Como hace un año, Barça y Real Madrid alcanzan las semifinales de Champions cual sardinas en escabeche: apretados, secos y con el agua al cuello.El desgaste emocional que vienen sufriendo les está envejeciendo a pasos agigantados. Hoy son dos equipos mentalmente estresados que ya solo conjugan verbos vecinos al sufrimiento: resistir, aguantar, pelear… Conceptos inherentes a la competitividad deportiva y la extrema rivalidad de estos dos monstruos del fútbol mundial que pelean en doble frente. La temporada ha sido larga, tensa y repleta de incidentes, amplificados por esa corriente actual que prefiere la guarnición al solomillo y prioriza los errores ajenos sobre los aciertos propios en busca de la audiencia prometida, fórmula mágica bastante menos exitosa de lo que se proclama.
Como hace un año, Barça y Madrid llegan derrengados y dolientes al penúltimo peldaño del curso, machacados por la dureza de batallar cada tres días sin apenas oxígeno que echarse al gaznate. Este es uno de los grandes cambios producidos en el fútbol contemporáneo: hoy no hay futbolista de elite que no ronde los 60 partidos anuales. ¡Y pobre de él si un día se toma un respiro! A quien se atreva le lanzaremos todo tipo de improperios y pronósticos apocalípticos sobre el inminente declive de su carrera. Bajas la guardia un minuto y estás acabado. Así que no queda otra que seguir ciegamente hacia delante, por más advertido que estés de que ahí enfrente lo que hay es un precipicio. Periodistas y aficionados, sin embargo, seguimos esperando de ellos -y de sus entrenadores- la fluidez de los viejos buenos tiempos, cuando solo se jugaba un partido semanal y era los domingos a las cinco de la tarde. Tiempos de carruseles con sentido y marcador simultáneo para informarse de los resultados rivales, con periodistas sin bufanda a los que te podías creer a pies juntillas cuando lanzaban una afirmación.
Hoy vivimos este frenesí de jugarse la vida sobre el césped cada 72 horas, con la seguridad de que el partido de ayer ya forma parte de la prehistoria y que todas sus consecuencias, de cualquier signo, quedarán borradas por el de mañana, que a su vez caerá en el olvido en apenas tres días. Fútbol kleenex, de usar y tirar,en el que ni siquiera has digerido las remontadas del sábado y ya estás en los asaltos del martes. ¿Por qué ese rostro espeso del Madrid ante el Sporting? ¿Por qué ese Barça atascado frente al Levante? Da igual, no tenemos tiempo de contestar las preguntas porque ya nos esperan nuevas respuestas en este interrogatorio eterno sobre quién ganará a quién. No me quejo, ni siquiera añoro aquellas épocas más reposadas y analíticas. Simplemente es lo que hay y si lo escribo es porque pienso que este es uno de los grandes problemas de los futbolistas actuales: jugar casi sin respirar.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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