"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
Llegó a su fin el torneo Apertura 2013 de la Liga Bancomer en México. El ciclo triunfal del América se acabó y el bicampeonato no fue más que una utopía tras una dolorosa derrota, por un global de 5-1, ante un Club León muy correoso que supo aprovechar sus oportunidades al contragolpe y fue muy efectivo en los momentos puntuales.
El equipo de Gustavo Matosas es una máquina perfecta, un robot que domina el juego de transición como un equipo de élite y que encontró en Mauro Boselli la pieza perfecta para completar un puzle que tardó tiempo en ser completado. Hablar solo del delantero argentino sería una acción muy egoísta; el gran artífice de este campeonato lleva una rizada melena larga y tiene rasgos indígenas. Su nombre es Carlos, pero en este mundo se le conoce como Gullit Peña.
Es el jugador diferencial de este equipo y la pieza clave en el centro de máquinas, es ese futbolista de valor incalculable para cualquier entrenador, porque equilibra el equipo, defiende, controla, orienta, asiste y, pese a todo, tiene tiempo para marcar goles. Acompañado por dos motorcitos como son Luis Montes y Gallo Vázquez, el equipo tenía una capacidad de salida velocísima y muy precisa que proyectaba a los extremos, Britos y Burbano –en la final de vuelta, Loboa–, y generaba superioridades a la espalda de los largos carrileros americanistas. Precisamente el rasgo característico de este equipo –ayudas laterales– fue su mayor tormento en este enfrentamiento a doble partido del que salió victorioso el equipo más inteligente en la fase defensiva y el más efectivo de cara a puerta.
El factor diferencial para que León se haya coronado ha sido el portero William Yarbrough. El joven arquero comenzó la temporada cómo titular y fue de menos a más en el transcurso de la campaña. Cometió un fallo intrascendente en la liguilla y llegó con una presión tremenda a la final en su temporada de debut en Primera división, pero rehuyó a las críticas con dos partidos de élite y hasta quince atajadas que le convirtieron en un baluarte defensivo ante el asedio de Las Águilas en el partido de vuelta. Además, mantuvo la portería a cero en la ida, algo que fue vital para que León pudiera llegar al majestuoso Estadio Azteca con un colchón de dos goles.
La otra clave del enfrentamiento doble fue la salida de balón que tuvo Edwin Hernández, que ejerció de carrilero en ambos partidos y liberó bastante a los centrocampistas y mantuvo siempre alerta a los carrileros americanistas. Destacó también la labor defensiva de la pareja de centrales formada por Rafa Márquez y Jonny Magallón, que se mostró siempre inexpugnable ante la amenaza de Raúl Jiménez, uno de los delanteros más en forma de la liga.
Gustavo Matosas ha demostrado su calidad como entrenador confeccionando un equipo extremadamente competitivo y con muchas variantes que fue imbatible para el América pese a tener una de las mejores ofensivas del continente. El Club León alcanza así su sexto título tras once años de sequía y apenas dos temporadas después de haber ascendido de la segunda categoría, la Primera División A.
* Roberto Testas.
– Foto: EFE
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