Dicen que el parón de selecciones es como una maldición para los grandes equipos de las mejores ligas europeas. Se marchan con su combinado nacional y dejan al cuerpo técnico casi en cuadro. Pero también perjudica al resto de equipos que están casi al completo para poder entrenar el siguiente partido, porque pueden ver interrumpida una subida de nivel experimentada antes del mismo.
Eso ocurrió con el Rayo Vallecano. Sumido en un mar de dudas sobre si el juego que trata de desarrollar Paco Jémez con los suyos es el más acertado a la hora de salir de las últimas posiciones, se presentó en Vigo y mostró su mejor versión. Seguridad defensiva y golpeo certero arriba. Todo esto, unido al buen trato del balón que sin duda tuvieron. Lo que llevaba buscando el entrenador tanto tiempo apareció en Galicia. Y de repente, parón.
Catorce días que han servido para ensalzar la puesta en escena contra el Celta. Porque el camino a seguir era ese. Un Rayo sólido se unía a un Rayo con posesión. Y esa combinación era y es muy difícil de batir. ¿Cuál es el problema? Que la solidez como bloque, en general, y defensiva, en particular, no está siendo tónica habitual en los vallecanos.
Regresaba el fútbol a Vallecas con la visita de un Espanyol al que se podía ganar. La imagen de los rayistas fue la de tantos partidos de Liga BBVA: una posesión que no derivaba en pegada y una floja defensa que, además, se vio descompuesta por la expulsión de su portero Rubén. Si era difícil mantener el bloque con once, hacerlo con diez se empezaba a plantear como imposible.
Al final, cuatro goles en contra. Y como los resultadistas son el grupo mayoritario en este mundo del fútbol, saltaron los críticos de siempre a echar a los leones a Paco Jémez, acostumbrado a vivir en una jaula con el rey de la selva.
Si una jornada antes se ensalzaba el juego atrevido del Rayo Vallecano contra un rival directo como el Celta de Vigo, la siguiente se empedraba a la plantilla por intentar realizar la misma función sin el mismo final. Paco lo tenía claro. ‘’El rival se ha aprovechado muy bien de nuestros errores’’. Nos detenemos aquí.
Errores. Esa es la palabra definitiva y definitoria que podríamos adjudicar a este Rayo Vallecano. Errores –en su mayoría defensivos– que han llevado a los vallecanos a la situación en la que están. Desaciertos que, en su justa medida, han privado a los madrileños de disponer de algún punto más en la clasificación.
Esto para Jémez empieza a ser preocupante porque no lo arreglan. Y nos detenemos en esa palabra.
Arreglarlo. En el cuerpo técnico no buscan cambiar la manera de jugar o afrontar un partido. Buscan arreglar los problemas que tienen durante el encuentro para seguir ofreciendo la misma cara. Porque, seamos sensatos, un equipo con los errores defensivos del cuadro de Paco Jémez se dispararía en el pie si decidiese replegarse en su área. Primero, porque no sabe, y segundo, porque los descuidos se multiplicarían.
Ya saben lo que dicen: en el fútbol no hay mejor defensa que tener el balón. Y eso, para un equipo con las dudas en la zaga que tiene el Rayo, es total y absolutamente innegociable. Aunque sigan criticando. Esta es la realidad, más o menos cruda, del Rayo Vallecano.
* Imanol Echegaray García es co-autor de InterSportMagazine.com
– Foto: EFE
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