"Lo que equilibra a un equipo es la pelota. Pierde muchas y serás un equipo desequilibrado". Johan Cruyff
Liga BBVA 2013-2014 / España / Fútbol / Crónicas 2013-2014
1.- Al Barça se le ha puesto cara de Sergio Busquets. Mires donde mires, ahí está él. Comandante supremo del ataque, jefe del juego posicional y cortocircuito de las transiciones rivales. Infantería en ataque, caballería en defensa. Busquets es el rostro del Barça actual, el jugador que mueve los engranajes y del que depende la coordinación de todo el equipo. El conductor del autobús.
2.- Mateo Musacchio es el mariscal amarillo. Este hombre protagonizó titubeos en sus acciones de años pasados, pero hoy es un pulpo gigante, una corriente magnética que corta la respiración de los rivales. Por tierra o por aire, anticipándose o llegando a tiempo, da igual, Musacchio es capaz de barrer toda su área con la pulcritud del ebanista y la seguridad del anestesista.
3.- A 40 metros de distancia se citaron uno y otro. Busquets conduciendo al Barça, Musacchio defendiendo el castillo. Se miraron sin piedad y su combate resultó prodigioso. Aunque los otros jugadores intervenían y aceleraban o pasaban y chutaban o corrían y centraban, los ojos solo tuvieron miradas para ellos dos, cada cual en su trinchera, dos artistas colosales.
4.- Digamos de inmediato que el Villarreal hizo honor a las predicciones y a su prestigio. Jugó encerrado, desde luego, y lo hizo de maravilla. Plantado en 4-5-1, situó muy alta la línea defensiva, casi pegada a la de medios, evitando que hubiera rendijas por las que pudieran colarse Iniesta y compañía. Arriba dejó a Gio, de regreso al estadio que le vio surgir precoz y despedirse aún niño. Regresó maduro y sereno. Abajo, Asenjo renacido, de nuevo el portero que brilló tanto que parecía no tener límites, pero que cayó en barrena. Otro que ha regresado desde el lado oscuro, resurgido y excelente.
5.- Digamos también que al Barça se le reconoció pronto y esta vez no porque enfrente hubiese un Celtic blando, sino porque volvió a ser el amante del balón en campo contrario, el equipo que quiere ser protagonista desde la vocación ofensiva, el que no teme ser cogido al contragolpe porque ha sabido y querido avanzar en grupo y, si pierde el balón, apenas necesita un pequeño paso para recuperarlo. Reconocible y fino, el Barça viajó en cordada de la mano de Busquets, se aposentó en tres cuartos, meció al rival de lado a lado y orientó el juego como solía: de dentro hacia fuera intentando finalizar por dentro.
6.- Las virtudes del equipo de Marcelino impidieron que Busquets se diera un festín porque no había posibilidad de jugar entre líneas: cuando lo intentaron Iniesta y Cesc se encontraron sin espacio. No había oxígeno entre las líneas amarillas, con lo que costaba un mundo dibujar un pase agudo. El Villarreal era un acordeón de precisión y el Barça metía el bisturí sin cesar, pero siempre encontraba hueso.
7.- De vez en cuando, los amarillos cambiaban de plan: se abrían, dibujaban triángulos limpios, burlaban a Song e Iniesta y rozaban el área de Pinto. Estuvieron ágiles y hábiles Bartra y Piqué, que se anticiparon a menudo, y cuando no eran ellos fue Busquets quien rebañó el plato. Aunque pueda parecer que fue una noche plácida para el Barça, no fue así. Tuvo que esmerarse por fuera y por dentro, mostró carencias como esa imposibilidad de meterse entre líneas o la ausencia de desmarques en ataque, pero abandonó aquellos ataques de pánico de partidos anteriores y se mantuvo fiel a su juego independientemente del marcador.
8.- Bajo todas las circunstancias, el Villarreal alternó sus dos planes (el cerrado y el abierto), lo que le mantuvo vivo hasta el último minuto. Y a su vez, el Barça estuvo bien vivo siempre a partir de su único plan: balón en propiedad, Busquets de capitán general, mirada en el portero rival y a la carga. No fue noche de grandes remates ni regates, quizás porque Asenjo cercenó los primeros y Musacchio los segundos. Fue más bien una noche para que sonara de nuevo la orquesta reconocible aunque fue mucho más reconocible cuando entró Xavi y no digamos Sergi Roberto, como si entre ambos quisieran decir en público que la cohabitación es posible, más allá de pronósticos catastróficos.
9.- Derrotado, el Villarreal sale del Camp Nou engrandecido por una razón muy simple: sabe ejecutar sus planes, tanto si toca cerrarse como si decide abrirse. Y sabe hacerlo pese a la ausencia de sus dos hombres más carismáticos, Cani y Bruno, aunque el partido agiganta a Asenjo y asciende a Musacchio al generalato. Desde este punto, el cuadro de Marcelino solo debería crecer.
y 10.- Vencedor, el Barça se refuerza en que su idea ni está vieja ni ha caído en desuso, incluso si están ausentes dos pilares como Messi y Valdés. Siempre aparece Busquets, el amigo de todos, el compañero infalible, el protector del libro de las horas, para quien también se están despeñando todos los adjetivos del diccionario. No parece razonable que un equipo con semejante columna vertebral, más ese prodigio danzarín llamado Neymar, pueda dimitir de nada. Demasiados buenos jugadores y demasiados conceptos soberbios rodean a estos cuatro hombres como para que el Barça no se proponga volver a ser el más grande.
– Foto: LFP
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