejo donde mirarse.
Conte utiliza de forma habitual un 3-5-2 donde Cáceres y Lichtsteiner dan profundidad, pero es este último quien aporta la calidad y la profundidad ofensiva necesaria.
En el centro del campo la coherencia futbolística lleva el nombre de Pirlo. Merece artículo aparte, pero sin duda es la pieza fundamental del equipo (lo sería de cualquier equipo) y el termómetro del juego turinés. Pero esta física y talentosa Juve necesitaba jugadores de recorrido, con trabajo y llegada ofensiva, para dotar al equipo de la intensidad necesaria para competir por algo más que el Scudetto. Y es aquí donde nos encontramos tres centrocampistas jóvenes con un presente y futuro prometedor.
Tiene que madurar en su capacidad mental en determinadas situaciones de juego, pero Paul Pogba es quizá el futbolista francés que más se acerca a aquel Patrick Vieira que dominó el fútbol europeo aunando físico y fútbol y que ha tenido numerosos intentos de imitación en los últimos años con dudosos resultados. Arturo Vidal y Marchisio aportan calidad y gol además de la solidaridad y el trabajo defensivo imprescindibles para jugar en el equipo de Conte.
Si Vucinic aportaba goles y asociación en la parte de arriba en los últimos años, esta temporada esa misión la está realizando a la perfección Carlos Tévez, un jugador hecho a la medida de la Juve y que está aportando lo que seguramente esperaba de él el equipo técnico, pero mucho más de lo que esperaban los aficionados después de sus altibajos en los dos clubes de Manchester. Y es en este apartado donde aparece Fernando Llorente.
Tras los debates externos sobre su idoneidad para jugar en Italia y sus escasos minutos al comienzo de temporada, Llorente se ha convertido a base de trabajo y goles en habitual del once inicial. Aporta lo que se espera de él: un fantástico juego de espaldas, acierto aéreo y buen manejo del balón en los pies. A todo eso añade un matiz diferente pero necesario al equipo, matiz cada vez más solicitado por Conte.
No terminan en el once inicial las virtudes, pues jugadores como Giovinco o Quagliarella aportan desde el banquillo dinamismo y recursos para muchos momentos de la temporada.
Con todo ello se esperaba que esta temporada la Juve llegara al mes de marzo con opciones en todos y cada uno de los títulos a los que optaba. Y así lo es en la Serie A, donde es líder destacado, pero no en la Champions League. Un partido frío como aquellas noches en Delle Alpi dejó fuera de los octavos de final a una Juve a la que le valía el empate frente al Galatasaray. El partido tuvo que suspenderse por la nieve y se reanudó al día siguiente. Sneijder certificó la clasificación de los turcos y la Juventus deberá mostrar sus cualidades en la Europa League.
Es posible que la prematura eliminación de la máxima competición europea no sea el escenario ideado a inicios de temporada, pero nos encontramos a una Juventus de Turín que, igual que un día hicieron los Alpes y el Po, ha llegado para quedarse, una Juventus que aspira a dominar Italia como antaño y que tiene como luz al final del túnel una final de Champions.
* Pepe Navarro Barranco.
– Foto: AFP
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