Internacional / Champions League 2013-2014 / Fútbol
Finalizó la última jornada de Champions League en el Grupo C. Olympiacos y PSG pasan a los octavos de final, mientras que el Benfica ocupará la tercera posición, que da acceso a la Europa League. La cruz del grupo ha sido el Anderlecht, que partía como uno de los equipos favoritos a ser la revelación del torneo, pero dichas expectativas se las ha llevado el tiempo en apenas dos meses. Los belgas finalizan el torneo con un único punto, eso sí, logrado ante el PSG.
La jornada final del Grupo C sólo nos dejaba con emoción la preciosa lucha mantenida entre Benfica y Olympiacos por la segunda plaza. Mientras que el PSG ya tenía hechos los deberes y el Anderlecht ya sabía que hiciera lo que hiciera iba a ser colista de grupo, la pugna entre portugueses y griegos por una plaza en octavos de final prometía ser intensa. Y así fue. El PSG golpeó primero con un gol de Cavani y el Olympiacos hizo lo mismo mediante Saviola, un clásico en este tipo de partidos. Poco les duró la alegría a ambos, primero porque el Anderlecht se fue al ataque e hizo las tablas gracias a Klejstan, y segundo porque al PSG le empataron justo antes del descanso, en una acción bastante polémica en la que Lima transformó un penalti que parecía inexistente. Todo se decidiría en la segunda parte.
Una segunda parte cargada de mucha polémica. El Olympiacos falló dos penaltis gracias a un excelso Proto, pero se vio favorecido por la expulsión de Kouyaté nada más comenzar la segunda parte. Saviola hizo el 2-1 y dio casi por finiquitadas las escasas opciones del Benfica en la Champions League. Pero el equipo portugués no se rindió la presión parisina, evidenciado con el 2-1 de Gaitán y precedido por tres grandes intervenciones de Salvatore Sirigu. El Anderlecht lo siguió intentando, pero volvió a encontrarse con la mala suerte. Proto ensució su gran noche y forzó el penalti del 3-1, en el que Mitrovic casi hace de héroe al rozar el disparo del argentino Domínguez. Curioso que tres de los cuatro goleadores de este partido sean argentinos, al igual que uno de los goleadores del Benfica. El poder argentino aupó al Olympiacos a los octavos de final y definitivamente dejó sin sueño a un Benfica que tendrá que repetir –o mejorar– la final de la Europa League perdida ante el Chelsea la temporada pasada.
Como se esperaba, el PSG finalizó el Grupo C como líder. Todas las apuestas lo apuntaban así y el contexto era idóneo. Los parisinos no solo eran favoritos desde el principio para ser líderes de su grupo, sino también estaban en las quinielas para ser el campeón.
Los primeros partidos del PSG fueron un puro trámite. La superioridad de los de Blanc era abismal, a tal punto de marcar doce goles en sus tres primeros encuentros y salir con una convicción tremenda en cada uno de sus encuentros. La relajación comenzó a partir de la cuarta jornada, cuando empató ante el Anderlecht y comenzaron las primeras rotaciones de Laurent Blanc, intentando dosificar lo máximo a sus jugadores en un calendario excesivamente duro para el conjunto parisino. A pesar de ello, el PSG proseguía con un gran estilo de juego. Triplicaba los pases por partidos de la era Ancelotti y permitía casi una cuarta parte menos de tiros por partido.
Jugadores como Ibrahimovic, Marquinhos o Verratti fueron los más destacados del PSG en esta ronda. El sueco firmó su mejor primera fase de su carrera en esta competición, anotando 8 goles y dando 5 asistencias. Marquinhos, quien al principio de temporada generó muchas dudas por sus continuas lesiones, poco a poco ha ido creciendo a tal punto de asumir galones tras la baja de Thiago Silva en el mes de octubre y parte de noviembre. El brasileño es uno de los pilares del actual PSG, al igual que Verratti, que en un partido dio casi 150 pases y solo falló 10 (la victoria en Bélgica por 0-5). La agresividad del italiano, su rigor táctico y su excelente mimo del balón serán claves si el PSG quiere aspirar a algo en esta Champions League.
Míchel llegó al banquillo del Olympiacos sin ser un entrenador avalado por la directiva. Tuvo que armar un proyecto sostenible en apenas mes y medio y el delicado y complicado grupo que le había tocado en la Champions no invitaba, en absoluto, al optimismo. Y tras sus tres primeros encuentros, se vio contra las cuerdas.
El Olympiacos sumó cuatro puntos en la primera vuelta del Grupo C. Solo ganó al Anderlecht (gracias a un pletórico Roberto) y en el partido clave ante el Benfica en Portugal empató a uno, también con un gran Roberto. Mitroglu tiraba del carro en la delantera y Weiss hacía lo mismo en la banda izquierda, pero a pesar de ello las sensaciones eran más dubitativas que positivas y eso a Míchel no le gustaba. Fue entonces cuando en el partido ante el Benfica comenzó a juntar a Saviola y Mitroglu en la punta de ataque, con un excelente resultado. Aquel partido se saldó con una victoria griega por 1-0 con gol de Manolas, y la clasificación comenzó a ser un sueño.
