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Un derbi del cuello para arriba

por el 6 enero, 2014 • 10:58

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Si uno estudia la historia del pueblo vasco, encontrará que los más mayores se fijan en cosas distintas y cuentan bellas historias de sangre, leña y fuego, mientras que los jóvenes nos fijamos en bellas historias de sangre, leña y fuego y terminamos contando cosas distintas. En esa contradicción del orgullo de condición viven aforismos en el cruce de caminos biográficos. Por eso el vasco guarda tan adentro sus proverbios. El más bello de todos afirma que la historia no se repite, sino que tartamudea. Y encierra tanta sabiduría transmitida de padres a hijos y conservada en bálsamo de fe en uno mismo, que explica muchas cosas. Entre otras, qué sucede cuando los vascos ponen en juego aquello que les diferencia antes de lo que les une. Sí, como el derbi de fútbol, entre otras cuestiones dulces por prosaicas.

Si de proverbios vascos se trata, otro muy repetido es gizona lepotik gora neurtzen da, que en castellano significa que al hombre se le mide del cuello para arriba y, en el caso de que el talento diferencial resida en la cabeza, resume qué ha ocurrido en el partido que la Real Sociedad ganó con merecimiento al Athletic Club por dos goles a cero.

Ernesto Valverde planteó el duelo tratando de evitar dos situaciones en las que sabía que su equipo se asomaba a la derrota probable: que la Real juntase al menos a dos de sus atacantes cerca de su área y que los dos equipos corrieran en paralelo y mirando a Gorka Iraizoz. Para ello lanzó a sus hombres a salir siempre, mantuvo una presión intensa y adelantada en 4-1-4-1, adelantó la defensa para acompasar el movimiento y dejó claro el mandamiento de no dejar salir en carrera a ningún individuo de blanco y azul, en particular a dos diablos que responden por los nombres de Carlos y Antoine, mexicano y francés, para más señas respectivas. Con el balón, quiso salir por abajo, incrustando a un enorme Iturraspe entre centrales y cargando el juego en la izquierda, porque en la derecha la suplencia de Iraola cortó la conexión habitual con Susaeta, y porque por allí juega Iker Muniain.

Ante esto, Arrasate mutó su disposición más habitual a un 4-2-3-1 claro, juntando a Pardo a la altura de Markel Bergara, lo que le permitía diseñar ayudas y coberturas laterales de modo más sencillo sin sacrificar elasticidad ni metros. Perdía, eso sí, a Pardo en el rol que más cómodo le ha hecho sentir, pero el transcurso del partido le iba a dar oportunidad de divertirse algo más.

Los primeros veinte minutos se debieron de parecer más a la charla de Ernesto que a la de Jagoba, porque la Real no estaba, ni salía ni llegaba, y el Athletic se sentía recompensado en su esfuerzo de presión y anticipación y cómodo en las dos transiciones. Su rival no salía por dentro, por fuera ni lo intentaba, a Pardo se le vigilaba con la mirada y los de arriba estaban desconectados. El cuadro txuri-urdin empezó a buscar en largo a Agirretxe (un delantero que resuelve mejor cuanto más compleja es la situación e inesperada resulta la superficie del cuerpo con la que ha de tocar la pelota) y a Xabi Prieto, y pese a que no sacaba rédito directo de los envíos ni indirecto de las segundas jugadas, empezó a respirar y a ver el desarrollo del juego más lejos de su área. Un par de arrancadas de aquellos dos diablos (sí, el mexicano y el francés, esos que convierten a un equipo interesante en uno capaz de ser dominante) nivelaron la contingencia y antes del descanso llegó el detalle que hizo la diferencia: el gol de Griezmann, que tuvo la rapidez de ejecución que no se había visto, la calidad en su zurda para disparar así desde allí, la intangible fortuna del que sabe estar en el lugar adecuado para disparar dos veces seguidas en la frontal.

Todo ello ha de residir en la cabeza, del cuello para arriba en todo caso, porque solo ahí cabe tanta virtud sin el estorbo del atropello. En esa cabeza que, sin marcar goles, hizo la diferencia en el derbi para un Athletic que había confiado en que el corazón y las tripas le dieran ventaja al principio y en que los pulmones moviesen las piernas si todo se complicaba. Parece mentira que el equipo más vasco no llevase aprendidos todos los proverbios que una vez le enseñaron. Del cuello para arriba…

Tras la reanudación, la Real Sociedad cedió gustosamente espacio y posesión. Sus centrales, que propenden al error con verde a su espalda, se acercan a la firmeza defendiendo el área propia, y el rival pedía a gritos una chispa que podía provocar Muniain pero que había que prender por fuera. Ander Herrera no se siente cómodo en un sistema tan definido y se vuelca (o lo vuelcan) en acelerar siempre el proceso. Si no tenía que ser el contrapunto a tanta prisa, quizá debió entrar antes Ibai Gómez, que tiene soluciones más variadas entre tanta precipitación y que podría haber aprovechado los espacios por fuera que dejaban los cerrados laterales donostiarras y el escaso retorno de los de arriba.

Sea como fuere, Arrasate pensó más deprisa que Valverde (otra vez la cabeza, otra vez los proverbios como factor diferencial en algo tan viejo como la vida misma), y el cambio de Elustondo por Agirretxe dio a su equipo la mejor disposición para frenar la fe inquebrantable y el ímpetu ciego de los zurigorri. Pardo se adelantó, Vela se fue a la punta y Prieto a la derecha. El movimiento activó a Rubén en los contragolpes con espacios, desactivó la entrada de Iraola y el posible peligro de De Marcos atacando el carril que defendía el mexicano, y dotó de la elasticidad que faltaba para cambiar a 4-1-4-1 ocasional en presión, ante un Athletic cada vez más impotente.

La Real sentenció a la contra, Anoeta lo festejó de lo lindo y el Athletic se quedó con la opinión de que, con un delantero al mismo nivel físico y emocional que el resto de compañeros (el pubis de Aduriz es un martirio que merma sus mejores virtudes como futbolista) podría haberse llevado algo de Donostia. Con las opiniones ocurre como con los culos, que cada uno tiene el suyo. No es una licencia para cerrar la crónica con una extravagancia, no, es otro proverbio vasco (Zenbat buru hainbat aburu) que debieron de acuñar los mismos ancestros que los de aquel de la diferencia y del cuello para arriba.

– Real Sociedad-Athletic Club (Liga BBVA, 18ª jornada). 5-diciembre-2014- Estadio de Anoeta- 2-0 (Griezmann, Rubén Pardo).

* Pedro José Arbide.

– Foto: AFP




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