"La clave del éxito no es jugar como un gran equipo, sino jugar como si el equipo fuera una familia". Stephen Curry
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Marc Bartra tiene 22 años. Esta es su segunda temporada de facto en el primer equipo del Barça. Debutó el 14 de febrero de 2010 en el Vicente Calderón como lateral derecho. Ese día no dudó en dar órdenes a Xavi o corregir a Puyol.
Los dos siguientes años tuvo alguna oportunidad por parte de Guardiola, pero el funcionamiento defensivo del equipo era bueno y él era un jugador vital para el Barça B. Cogió el mando Vilanova y Bartra afrontaba el reto: pasar de ser un bonito proyecto de central culé a ser el central del Barça. Y no empezó la temporada demasiado bien para él. El Barça había dejado escapar a Thiago Silva e iba algo corto de centrales. Pero Vilanova prefirió situar a Song como central. Pese a la plaga de lesiones en ese puesto, Tito también decidió que Adriano era un central más capacitado para jugar el partido contra el Real Madrid en el Camp Nou que Bartra. La temporada avanzó y el jugador catalán disfrutó de minutos poco competitivos en la Copa del Rey y la liga, hasta que se vio expuesto en una situación sin retorno: ser titular en el Allianz Arena tras una temporada en la que no le habían dado muchas oportunidades.
Una nueva temporada empezaba en Can Barça y el nuevo técnico decidía apostar por Gerard Piqué y Javier Mascherano una vez y otra y una más. “Es normal, Martino quiere ganarse la confianza de los pesos pesados de la plantilla”, decían unos. “El puesto de central es muy complicado y hay que apostar por una pareja para que se asiente”, decían otros. El Barça ganaba pero le hacían muchas ocasiones. Un Víctor Valdés sobrehumano ocultaba (para algunos) las carencias.
Volvieron las lesiones y Bartra, que había esperado paciente su oportunidad, no la desaprovechó. Una y otra vez se fue ganando la confianza de los escépticos. Al Barça le seguían haciendo ocasiones, pero casi nunca provenían por errores del central derecho. De hecho, este se las apañaba para ocultar algunas carencias de los que tenía al lado. Muchos decían que no tenía experiencia, aunque sacaba el balón como un veterano. Que le faltaba jerarquía, aunque hacía cambios de orientación de cuarenta metros al pie de Neymar. Por último, también le acusaban de ser algo blando, aunque no dudaba en ir al choque fuera quien fuera el rival.
El equipo dirigido por Gerardo Martino viajaba a Ámsterdam. Con la clasificación en el bolsillo, muchos pensaron que sería el momento de Sergi Roberto y, por supuesto, Bartra. No fue así. Martino tiró de jerarquías y los jóvenes del Ajax bailaron al equipo culé, que parecía no haber entrado en el partido. Song estaba preocupado por tapar los huecos que dejaban los interiores, mientras que los centrales no sabían por donde les venían. “Esto es un despelote”, dijo Piqué. Precisamente por ese despelote, aficionados culés y al fútbol en general pensaron que Martino había aprendido la lección. El Barça viajaba a Bilbao sin Alba, Alves, Puyol, y sobre todo sin Messi y Valdés. Esperaban Valverde y el Athletic: equipo valiente con un entrenador inteligente que buscaría presionar a los centrales para que el Barça no estuviera cómodo en el terreno de juego. Quizá la mejor opción era apostar por el central más en forma de la plantilla culé, y más después del bochorno en los Países Bajos. No fue así.
Al verde saltaron Gerard Piqué, y su mal estado de forma actual, y Javier Mascherano con su indefinición como central.
Desconocemos por qué Martino no apostó por Bartra, pero sí podemos analizar qué habría podido aportar el internacional español:
Javier Mascherano es un magnífico central si su equipo defiende en el centro del campo y puede anticiparse al rival. Pero en estático se dibujan sus carencias. Al fin y al cabo el Jefecito solo rindió con total garantías en este puesto durante el año 2011.
Gerard Piqué es, por condiciones, uno de los mejores centrales del mundo. Tiene salida de balón, va bien por arriba y tácticamente es un jugador inteligente: sabe posicionarse y cuándo hacer la cobertura. Pero para jugar al máximo nivel se necesita estar en buenas condiciones físicas y mantener la concentración durante los noventa minutos.
Si el Barça está pasando por una crisis de identidad (no se juega a lo de antes, pero se dice que se juega a lo de siempre), ¿puede ser Bartra una pequeña solución (aunque el problema sea colectivo) para tratar de sacar el balón jugado desde atrás, como se hace en las categorías inferiores del club?
¿Cómo asume Bartra, por muy culé que sea, que se prioricen otras renovaciones de jugadores mayores (Iniesta aparte) cuando él acaba contrato en junio de 2014?
“Si entreno bien y juego bien, ¿por qué no suelo ser titular?”, podría preguntarse el de Sant Jaume dels Domenys. La pregunta recae en Martino y en la jerarquía, en vivir del presente y dejar de pensar en el pasado.
* Ismael Ledesma.
– Foto: Ignasi Paredes (Sport)
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