A pesar del buen rendimiento de la pareja Saviola-Mitroglu, Míchel seguía sin repetir alineación. Ante el PSG –un partido que acaba perdiendo al final y sin merecerlo– juntó a Fuster y Mitroglu en ataque, con gran resultado, y dejó las bandas para Campbell y Holebas, dos jugadores rápidos y técnicos que permitían las incorporaciones en las bandas de Leandro y el incombustible Gaëtan Bong, que está teniendo más responsabilidad en Grecia de la que tenía en el Valenciennes. El partido lo terminó ganando el PSG, pero el Olympiacos volvió a dejar claro sus excelentes recursos tácticos en los que tanto hincapié ha insistido Míchel.
Ya en la última jornada, Saviola volvió a actuar en ataque con Mitroglu y finalizó con un doblete y una victoria por 3-1 ante el Anderlecht. En este partido, Roberto apenas tuvo trabajo. Pero en el 90 % de las victorias del Olympiacos, el portero español fue decisivo con sus paradas, al igual que Mitroglu con sus goles. Sin ellos dos, podríamos estar hablando de una eliminación de los griegos, que pasan con mucho sufrimiento a la siguiente fase.
El Benfica se presentó en la Champions League con la mayor ilusión de los últimos años. El cuadro de Jorge Jesús volvía tras una temporada que pudo ser histórica para el club pero que finalizó en una de las mayores debacles de su historia. Perder la final de la Europa League ante el Chelsea, la liga ante el Oporto en los últimos minutos y la final de la Taça ante un equipo modesto había escocido en las entrañas del club. Pero el pasado es el pasado y el Benfica necesitaba olvidar. Era, tras el PSG, el favorito para pasar a la siguiente ronda, pero la reacción fue tardía y eso en la Champions se acaba pagando.
Un inicio muy decepcionante, pese a la victoria inicial ante el Anderlecht por 2-0 (único rival al que consiguió derrotar; lo hizo en dos ocasiones). La derrota por 3-0 ante el PSG y el único punto obtenido ante el Olympiacos dejó muy tocado al equipo.
El principal problema de este Benfica fue su centro del campo. Mientras que siempre fue un equipo caracterizado por ser táctico, compacto y sólido, este año era todo lo contrario. Matic, ese mediocentro que encandiló a Europa con su excelente Europa League la temporada pasada, se sentía extrañado en una posición que no es la suya: jugó de interior los primeros partidos y luego junto a Fejsa, que es un jugador de su perfil, por lo que se estorbaban y sufrían mucho al no tener una referencia por delante. Tras el partido ante el Olympiacos, Jorge Jesús comenzó a juntar a Enzo Pérez y Matic, por lo que la libertad en ataque para los Gaitán, Cardozo, Lima y Markovic se hacía más evidente. El Benfica mejoró a raíz de este cambio, pero es que el partido importante ante el Olympiacos ya lo había perdido, y la reacción ya era tardía.
Como ya hemos comentado al inicio de estas líneas, el Anderlecht partía como tapado del Grupo C. Un proyecto con jugadores jóvenes, con gran futuro, técnicos y dispuestos a hacer las delicias y darse a conocer en el panorama europeo. Todos esos sueños se esfumaron. Primero, porque Van den Brom realizó varios experimentos muy defensivos en defensa –que no hicieron efecto en ningún partido–, y segundo, porque tenía una total dependencia de Mitrovic, el gran descubrimiento europeo de esta temporada, que a sus 19 años ya es un líder en uno de los clubes más importantes de Bélgica.
En algunos partidos, Van den Brom llegó a colocar a De Zeuw de central. Solía disputar sus partidos con un 5-3-2 en fase ofensiva reconvertido a un 3-5-2 en el que los carrileros debían incorporarse al ataque con total libertad. El Anderlecht tenía un estilo de juego que en principio era para dominar a sus rivales –con la posesión de balón por delante–, pero después, cuando atacaba, dejaba un espacio infernal a la espalda de sus mediocentros, siempre tan ofensivos como son Tielmans o Präet. No valió de nada el espectacular momento de Mitrovic, que comenzó la Champions League en un estado de forma espectacular para acabar deshinchado sin recibir apenas balones en ataque.
Con la incidencia de Mitrovic en ataque y los pragmáticos esquemas defensivos de Van den Brom era evidente que esos esquemas no iban a servir de mucho, que no iban a surgir efecto. El Anderlecht no generaba mucho peligro, pero sí encajaba goles. Y al final únicamente sacó un empate en el Parque de los Príncipes en el único partido en el que se entendió esta novedad del esquema de Van den Brom. El sueño del Anderlecht tendrá que esperar.
* Andrés Onrubia.
– Fotos: AFP
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