En el Mini Estadi lucía una mañana soleada, era el mejor de los escenarios para que estas jugadoras siguieran escribiendo otro nuevo capítulo en su reciente historia. Comenzaron hace tres años y continúan ampliando un libro cuya trama tiene un transcurso maravilloso, fantástico, un recuerdo para no olvidar jamás.
Solo se llevaban cincuentaicinco segundos, ni uno más y ni uno menos, cuando Alexia recogió un balón desde la cal, hizo la diagonal hacia dentro, arrastró a rivales, dividió y soltó el balón para Sonia, que con dos toques colocó el esférico en la escuadra suiza. Que golazo de una futbolista que come aparte de todas. Marca las diferencias cada vez que participa en el juego, no necesita absolutamente nada para aparecer y fulminar cualquier red. Es ella, es Sonia Bermúdez, la estrella de un equipo superlativo.
No se podía comenzar de mejor manera unos octavos de final de la Champions. Después de cuatro partidos era hora de sumar la primera victoria. No hay quinto malo, ya lo dice el refrán, y qué manera de ganar el primer partido. Inicio demoledor, un gol en el primer minuto y unos primeros veinticinco propios de un equipo campeón que ha ahogado a un Zürich que estaba pensando a qué león se enfrentaba.
La presión era asfixiante y los robos de balón se producían muy arriba. Las suizas no podían combinar más de tres pases, al tercero venía el robo y el Barça salía corriendo, porque le encanta correr con espacios. Si domina el juego posicional, qué decir de cuando se encuentran con espacios. Balón para la gacela del equipo, Marta Corredera, la egarense incansable, aquella que es capaz de correr kilómetros y kilómetros machacando al equipo contrario. Una sucesión de ataques, de rapidez, de un equipo enchufado, hambriento, con ganas de jugar y demostrar que puede competir antes cualquier equipo europeo aunque tenga menos recursos. Eran los primeros veinticinco minutos soñados por el vestuario blaugrana, que dominaba con una corta ventaja en el marcador, pero en el juego tenía una superioridad brutal.
Hubiese sido muy injusto que acabase en gol la única ocasión suiza en el primer tiempo, cuando a balón parado mandaron el esférico al larguero. La única faceta que dominaron más que el Barça. Solo un susto que podía haber cambiado el partido, pero que acompañó a un Barça que bajó las marchas para dosificar esfuerzos. En el último cuarto de hora no hubo la frescura del principio. Era lo más normal tras haber estado sometiendo de manera arrolladora a un Zürich que pensaba que el vendaval se estaba pasando. Solo era un descanso para afrontar un segundo tiempo majestuoso.
En el descanso, con un gran resultado, algunos pensarían que era corto, pero era el momento para replantear el partido y hacerse un bloque sólido y jugar con marchas largas pero pausadas y afianzar un choque que se estaba jugando a lo que las blaugranas querían. Era la verdadera prueba de este segundo tiempo: ver si habían alcanzando ese grado de madurez para saber gestionar la ventaja y el juego tan superior que estaban mostrando.
Y el examen ha sido de sobresaliente, rozando la matrícula de honor. Han superado la prueba de madurez como si estuviesen jugando estos partidos cada día. Las lecciones del Arsenal, el comienzo de liga el año pasado o el encuentro de este verano ante Noruega. Qué mejor que crecer ante la derrota. Y hoy han sabido hacer una segunda parte magistral. Han controlado el tiempo, el momento de elegir los ataques, cuándo se jugaba en posesiones largas, cuándo se aceleraba y cuándo se replegaba unos metros y se robaba. Han sido las maestras de la madurez.
Llorens dio entrada al cuarto de hora a Gemma Gili. Una más por dentro que liberaba a Vicky unos metros adelante. Era el momento de que el Zürich se quedase sin palabras ante la superioridad blaugrana. Un robo de Miriam, el enésimo en el partido; ha esperado, le ha dado tres segundos de pausa y ha asistido para que Vicky reventara la portería suiza. Con la cabeza fría, sin aceleraciones, con la sexta marcha puesta pero jugando con frialdad, así llegaba el 2-0, la sentencia ante un Zürich que se arrodilló al huracán blaugrana.
Llegaba el momento de disfrutar, pero siempre con frialdad. Nada de locura, pues un solo fallo metía al Zürich en la eliminatoria y no era el momento de resucitar a un equipo noqueado. Y con espacios, frescura, pausa y frialdad llegó el tercero. La obra maestra de las futbolistas blaugranas. El toque perfecto a noventa minutos de ensueño. Vicky, la capitana y cerebro de un equipo que viaja a su ritmo, esperó y vio el desmarque de Sonia, que recibió y, adoptando esa sangre fría que solo las elegidas tienen, recortó, pausó y machacó la red. Si su primer gol fue una belleza técnica de ejecución, el segundo pasaba a ser una muestra de cómo una goleadora maneja los tiempos en una definición.
El Mini era una fiesta, los aficionados disfrutaban ante un equipo que solo una catástrofe el miércoles en Zúrich dejaría al Barça fuera de los ocho primeros de Europa. Sí, he dicho los ocho mejores de Europa, no estamos locos al escribir esto, es lo que están a punto de lograr después de sumar su primera victoria tras cinco partidos en la máxima competición continental. Y qué manera de lograrla, el cómo ha sido de una belleza fabulosa. Sublimidad blaugrana, rozando la perfección, un regalo de desayuno y vermut para todos los que creen en ellas a diario. No llenarán el Mini Estadi si logran pasar a los cuartos de final, porque aún este deporte no tiene la transcendencia y expectación mediática, pero los van a verlas cada encuentro se lo pasan fantásticamente. Hoy les han dicho: pasen y disfruten.
* Fran Moreno es periodista.
– Foto: Germán Parga (FC Barcelona)
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal