La credibilidad de Villas-Boas

por CARLOS JIMENEZ el 26 noviembre, 2013 • 11:30

“Debemos sentirnos avergonzados por lo que ha ocurrido hoy”. Parece lo mínimo que se puede decir en rueda de prensa después de caer 6-0 en el Etihad Stadium. Más allá del abultado resultado ante el Manchester City, el partido fue una viva imagen del momento que atraviesa el equipo de André Villas-Boas. El inicio fue una mentira. Sin rumbo y a la deriva tácticamente, no parece tan grave que vaya noveno a dos puntos de la Champions League. Sí lo es cuando tu equipo no tiene un estilo de juego definido y de los 106 millones de euros invertidos hasta el momento no hayan salido rentables ni la mitad.

SUEÑOS ROTOS

La irregularidad que se ha visto jornada tras jornada es el orden del día en White Hart Lane. A comienzos de campaña, la vista estaba puesta más allá de la cuarta posición. Viendo la debilidad del Manchester United posFerguson, el City destrozando rivales en casa y perdiendo puntos como visitante, la falta de creatividad en el medio del campo del Chelsea o el poco fondo de armario de Liverpool y Arsenal se podía ir más allá. Pero ahora, a finales de noviembre, la realidad es mucho más cruda: van a tener que sufrir por un puesto en Europa.

Lamela, Eriksen, Soldado, Paulinho, Capoue, Chadli, Chiriches… pero salieron Assou-Ekkoto, Huddlestone, Livermore o Scott Parker. Fue un cambio drástico, sin precedentes en los últimos años en el Tottenham. Villas-Boas se proponía transformar la calidad individual en favor del colectivo. Hasta el momento ha sido un desastre tan solo solucionado por actuaciones individuales. Las claves de que, hasta el momento, este Tottenham no funcione son:

Al contrario de lo que pretendía Villas-Boas, el equipo aún no está maduro. Han pasado más de tres meses y los automatismos siguen sin generarse, principalmente por un tema de constancia. Pocos onces ha repetido el portugués y pocos jugadores acumula cuyo rendimiento haya ido creciendo más allá de tres partidos seguidos. Verthonghen, Chiriches, Townend y poco más. Las aportaciones ofensivas son ínfimas en cada partido. Quitando los tres goles de penalti de Roberto Soldado, el Tottenham Hotspur ha anotado seis goles desde que empezó la Premier League en agosto, siendo el peor equipo junto con el Crystal Palace de las cinco grandes ligas europeas en ese aspecto.

Datos reveladores que sirven para explicar la conexión (si es que la hay) entre línea de tres cuartos y delantera. Soldado está dejando claro que no se siente cómodo como único punta y Villas-Boas ha captado el mensaje: “A lo mejor cambiamos de sistema y pasamos del 4-2-3-1 al 4-4-2 para colocar a dos delanteros. Adebayor está entrenando muy duro y con él en el campo tenemos más opciones de ataque”. Puede ser la solución, pero sacrificaría al mediapunta (Eriksen o Holtby). Parecería la solución para encontrar la mejor versión de Roberto Soldado, teórico ‘9’ que se encuentra más cómodo cuando no es la referencia. Caso similar es el de David Villa. Ambos comparten un pasado en el Valencia, donde si bien partían como delanteros titulares, gozaban de un mediapunta capaz de permutar posiciones.

La mediapunta es otra posición en debate. La llegada de Christian Eriksen procedente del Ajax dio un soplo de aire fresco a una posición mermada por la salida de un futbolista diferencial. Parecía ser el conector entre la zona de creación y de definición. Es más, cuajó un gran final de septiembre y buen comienzo de octubre. Pero la estrella se apagó y el conjunto londinense se quedó sin su mejor futbolista. Mediapunta irregular por antonomasia, Eriksen tiene ante sí la oportunidad de elegir el camino de su carrera futbolística. Hemos visto qué cualidades tiene, pero sigue despuntando un partido y desapareciendo dos.

Todos por el centro. En el partido contra el Manchester City vimos cómo el ataque en estático del Tottenham sigue siendo de lo peor de la competición. El otro día Andros Townsend declaraba que su entrenador le pedía que jugase más por dentro para que Walker tuviese el espacio suficiente. Pero si el internacional inglés incide por dentro, el mediapunta en cuestión no apoya en la banda y Sigurdsson es un hombre que teme la banda, se produce una superpoblación en el medio. Esto conlleva a un cortocircuito en ataque facilitando la tarea a la defensa rival. Si a eso le sumas que el lateral izquierdo, Jan Vertonghen, acaba jugando siempre por dentro, la situación es dramática.

Técnica y tácticamente es el mejor defensa de su equipo. Vertonghen tiene salida de balón, físicamente es muy difícil de superar y por alto más de lo mismo. Estamos hablando de uno de los mejores centrales de la Premier, pero juega de lateral. “Hemos tenido algunas lesiones en la defensa y ha sido habitual que juegue como lateral. Puedo jugar ahí y así ayudo al equipo, pero todo el mundo sabe que no soy lateral. A veces me siento un recurso provisional y pienso que me iría mejor si sólo pudiera jugar en una posición para concentrarme completamente en rendir ahí. El Tottenham me paga, así que tengo que aceptarlo, pero no encajo bien ahí y en el club saben bien cuánto quiero jugar como defensa central. Creo que he hecho lo suficiente para merecerme un puesto ahí para cada partido”.

* Carlos Jiménez Barragán es periodista.

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– Fotos: Alex Livesey (Daily Mirror) – Tottenham Hotspur